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Al servicio de la comunidad

José de Jesús ayuda a personas de la tercera edad recluidas en centros geriátricos, a mujeres, niños y niñas en las zonas más vulnerables de Bogotá...

Por: María Angélica Gómez Alemán.

José de Jesús Pérez Ruíz es un hombre de 75 años, 20 dedicados a servirles a aquellas personas en condición de necesidad en Colombia, por medio de su Asociación Asoifra.  José de Jesús ayuda a personas de la tercera edad recluidas en centros geriátricos, a mujeres, niños y niñas en las zonas más vulnerables de Bogotá, así como a familias emigrantes de Venezuela  que por razones distintas llegan a Colombia en situaciones de suma pobreza. 

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José de Jesús Pérez Ruíz: inicié mi labor ayudando a unos abuelitos en un hogar  geriátrico, vi tantas necesidades que tiempo después decidí visitar otros hogares en Sibaté, donde hay alrededor de 600 hombres y mujeres. También ayudé en el Hospital San Pedro Claver donde hay 300 abuelos y en algunos otros sitios de Suba que visito continuamente. La misión que tenemos con estos abuelitos es celebrarles el cumpleaños. Cada mes, antes de la pandemia, iba y les llevaba una torta que pudieran compartir entre todos; les llevaba un cantante, mariachis o una orquesta.  Estas obras las llevó a cabo gracias a que la gente me colabora: consigo los recursos por medio de muchas personas, no colaboro con ninguna empresa que diga: voy aportarle o ayudarle. Hablo con mis vecinos y les comento la situación, algunos me dan cincuenta, treinta, diez, depende de sus capacidades económicas. 

También visito hogares de jóvenes en Albán, Cundinamarca, entre los cuales está una fundación llamada La Niña María, donde nos encargamos de llevarles a los jóvenes refrigerios, regalos o hacerles actividades recreativas. 

Decidí un día visitar la Guajira y me encontré que había guayus que estaban necesitando nuestra ayuda. Fuimos a inspeccionar las condiciones en que se encontraban Maicao y Riohacha, y desde entonces, gracias a las ayudas de la comunidad, hemos llevado mercados cada año. 

Actualmente tenemos en Bogotá una innovación que llamamos La Multiplicación de los Panes, por medio de la cual se han repartido, en lo transcurrido de la pandemia, alrededor de 600.000 panes, y entregado mercados y dinero a los sacerdotes de algunas parroquias en la ciudad. 

José de Jesús, alegre, recuerda qué lo motivó a poner en pie este proyecto: Gracias a que actualmente soy ministro de la Santa Comunión, tuve la oportunidad de ir en repetidas ocasiones a ancianatos, a casas donde habitaban personas en condiciones de pobreza o lugares donde atendían enfermos. Al ver tantas necesidades decidí contarle a la gente las situaciones que enfrentaba; la respuesta era un: ¿Cómo puedo ayudar? Muchas veces respondí que me acompañaran a visitar un ancianito, a llevar un mercado o a repartir refrigerios. Para mí, la forma más efectiva de motivar a las personas es invitándolas a ver y a colaborar en lo que hacemos. 

Si yo hablara un poco de cómo ha sido mi experiencia sirviéndoles a los más necesitados por medio de mi asociación, diría que es algo maravilloso y gratificante. En el pasado fui una persona esclava del dinero, tenía una pastelería y trabajaba vendiéndoles mis productos a cooperativas de colegios y si un día las ventas bajaban me ponía mal. Entonces el señor me iluminó y por medio de su llamado entendí que debía dejar de pensar que los problemas de los otros no me afectaban a mí: dejé de creer en el “y eso que tiene que ver conmigo”, para percibir los problemas de los demás desde la empatía y el amor y así convertirme en la persona que soy. 

María Catalina Pérez Morales (nieta): Si me tocara describir a mi papi en una sola palabra, sería complicado. Ha sido mi ejemplo a seguir y el de mi familia, ha sido ese hombre que ha luchado por todo lo que se propone, es como mi superhéroe. Si me preguntaran quién es la persona  a la que más admiro, diría que es él. 

El trabajo que lleva a cabo mi papi es complicado, pero una vez comienzas a ser partícipe, es algo que disfrutas, es una labor de la que aprendes y que te deja recuerdos inigualables. Todo lo que uno vive con la asociación, más sus constantes reflexiones, me hacen pensar y reflexionar sobre la importancia que tiene cada cosa, por mínima que sea. He percibido su trabajo con admiración, y lo respeto a él y a las personas que brindan las ayudas: es un trabajo complicado, porque no hay un horario estipulado, no siempre estás ayudando a las mismas personas. Mi papi sale cada día a buscar gente que se quiera ofrecer a colaborar, o en otras ocasiones la gente llega diciendo: mire don José , tengo 10.000, no sé si le sirvan; él con todo el amor del mundo los recibe, porque con todo el amor los va a dar a las personas que lo necesitan. Para mí, este es un trabajo que no cualquiera podría hacer, porque he visto que cuando se le cierra una puerta, él sigue insistiendo con su  vivo interés de ayudarles a los demás. 

Cuando empecé a vivir esta aventura de ayudar a la gente, me di cuenta que hay muchas personas que no tienen los mismos recursos que uno:  son personas que no tienen qué comer, que viven en lugares donde no es digna la vivienda, que se enfrentan a condiciones de vida tristes, esto te lleva a reflexionar sobre aquello que tenemos y que a otros les está faltando, por esta razón y por miles más, admiro el trabajo de mi papi, que a partir de la empatía ha logrado que muchas personas vean más allá de sus privilegios y se pongan en los zapatos de quienes están necesitando que  alguien les extienda la mano. 

Sandra Pérez Morales (hija): Mi padre se ha caracterizado por ser un hombre alegre y sociable; quienes lo conocen lo describen como un ángel de Dios. Mi papá me enseñó a no rendirme ante ninguna adversidad, porque a pesar de todos los golpes que la vida le ha dado, entre ellos la muerte de mi mamita el año pasado, él se levanta y sigue adelante, me educó para tratar a todo el mundo con respeto y me inculcó la importancia de pensar más allá del individualismo. 

En las ocasiones que he acompañado a mi papá a realizar sus obras sociales, he reflexionado sobre la importancia de su trabajo, porque él, a partir de su energía y el amor que transmite, logra lo que muchas personas no pueden, pues más allá de un mercado, mi papi escucha sus problemas, ora por ellos, los motiva a ser personas distintas y les brinda esa confianza para que vean en él alguien al que pueden acudir. Mi padre es vocero de todos aquellos que no tienen cómo expresarse, que perciben estos actos de amor como un regalo de Dios. 

Luz Mireya Pérez Morales (hija): Mi papá es la representación de un hombre sincero, devoto a Dios, que siempre quiere ayudar a los demás y pone sus problemas personales en segundo plano con tal de cumplir su misión. Por medio de los actos que mi padre realiza, me ha enseñado que no todo a nuestro alrededor es felicidad, que hay gente que sufre y uno debe estar dispuesto de corazón a tenderle la mano a quien lo necesite. Cuando ayuda a las personas, dándoles un mercado, apoyando a los padres en las iglesias o dándoles un consejo a las personas, yo diría que mi papá aporta a la construcción de una mejor sociedad, y las acciones que realiza las necesitamos día a día para cambiar el mundo

| Nota del editor *

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