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“Fue el destino o Dios el que no quiso que mi vida fuera el fútbol”: el estudiante que renunció al deporte porque nunca tuvo ‘palanca’

Steven Bautista es un joven que hizo de todo por alcanzar el sueño que muchos niños tienen: ser futbolista. Esta es su historia.

Por Miguel Forero

En Colombia todo es difícil: conseguir trabajo, salir de la pobreza, vivir, sobrevivir, e incluso ser deportista. En un país donde el apoyo hacia el deporte no es la que debería ser, es complicado, y más si no se tiene palanca, o no se es hijo de alguien del medio o no se tiene plata, sobre todo en un deporte como el fútbol, en el que si a los 19 años no tienes un equipo profesional ya eres obsoleto. Steven Bautista es un joven que hizo de todo por alcanzar el sueño que muchos niños tienen: ser futbolista. Esta es su historia.

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Siempre tuve una vida muy ligada al deporte, hice taekwondo, atletismo, porrismo, alcancé a hacer gimnasia también, pero mi amor por el fútbol empezó cuando estaba en quinto de primaria, tenía alrededor de 10 años y participé el campeonato de intercolegiados representando al colegio Nacional de Facatativá, en ese torneo un entrenador llamado Jeison Talero me dijo que yo jugaba muy bien y que si quería pertenecer a su equipo, que tenía un partido – creo que era en Madrid- que fuera y allá mirábamos si podía a jugar un rato.

Recuerdo mucho mi tío que me acompañó, él estaba en el ejército en ese tiempo, pero pidió permiso para acompañarme. Toda mi familia me apoyaba y le gustaba la idea, decían que era bueno que el niño hiciera deporte, que tenía que descargar energías, lo veían más cómo un hobby.

Ya cuando fui creciendo y vieron que se volvía algo serio, el talento se notaba y era un posible futuro que se podía ver en mí, y por eso me apoyaron aún más, tanto en la parte monetaria como en la parte anímica. Siempre eran los primeros que me apoyaban.

El equipo al que le debo toda esa experiencia es Slakesis, un club de Faca, ahí jugué hasta mis 17 o 18 años, empecé jugando como delantero de punta, pero a medida que fue pasando el tiempo me fueron variando hacia los extremos y, al final, cuando tenía más experiencia, jugaba como delantero 10, siempre estaba adelante en la cancha.

Estuve en torneos como la Liga Bogotá, Liga Cundinamarca, Torneo de las Américas, –que es un torneo internacional en Cali- Copa Samsung, creo que había otra que se llamaba copa Nokia, básicamente ligas y torneos que patrocinaban empresas internacionales.

Formé parte de la selección Cundinamarca de fútbol 3 años consecutivos, también estuve como invitado especial a entrenamientos con la Selección Colombia Sub 17 -ahí me dijeron que la razón por la que no continuaban conmigo era porque tenían un torneo cerca en Bolivia y el equipo ya estaba armado- eso se quedó en veremos.

Durante un tiempo pensé en rendirme porque tuve un accidente, fue durante un partido con la Selección Cundinamarca contra la Selección Colombia Sub 16, estaba jugando muy bien y pensé que era una gran oportunidad para que alguien importante viera mi talento, pero en una jugada en la que me barrí para quitar un balón, el guayo se quedó clavado en la tierra, y debido al el césped alto, todo mi cuerpo siguió hacia adelante excepto mi pierna izquierda, la rótula de mi rodilla se luxó y los médicos me dijeron que era muy probable que no pudiera volver a jugar.

Luego de la lesión tuve la posibilidad de viajar a Europa, el primer lugar al que llegué fue Bélgica, prácticamente viajé con las uñas ya que tuve que aplazar mi carrera universitaria en segundo semestre y ahorrar para poder viajar.

En un principio me dijeron que no había ningún equipo interesado en mí. No me rendí, recalé en España, el país de mi equipo favorito: el FC Barcelona. Llegué allá y tuve vivir solo mientras que los compañeros con los que estaba se devolvieron para Colombia. En España al fin hubo un equipo que se interesó en cómo jugaba, se llama Agrupación Deportiva Parla, es de la tercera división de La Liga española.

Con ese club no se pudo concretar nada porque tenía que estar durante un periodo de prueba sin contrato y no pude hacer que me aceptaran el permiso de residencia, que era indispensable para permanecer en el país durante el periodo de prueba ya que no tenía contrato. A veces pienso que tal vez fue el destino o Dios el que no quiso que mi vida fuera el fútbol, creo que fui muy de malas con las oportunidades que tuve.

Cuando volví a Colombia estaba muy triste por lo cerca que había estado y porque al final, por cuestiones que se salían de mi control, no pude empezar a jugar como profesional. Sin embargo, no me rendí, intenté buscar equipos de Colombia que me contrataran ya con la experiencia de allá, pero me decían que ya estaba muy grande, que a los 19 años ya no les servía para empezar a jugar profesionalmente, y es verdad, en ese oficio la gente empieza desde los 14 o 15 años por tarde, entre más tiempo pasa, más difícil es que un club te compre.

También me decían que yo no era nadie, que me contrataban, pero tenía que estar recomendado por alguien de renombre, un poco de excusas que le bajan a uno el ánimo. Recuerdo una vez que fui a pruebas para entrar en la cantera del Atlético Nacional, muchos muchachos llegaron en tremendos carros, con los últimos botines, uniformes nuevos, y yo con mis guayos viejitos y un uniforme que ni original era. Algunos de ellos ni siquiera eran tan buenos como yo, pero eso no evitó que los aceptaran a ellos y a mí no. En este país se necesita mucha palanca para todo, y con el fútbol ni que se diga.

Apenas cumplí los 20 años fue cuándo me rendí, dejé de entrenar, empecé a tener una vida más sedentaria, comencé a salir más de fiesta, ahora bebo mucho más que antes, también fumo –algo que no hacía antes- pienso que me estoy desquitando de todo lo que no disfruté.

Creo que ya no estoy ni en el 50% de nivel físico que tenía antes, ahora me dedico a trabajar y estudiar, me alejé un poco del fútbol, ahora solo juego por diversión, es algo que nunca me va a dejar de gustar. Mi sueño actualmente es graduarme de Ingeniería Electrónica, conseguir un buen trabajo, casarme y tener hijos, aunque quién sabe, tal vez uno de ellos herede mi talento y a él, seguramente las oportunidades no se le van a ir.

| Nota del editor *

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