Hace apenas unos días el presidente estadounidense Donald Trump, fue noticia mundial (nuevamente), al cruzar la zona desmilitarizada entre ambas Coreas, lo que lo convirtió en el primer presidente de la superpotencia en pisar suelo norcoreano.
La gesta de Trump fue interpretada como intención de paz, que podría traer consigo el restablecimiento de las relaciones entre Pyongyang y Washington.
No obstante, las cosas en ese punto del mundo no atraviesan por su mejor momento. Hace unos días se conoció del lanzamiento de dos misiles por parte del régimen norcoreano, hecho que puso en alerta a las principales potencias asiáticas, en especial a Corea del Sur y Japón, que principales “enemigos” de Corea del Norte.
Según versiones de medios internacionales, el lanzamiento de los cohetes por parte de Pyongyang, tuvo como objetivo, demostrar a su vecina, Corea del Sur, el poderío armamentístico con que cuentan, en caso de un posible ataque de esa nación.
Ante el pronunciamiento de los principales líderes de la zona, quienes condenaron los lanzamientos de misiles por parte de Kim Jong Un, el régimen norcoreano manifestó no estar de acuerdo con la compra de los nuevos aviones caza de fabricación estadounidense, así como también de los entrenamientos militares entre Washington y Seúl.
Según versiones norcoreanas, los nuevos misiles teledirigidos de Pyongyang, son difíciles de interceptar, debido la baja altitud que las amas manejan, lo que imposibilita su detección por parte de los radares. Las nuevas amas del régimen norcoreano, suponen un duro golpe a las conversaciones que tendrán lugar en los próximos días Trump y Kim Jong un, cuyo objetivo es poner freno al proyecto armamentístico del dictador norcoreano.