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Un pueblo acorralado en corralejas

La mayoría murieron asfixiados, pisoteados por los de arriba. Y con esa cantidad de lodo, no hubo mucha opción de rescatar a los demás heridos.

Por:Jesús Manuel Vergara Atencio

Eran las cuatro de la tarde, el fandango de las bandas retumbaba, de repente salió el primer toro al ruedo, el cielo empezaba a tornarse negro, y es entonces cuando llega el acontecimiento que dividiría la historia de Sincelejo en dos. Entrada la noche se revelaron las primeras cifras, pero el resultado definitivo señaló que habían muerto más de cuatrocientas personas, y que los heridos sobrepasaron los mil quinientos.

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Manuel Rodríguez de 60 años y de profesión torero, estaba en la fiesta taurina cuando pasó todo: “Ese veinte de enero­ estaba en San Pedro, un pueblo a una hora de Sincelejo. Salí temprano para alcanzar a comprar implementos para la corraleja: banderillas y cosas así, antes de meterme al lugar. Llegué a Sincelejo pasadas las diez, muy temprano, así que me quedé afuera para esperar la apertura y para comprar la boleta de entrada. Cuando llegó la hora de apertura, entré y esperé adentro con todos los banderilleros el comienzo de la función. Como media hora después que la función había iniciado, empezó una lluvia un poco fuerte; la gente que estaba en las primeras líneas de los palcos quiso resguardarse para no mojarse. Debido a que la aglomeración se concentró en un mismo lugar se produjo sobrepeso, que ayudó a que la corraleja se desplomara en esa zona en particular. Recuerdo que eso ocurrió cerca de las cuatro y media. Se presentó una polémica por el hecho que no le habían dado las corralejas al ganadero Arturo Cumplido, que había sido el anfitrión de las corralejas hasta entonces. Las malas lenguas decían que él tenía pacto con el diablo, y por eso, porque no le dieron las corralejas ese año, fue que se produjo la desgracia”.

Iscela Berrio 38 años, testiga de los acontecimientos posteriores a la caída de la corraleja: “Ese veinte de enero, las corralejas se cayeron por que no aceptaron los toros de Arturo cumplido, que era quien ofrecía los toros todos los años, pero en ese año no aceptaron sus toros. Cuando soltaron el primer toro; el más guapo según la gente, que cuando salió, se quedó en la mitad de la plaza, y luego se hizo una nube negra sobre ese animal: los manteros lo toreaban, pero no se movía.

La gente decía que Arturo cumplido tenía pacto con el diablo, y que sus toros tenían que matar a la gente, pero como había otros toros, pasó lo que pasó. Entonces fue cuando comenzó a llover y los palcos se cayeron muy despacio, no se cayeron de una sino como en cámara lenta. La gente salió corriendo; unos saltaban de los palcos y caían frente al toro, pero el toro no les hacía nada, no se movía de ahí; otros se tiraban del otro lado y quedaban ensartados en las barandas y morían; unos más cayeron en las ollas de aceite caliente donde fritaban el chicharrón y se quemaban. Los caballos y la gente que salía corriendo, les pasaron por encima a muchos otros; y el que podía robar robaba, ese fue el desastre más grande que pasó en Sincelejo.

En el Hospital de Sincelejo no había espacio para tanta gente, por eso había muchas personas tiradas afuera en los corredores. A otros heridos los remitieron para Corozal, y otra parte para montería. Cuando la gente iba a buscar sus familiares, les tocaba revisar cuerpo por cuerpo, y si no los encontraban, tenían que ir a Corozal o a Montería a buscarlos. Las radios no dejaban de informar; era como si los locutores quisieran salirse de los transistores a causa de la energía con la que hablaban: se sentía el pavor en sus voces. Las personas lloraban en las calles mientras buscaban sus familiares. Muchos de los toros se salieron, llevándose por los cuernos a todo el que iba corriendo.

Para llegar a la fiesta había que atravesar un puente, pero ese día estaba inundado en razón del aguacero que lo había sobrepasado. Entonces, como pasar el puente era imposible, muchos se tiraron al río, pero la fuerte corriente se llevó a muchos. Todo eso fue como a las cinco de la tarde”.

Inis Amador, 55 años, oriundo de Sincelejo, cuenta las causas exactas de la caída de la corraleja: “Una nube que no cubría el resto de la ciudad se posó justo sobre esa zona, tanto que no llovió en los demás sectores de Sincelejo. La lluvia caía a raudales, y como la plaza tenía una pendiente en el lugar donde la tribuna se cayó, el agua movió el terreno; entonces las personas se fueron hacia atrás y ese peso, junto con la inestabilidad de las barandas por la lluvia, ayudaron a quebrar los soportes que sostenían ese entramado de madera. Todo empezó a caer como un castillo de naipes, parecía algo como el efecto domino”,

“La mayoría murieron asfixiados, pisoteados por los de arriba. Y con esa cantidad de lodo, no hubo mucha opción de rescatar a los demás heridos. Fue imposible rescatar a todos los más de dos mil heridos, que colapsaron el hospital de Sincelejo y los hospitales más cercanos como los de Corozal y Chinú”.

| Nota del editor *

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