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Blanca Agudelo: Pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará

La historia de vida de una mujer admirada por su entrega y nobleza. Quien falleció a causa de la leucemia.

Por: Danna Valentina Martínez León

Fue, es y será probablemente la mujer más importante y admirada en el Colegio Colombo Internacional Acoinprev, por varios docentes, familias, estudiantes y hasta vecinos de la institución. Murió el 29 de enero de 2014 a sus 49 años, tras luchar por aproximadamente 15 días contra la leucemia.

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Giovanny Rodríguez, pastor del Colegio y amigo de infancia, con un tono de voz quebradiza recuerda: Desde que éramos adolescentes, se me hacía algo extraño pero hermoso ver su sonrisa. Somos de Antioquia y por supuesto tenemos energía encantadora. Sin embargo, ella era algo sin igual, era magnífico ver cómo ayudaba en las comunas a la gente; no tenía mucho dinero y aun así lo hacía. Recuerdo tanto la vez que me ofreció irme para Bogotá con ella. Yo tenía bastante miedo, pero ella tenía un extraño poder de convencimiento, Ayyy, Ave María, qué mujer. Se me hizo tan difícil decirle que no. Sin preámbulos emprendimos viaje a la capital, vale aclarar que no teníamos mucho dinero, mucho menos a donde llegar a Bogotá. Los primeros días fueron difíciles, en ese entonces no conocíamos de Dios. Ella era una mujer muy echada para adelante, así que empezó a trabajar y a estudiar al mismo tiempo, estudiaba licenciatura en pedagogía, recuerdo que le tocaba muy duro, dormía muy poco, pero ella tenía claro lo que quería, así que no paraba de esforzarse y cada día lo hacía más. También se me viene a la memoria el día cuando me propuso ir a la iglesia cristiana: decía que le llamaba la atención saber qué se sentía conocer y recibir a Cristo en su corazón, fuimos y vaya que juntos nos llevamos una de las mejores experiencias.

Como cosas de la vida, o tal vez un milagro, a la iglesia cristiana a la que asistía conoció a Kris Ramsahai y su sobrino Chaitram Gayah, que tenían en mente fundar un colegio para la prevención de las drogas con una filosofía cristocéntrica. Como sabían que había estudiado licenciatura y tenía alrededor de 6 años trabajando en un colegio del Distrito en Bogotá, le ofrecieron ser la rectora de la institución que tenían en mente. Ella aceptó porque era uno de sus sueños más grandes. El proyecto se hizo realidad, y en 1989 se fundó el colegio y nunca había estado tan feliz, no cabía de la emoción. Algo era obvio: haría todo lo que estuviera en sus manos para ser la mejor, y ayudar a las personas que necesitaran de su colaboración.

Al pasar de los años ampliaban la sede del colegio, y cada vez contaba con más estudiantes, esto a ella la llenaba de paz, sentía que estaba haciendo su trabajo muy bien; además, los padres de los estudiantes la amaban por la manera cómo lideraba y administraba la institución. Al principio, la estrategia con la que aportaba para ayudar era proponiendo no dejar el costo de la pensión tan cara, porque se trataba de un colegio privado en un barrio de no muchos recursos.

Cuenta Ruth Mahecha Ardila, madre representante de la asociación de padres y amiga de Blanca. Era una mujer virtuosa, noble y carismática, tenía un corazón de oro con mucho amor para entregar al mundo. Su particular belleza encantaba era agradable estar junto a ella: es imposible no recordar su sonrisa encantadora, con su café en la mano izquierda. En el barrio Suba Rincón se escuchaba a la gente hablar del colegio Acoinprev, de lo bueno que era y la educación tan buena que recibían los niños y adolescentes. Me llamó la atención y justo estaba en busca de un colegio para mi hijo. Recuerdo cuando fui a matricularlo, me dirigí a su oficina y era tan amable, tan entregada a las personas, que no dudé ni un solo segundo en saber que ahí era donde quería que mi hijo estudiara. Nuestra relación era muy buena: en una reunión de entrega de boletines me llamó a su oficina y me propuso ser parte de la asociación de padres. Lo pensé bastante pues no tenía tanto tiempo. Sin embargo, no sé qué tenía ella que era imposible negarle algo, era tan buena que decirle no generaba un sentimiento amargo.

Acepté y desde ese día pude acercarme más a ella. No olvido que en una reunión de la asociación de padres ella estaba un poco abrumada, tenían que pagar más y más gastos del colegio, así que estaban obligados a subirle a la pensión: los padres la entendieron, y nosotros la apoyamos. Al pasar del tiempo empezamos a ver que algunas familias pasaban por situaciones difíciles y se veían en la necesidad de sacar a sus hijos de la institución: esa era una de las pocas cosas que la ponían triste. sin demeritar a nadie, los colegios que había alrededor eran del Distrito y no tenían muy buena fama.

Ella se sentía tan mal frente a situaciones así, que decidió tomar cartas en el asunto. Cada vez que algún padre en situación difícil se acercaba a su oficina lo recibía con una sonrisa y una oración, le preguntaba en qué le podía ayudar, y luego de escucharlo le decía: “Tranquilo, vamos a encontrar la solución”. Blanca o blanquita como la llamaban todos, amaba ayudar al prójimo. Dependiendo de la dificultad que pasara cada familia, así mismo era la ayuda; otras veces no esperaba que los padres se acercaran a su oficina, simplemente daba la orden que, si eran más de tres niños por familia estudiando allí, al menos uno debía tener la beca completa.

Era muy intuitiva: sin preguntar y solo ver que una familia del colegio estaba pasando por problemas económicos, los llamaba a su oficina como si fueran amigos de toda la vida, los regañaba por no confiar en ella y contarles por lo que estaban pasando, les daba mercados y les financiaba el pago de las pensiones de sus hijos.

Era una de las mejores guías espirituales, si esa mujer siguiera en este mundo, estoy segura de que habría hecho muchísimas más cosas, dejó un gran legado, dice Ruth Ardila.

Algo muy particular es que no era conformista, siempre quería más y más, se desbordaba por ayudar a las personas, creía que ese era su propósito en el mundo. En 2009 decidió empezar un proyecto que fuese apoyado por la asociación de padres, el pastor del colegio y una que otra familia que quisiera ayudar, la famosa Caravana de Amor, ella llevaba tiempo con esa idea hasta que decidió ponerla en marcha. Se trataba de ir a barrios de bajos recursos a llevar mercados, en específico durante junio. A veces hacía falta dinero y ella era quien lo ponía de su bolsillo sin ningún problema, al contrario, se le notaba en su rostro esa expresión de felicidad. En ese mismo año se acercaba diciembre, la época navideña, y ella estaba literalmente desesperada por hacer algo: sin más que decir compró infinidad de regalos para niños y adultos, y se dirigió al barrio Tercer Milenio para entregarlos. Desde ese año hasta el día de su muerte nunca paró de hacer la Caravana de Amor.

Muchas personas están de acuerdo con que blanquita, cumplió su propósito en el mundo, una de ellas es Danery Yibeth Martínez, estudiante que tenía la totalidad de la beca. “Ella era un amor- a mí me matricularon en el colegio desde que tenía 3 años, y estuve alrededor de 14 años en el colegio compartiendo con ella, era como una mamá para mí, me ayudó tanto que para mí es indescriptible el vacío que dejó en mi familia. Al principio era una
estudiante más, pues mis papás estaban super bien económicamente, lamentablemente mi papá sufrió un accidente por el que nos vimos afectados todos. Recuerdo que cuando blanquita se enteró me llamó a su oficina, me preguntó cómo estaba y jamás olvidaré que lloró junto a mí: sentí su amor y su protección de madre, ese día llamó a mi mamá y le dio la noticia que me daría la beca completa por el resto de los cursos que me faltaban en el colegio. Hoy día estoy a punto de terminar mi carrera y estoy segura de que sin ella tal vez no sería posible.

Blanca Ruth Agudelo dejó un legado en cada familia de la institución, y probablemente, en muchos barrios a los que iba cada año, la recuerdan por su sonrisa y su amor inigualable por el prójimo. Cumplió su propósito en el mundo y así mismo dejó un vacío en el corazón de las personas que tuvieron el gran placer de compartir con esa inolvidable mujer.

| Nota del editor *

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