En octubre del 2006 se lanzó el segundo y último álbum de estudio de la cantante británica Amy Winehouse, que la consolidaba como una de las mayores exponentes del Rhythm and blues, R&B contemporáneo y Neo soul en el mundo, con letras cargadas de dolor y tristeza.
La directora inglesa Sam Taylor-Johnson le imprime cierta sensibilidad a este biopic de más de dos horas de duración, donde sin duda, la actriz inglesa Marisa Abela logra una llamativa y sólida interpretación en todos los estados emocionales de la cantante que desafortunadamente falleció a sus 27 años.
La película presenta a Winehouse en lo que parecen los momentos cruciales en su camino hacia su fatídico desenlace, explorando su vulnerabilidad y las personas más importantes en su vida, como también aquellas que hicieron un eco negativo, y cómo estos acontecimientos afectaron a la cantante, que utilizó su gran talento para la música como catarsis de la vida.
La directora propone una narrativa desde la manera cómo Winehouse entiende la vida, hasta que se conoce con Blake (Jack O’Connell), que transforma por completo su estabilidad emocional, y según la cinta, sus procesos creativos como compositora, que hace que por momentos se intensifiquen los movimientos de cámara durante ciertos momentos de excesos por parte de la cantante, dentro de un lenguaje audiovisual convencional que poco se arriesga para contar una historia con un final ya conocido.
Eso último, es interesante de resolver por una narrativa consciente que se enfrentará a un público que sabe para dónde va la trama, por eso es importante mostrar si puede sumarle a la historia de la cantante, ya que el espectador parece conocer todo lo sucedido gracias a los tabloides y la prensa amarillista que rodeó su carrera, el mayor conflicto de los biopics.
Además de su desafortunada pareja, hay otro controvertido personaje, su padre Mitch (Eddie Marsan), que parece permisivo, con señalamientos sutiles, proponiendo que la audiencia haga el resto y juzgue lo que pudo determinar el fin de la talentosa cantante británica.
Back to black cuenta la historia de una cantante inolvidable, vulnerable, apasionada y compleja, sobre cómo ascendió a la fama, y cómo su vertiginoso reconocimiento, parece ayudó a consumirla en los excesos, entre sus conflictos personales, su dolor interno y desamor, con una apropiación maravillosa del personaje de parte de Marisa Abela, que revive a la cantante en la pantalla con sus gestos, su manera de caminar, su mirada y algo verdaderamente impresionante, su manera de cantar, ya que la actriz la interpretó también con su propio canto durante toda la película.
Una película que, en mi opinión, renueva lo que ya se sabía, respetuosa en varios aspectos, pero demasiado simple en su narrativa, que solo se impulsa con la magia de la música de Amy Winehouse y con el desarrollo creativo de sus composiciones, que al parecer fueron directamente proporcionales a lo que la afectaba. Juzguen ustedes.