En el marco de la gira que el presidente Iván Duque realiza por Europa aseguró, desde Londres (primera parada del mandatario en el viejo continente), que el país necesita retomar las aspersiones aéreas con glifosato sobre los cultivos ilícitos, el mandatario sustentó sus argumentos aduciendo que “se requiere, dado que hay lugares de difícil acceso en el territorio colombiano”.
El mandatario aseveró que “se urge de una estrategia integral contra el narcotráfico, y se debe contemplar la utilización de técnicas de aspersión con precisión con todos los mecanismos y mitigantes para no producir efectos dañinos”.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha venido monitoreando el incremento de los cultivos ilícitos en el país, los cuales han aumentado cerca del 45% anual. En 2013 Colombia pasó de tener cuarenta y ocho mil hectáreas de cultivos de hoja de coca sembrada a ciento cuarenta y seis mil en 2016.
Pareja afectada por glifosato recibirá millonaria indemnización
En el año 2017, según el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se cultivaron 171 mil hectáreas de coca, y se produjeron 1379 mil toneladas de cocaína en Colombia.
Actualmente se habla de más de doscientas mil hectáreas de coca en el país, y aunque se creyó que la erradicación manual sería suficiente en la erradicación del cultivo, no fue así.
Pero no todo se reduce a números y cifras, la situación del país va más allá y si bien se urge un plan de contención hacia este tipo de cultivos, se necesita concertaciones con las comunidades ancestrales que, en la mayoría de los casos, terminan siendo las más perjudicadas dado que acarrean con las consecuencias que, según organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), trae consigo el uso del glifosato.
Desde años atrás, la OMS ha venido alertando sobre la estrecha relación entre glifosato y distintos tipos de cáncer en persona, así como también las afectaciones del herbicida sobre la piel de los animales; a ello se suman las consecuencias sobre ecosistemas, contaminando fuentes de agua y cultivos de pancoger.
La experiencia colombiana usando el glifosato no ha sido para nada alentadora. En el año 2017 la Corte Constitucional, falló a favor de una comunidad del departamento del Chocó, cuyos miembros resultaron afectados con el glifosato arrojado desde las aeronaves que se utilizaron para esa operación.
De acuerdo con la Corte, fueron evidentes las múltiples afectaciones sufridas por las personas querellantes, lo que permitió la sentencia T – 236 por medio de la cual el alto tribunal impuso una serie de requisitos que se debían surtir antes de recurrir a las fumigaciones, entre ellos, el Estado colombiano debía demostrar científicamente que el uso del glifosato no supone riesgo alguno para la salud de las poblaciones.
El pasado mes de mayo, la multinacional alemana Bayer (que compró a la firma estadounidense Monsanto) fue condenada ante una corte de Estados Unidos a pagar cerca de dos mil millones de dólares a una pareja de ese país, luego de demostrarse científicamente que el cáncer adquirido por la pareja de esposos, fue producto del uso del herbicida Roundop, nombre comercial del glifosato en EE.UU.
Pero los líos para Bayer no paran allí y en este momento reposan ante cortes estadounidenses, más de mil demandas en contra de la multinacional de personas que exigen ser indemnizadas tras las afectaciones adquiridas con el herbicida.
En marzo del presente año, la Corte llevó a cabo una audiencia pública, cuyo fin era tratar sobre la implicaciones del glifosato y determinar si había certeza sobre los efectos que el químico causa en la salud, sin embargo, aún se desconoce un concepto definitivo y el estudio reposa en el estudio del magistrado Alberto Rojas Ríos, quien deberá adelantar los respectivos trámites ante sus colegas para emitir el veredicto final sobre cuál sería el destino final del glifosato en el país.