El próximo 27 de noviembre se conmemoran 31 años del atentado al avión de Avianca en el cual fallecieron 110 personas, por lo cual la Fundación Colombia con Memoria, con el apoyo del Centro de Memoria Histórica y el Museo Casa de la Memoria entregarán un informe ante la Comisión de la Verdad para contar su versión de lo que pasó ese día.
Si bien el propósito de estas organizaciones es el de ayudar a esclarecer la verdad, también es el de garantizar la no repetición de estos hechos violentos cometidos por el narcotráfico y trabajar para cambiar el estereotipo de que Colombia es país de narcos tanto a nivel nacional como internacional.
Para aclarar todo el tema del narcotráfico y la estigmatización, la Casa Editorial El Tiempo reunió a cuatro expertos en el tema, con el fin de conversar sobre los problemas, las consecuencias de lo que sienten las víctimas y los esfuerzos de las instituciones para abordar este capítulo del país de forma pacífica, respetuosa y que garantice la no repetición.
“Problemas de que nos estigmaticen”
Hace 30 años los colombianos no tenían visa para viajar a ciertos países y los que podían salir tenían referencias asociadas a las drogas. Según el periodista Alfonso Buitrago, los colombianos justificaron el narcotráfico y otros hechos violentos desde entonces.
“En los barrios sigue siendo visto como una opción de ascenso en las clases sociales menos favorecidas, lo que pasa es que de eso no se quiere hablar en el país” expresó el periodista.
Al tiempo que explicó que fue 20 años después gracias al entretenimiento que se entendieron las explicaciones del conflicto que no habían sido claras, pero a su vez eso trae una segunda etapa de estigmatización más trivializada que afecta a una generación que todavía ve en el narcotráfico una oportunidad ante la falta de estudio y trabajo.
Con el tiempo la imagen del país ha cambiado por factores deportivos y culturales, pero este aspecto no ayuda al crecimiento personal y profesional de los colombianos, sino que los hace sentirse y verse inferiores en el exterior pese a su talento, y cuando viajan siempre encuentran esa connotación.
“Tratan algunos de ser respetuosos y otros lo ven realmente como una burla, pero es algo muy doloroso para las víctimas del país”, afirmó David Vargas, director de comunicaciones de la Fundación Colombia con Memoria.
Reconstruir la verdadera historia del narcotráfico
Según Jairo Herrán, abogado defensor de los derechos humanos y director del Museo Casa de la Memoria, hay sectores económicos que se benefician del narcotráfico, porque las elites toman las ganancias de estas actividades ilícitas y los países productores son los discriminados, mientras que los consumidores europeos y estadounidenses no.
“Hay que hacer una narrativa histórica, desentrañar a fondo cuáles son esos reales procesos del narcotráfico, no mirándolo desde Colombia sino un contexto más amplio para determinar a los actores involucrados en este negocio que impulsa el conflicto armado”, opinó el abogado.
En ese sentido, el sociólogo y politólogo Gerard Martin junto a un equipo interdisciplinario, lanzó hace 2 años una narrativa que habla sobre ‘lo narco’ y la situación de Medellín posterior a Pablo Escobar, Narcos Lab busca reabrir el debate sobre el tema e incluir nuevas voces que contribuyan al análisis del impacto colectivo e individual.
“Hay que tener respuestas ambiciosas para argumentar y convertir al museo en un vehículo para garantizar los procesos complejos de memoria y ser unos catalizadores que influencien en decisiones públicas”, aseguró el sociólogo.
Por su parte, Vargas ratificó la importancia de que las víctimas rompan el silencio, compartan su historia y reconstruyan informes que aporten a la historia del país a través de diversos medios audiovisuales, siempre y cuando haya un trabajo investigativo veráz y transparente que genere un cambio real para el posconflicto.
El patrimonio incómodo del país
A nivel nacional todavía hay propiedades de narcotraficantes que en el pasado eran símbolo de entretenimiento y violencia, pero estas construcciones dejan un legado a las familias de estos narcos y a los sectores de la sociedad en los que se niegan a aceptar el discurso del narcotráfico como un problema de las clases marginales.
Por esto, hay una discusión constante entre demoler o mantener este tipo de construcciones ya que algunos afirman que al eliminarlas se borra el recuerdo de un momento histórico incómodo y doloroso, pero otros consideran que al mantenerlas se visibiliza a las víctimas y se generan diferentes interpretaciones a partir de expresiones artísticas que unifican historias.
En ese sentido, los expertos opinaron que al eliminar el legado de los narcotraficantes no se borra un problema social que viene desde el pasado hasta la actualidad, sin embargo consideran necesario hacer consultas públicas a los sectores involucrados para decidir si se elimina o no alguna propiedad.
También sugieren a las instituciones y a la comunidad ponerse de acuerdo para definir cómo se va a tramitar el conflicto, entender que el narcotráfico vas más allá de lo que se conoce y que el foco de la problemática es transversal a cualquier sector del país, por lo tanto hay que aceptar ese patrimonio incómodo y convertirlo en un espacio para construir la memoria colectiva.
¿Cómo cambiar la imagen narca del país?
Los medios de comunicación señalan esta problemática y la transfiguran en algo atractivo para los jóvenes que introyectaron esos imaginarios, por lo cual Herrán sugiere que no solo se exponga lo la violencia, sino que se muestren las causas socioeconómicas que llevaron a los jóvenes a convertirse en capos o peones de la mafia.
En apoyo a lo anterior, Martin cree que donde hay un desafió hay una oportunidad, solo hay que crear contenidos pedagógicos que contribuyan a la verdad y justicia antes del fenómeno de narcos y la relación de estos con otros sectores colombianos.
Adicionalmente sugirió abrir un debate sobre estos temas que no se han explorado, reconocer las causas y consecuencias del conflicto armado en el país y diseñar estrategias para exponer una realidad de la historia de Colombia que no debe ser vista desde el turismo, sino desde el respeto por el dolor y la memoria de las víctimas.