Los “cristianos sí, pero”, semejantes a los que murmuraban de Moisés: “No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia, el maná”. A lo mejor preferían “un mago con la varita mágica”. Son los que “piden siempre condiciones; Sí, sí, sí, yo quiero ser salvado, pero por este camino”. (11 de mayo de 2015).
Los cristianos tibios son los que buscan alguna razón para lamentarse: “pero el Señor, ¿por qué me ha hecho esto?”
Los cristianos sin maquillaje, los que piensan que pueden salvarse por sí solos; el papa los llama “cristiano hipócrita”, e indica que la piedra para que el cristiano se maquille, es socorrer al oprimido, cuidar al prójimo, al enfermo, al pobre, a quien tiene necesidad, al ignorante. (18 de marzo de 2014).
Los cristianos que saben abajarse, el ejemplo es Juan El Bautista, dice el Pontífice de Roma, que lo resume en tres verbos: Preparar (“sin coger nada para sí, y si quizá tuvo la tentación de creer que era importante, no cayó en ella”); discernir (“distinguir entre tanta gente buena, quién era el Señor”), y disminuir (“sufrió la oscuridad de la celda y de su corazón. Las dudas le asaltaron: Pero ¿será éste?”). (24 de junio de 2014)
Los cristianos necios; ser cristianos significa ser “un poco necios” según el mundo, explica el papa. “Y nosotros nos preguntamos, pero ¿a quién tengo que amar?, Él nos responde: «a vuestros enemigos». Así nosotros, sorprendidos, pedimos una confirmación: pero ¿precisamente a nuestros enemigos? «Sí», nos dice el Señor, precisamente «a nuestros enemigos»”. (11 de septiembre de 2014).
Cristianos de color gris. ¿Somos cristianos de la luz, tinieblas, o, peor, de la mediocridad?, se interrogó Francisco hablando de esta clase; añadiendo: “Acordaos: palabras obscenas, ¡nada! Palabras vulgares y mundanas, ¡nada! Palabras vacías, ¡nada! Palabras hipócritas, ¡nada!”. Estas palabras, en efecto, “no son de Dios, no son del Señor, sino que son del maligno”.
Católicos, pero no demasiado, los que permanecen en la “recepción” de la Iglesia y están inmóviles en la puerta, para no comprometerse.
Cristianos barnizados, de nombre o mundanos; son las “personas que de cristiano tienen sólo el nombre, y su apellido es “mundano”. Son “paganos con dos pinceladas de barniz”.
Cristianos sentados o inmóviles; trayendo como ejemplo al “gran Elías”, que “en cierto momento, prefiere morir. Pero Dios lo llama, le da de comer, de beber y le dice: sigue caminando”. De esta manera Elías encontró a Dios, caminando.
Cristianos escandalosos. “Debemos preguntarnos: ¿yo escandalizo? Y antes aún: ¿qué es el escándalo?”. Es “decir y profesar un estilo de vida —“soy cristiano”— y después vivir como un pagano que no cree en nada”. Falta el testimonio.
Cristianos a tres dimensiones, representados en tres palabras: el anuncio: “nosotros no podemos callar todo lo que hemos visto y oído”; la intercesión: “Con su oración por cada uno, Jesús pide por nosotros” y la esperanza: el Apocalipsis acaba con la oración: “Ven Señor Jesús”.
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