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Aquello que transforma es lo que se hace con el corazón

“Yo siento que he transformado corazones y hasta proyectos de vida con un arte considerado tan simple como lo es la danza”

Por: Lindsay Alejandra González Villamil

Es un hombre alto, de contextura delgada, de mirada profunda, de hablar tranquilo y sonrisa con aire de travesura y picardía, que a través del cuerpo comunica, transforma y enseña. Es Servilio Peña Aponte de 45 años, dedicado a orientar procesos de danza en la universidad (UPTC) Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Actualmente es director de la Corporación Danzas de los Andes de la ciudad de Chiquinquirá-Boyacá. En sus ratos libres trabaja en procesos de gestión cultural con algunas alcaldías y organizaciones no gubernamentales, todo en el ámbito de lo cultural. Posee la facilidad para ser querido por quienes lo conocen. Con pasos delicados, porte fino y semblante alegre se le ve recorriendo las calles de Chiquinquirá de arriba para abajo, es muy fácil encontrarlo pues siempre se anda moviendo de la casa de la cultura a la universidad o a su academia de baile.

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Empezó desde muy joven su labor como docente de danza y curiosamente no lo hizo porque tuviera habilidades danzarias o porque fuera algo que deseara hacer, sino porque el panorama de la época no le aseguraba que sus padres pudieran pagarle una carrera universitaria. Andaba por los 17 años y en ese entonces no tenía cómo pagar mis estudios universitarios, así que por necesidad empecé a trabajar como profesor de danza, una oportunidad que me brindó uno de mis profesores con quien estoy muy agradecido. Recuerda con nostalgia y alegría sus primeros trabajos como docente de danza de unos niños en una escuela de Simijaca. Se llena de orgullo al contar que allí fue donde desarrolló el potencial que tenía como pedagogo y donde descubrió que contaba con las cualidades para transmitir un conocimiento, que con el paso del tiempo fue ampliando. Su oficio de maestro le permitió conseguir los recursos con los que a la edad de 18 años pagó sus estudios superiores en una universidad pública de Chiquinquirá. 

Durante 9 años trabajó en aquella escuela, con la que está agradecido, pues fue a partir de entonces cuando encontró nuevas oportunidades laborales, empezando por la enseñanza en colegios y universidades, hasta llegar a trabajar con alcaldías de municipios aledaños a su ciudad.

Una de las experiencias más emotivas vividas como docente de danza sucedió en el occidente de Boyacá, en el municipio de Pauna, un lugar demarcado por el conflicto y la guerra, que en ese entonces empieza a trabajar en la construcción de paz: allí fui nombrado por el alcalde y el Ministerio de Cultura como docente de danza folclórica.  En ese entonces cumple su papel como mediador y formador de convivencia entre los habitantes. Trabajé durante casi 11 años, fue un honor, una satisfacción para mi y para mi carrera como orientador haber contribuido a la recuperación de identidad y de comunidad de la región. 

Servilio Peña es un hombre ejemplar y educado, así lo describe Luz Marina Mayorga, tía de su esposa: Aunque los encuentros fortuitos han sido pocos, debido a la carencia de tiempo tanto de mi familia como de ellos, siempre que nos reunimos él acompaña a su familia; tienen dos hermosas hijas con mi sobrina, las consiente mucho a las tres, se le nota que son su razón de ser; me gusta la manera como las trata, la forma como las corrige y el amor que comparte con mi sobrina. Se nota que es buen trabajador y que le gusta superarse, yo sé que él es bueno en lo que hace porque le dedica mucho tiempo y lo hace con amor. 

Lizeth Dayana Noreña, tiene 20 años y es estudiante del programa de licenciatura en educación física de la UPTC de Chiquinquirá: Recuerdo a Servilio como una persona innovadora, yo pertenezco al grupo base de danzas de la universidad en el cual Servilio realiza su trabajo como docente. Lo conocí   hace aproximadamente 4 años en una clase y desde el primer momento cuando lo tuve enfrente no me equivoqué al describirlo como una gran persona, muy comprometido y entregado con lo que hace. No niego que mi primera impresión al verlo fue de terror porque tenía cara de ser malgeniado, sin embargo, lo admiro mucho. Cuando estamos ensayando siempre está serio y poco sonríe porque se concentra en lo que hace, pero cuando tomamos descansos entre las clases ríe y hasta recocha con nosotros.

Dayana ha admirado siempre su responsabilidad y su compromiso con la labor de docente, le halaga la forma como se dirige a sus estudiantes y como maneja el mismo trato para todos. He tenido la oportunidad de acompañarlo en diversos procesos y proyectos de danza, y eso me ha llenado de seguridad. Me gusta ver cómo desde la danza puedes modificar ciertos aspectos de la vida, como darte felicidad a ti mismo y a las otras personas, y alcanzar un beneficio físico. Gracias a él he retomado la idea de seguir mis estudios universitarios por esta misma línea danzaria. El profe Servilio les apuesta a los jóvenes, porque a través de la cultura busca crear nuevos espacios de formación y crecimiento para los estudiantes de la universidad y de su academia, y eso para mí, lo convierte en un gran profesor y en una gran persona-.

Liceth Dayana Páez: Estudiante y amiga de Servilio. Me acuerdo de nuestro grupo de más o menos 12 chicos acercándose a la academia para hablar por primera vez con él: necesitábamos que creara una coreografía, y de una nos dijo que sí, y eso nos puso felices. Servilio puso su empeño, ensayaba con nosotros día a día todas las tardes y mostraba devoción por su trabajo.

Fueron tal vez esas clases mis tardes favoritas: las recuerdo como si hubiesen sido ayer, todos los días entre semana íbamos a la academia, y cuando llegábamos tarde nos encontrábamos al profesor sentado en una silla, y con mirada seria nos decía que era muy tarde, sin embargo, se disponía con toda la actitud a orientarnos, me gustaba tanto cuando se ponía al lado de cada bailarín y corregía sus pasos hasta lograr la perfección. Para mi es buen profesor y sabe lo que hace.

Laura Velásquez: Ex alumna y amiga: ¡Y Ganamos¡ Esa coreografía por la que lo buscamos ganó el Fashion Normalista, y eso fue gracias a la pasión y el cariño, y digo cariño porque con el paso de semanas de arduo ensayo se tejen relaciones de amistad: al profesor le alegraba nuestra llegada, siempre nos recibió con un abrazo, siempre se dispuso a escuchar nuestras historias mal contadas; ver cómo reía suspicazmente y los gestos de picardía que articulaba, hicieron las clases divertidas, el espacio muy ameno y el ambiente familiar para todos, recuerdos que vagan por mi mente por haber sido parte de ellos.

A veces veo fotos y videos en mi celular y mi corazón danza llenándose de alegría, de nostalgia, de recuerdos. Mi subconsciente tiene claro que la coreografía que el profe mismo elaboró no se repetirá más: me enorgullece haber bailado un poco de su arte y al mismo tiempo estoy muy segura que el se enorgullece de su trabajo. Una persona que crea, que trabaja, que siempre aspira a llegar más lejos, es él.

Aunque Servilio acepta que muy pocas de las personas a las que ha enseñado danza se han inclinado por esta línea danzaria, sí reconoce que ha dejado huella en los corazones de cada uno de sus alumnos, cree que la danza le ha aportado a la formación integral de cada uno de esos niños y jóvenes y a su formación como ciudadanos que tienen que compartir un entorno.  Yo siento que he transformado corazones y hasta proyectos de vida con un arte considerado tan simple como la danza, dice enorgullecido de su trabajo. 

Han pasado 28 años desde que Servilio descubrió su habilidad para orientar procesos de danza y desde entonces se ha dedicado a ello. Reconocido por Chiquinquirá y parte de Boyacá por su amor al folclor, a la cultura boyacense y al arte, este hombre no deja de sorprender con su trabajo, su esfuerzo y su liderazgo y tiene claro que mientras siga con vida y Dios le permita continuar enseñando y trabajando por la cultura, el seguirá enorgulleciendo, enalteciendo y rindiendo honor al folclor boyacense.

Somos seres históricamente culturales, con un hilo cargado de vivencias, producto de luchas, por lo cual es vital que la carga cultural tenga espacio y viva entre nosotros 

-Servilio Peña Aponte.

| Nota del editor *

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