Aunque el catolicismo es una de las religiones con más seguidores en el mundo, en Estados Unidos hasta el pasado fin de semana, solo había pasado por la Casa Blanca un presidente católico, se trató de John F. Kennedy.
En 2021 llegará un nuevo inquilino con fe abiertamente católica quien, desde antes de ser electo como presidente, ya era criticado por sus contrastes entre religión y las causas que humanas que apoya. Joseph Robinette Biden Jr. (Más conocido como Joe Biden) ha salido al paso argumentando que, aunque se rige por sus convicciones, no pretende imponer su religión.
“Acepto la posición de mi iglesia con respecto a que la vida comienza en la concepción. Es el dictamen de la iglesia. Lo acepto en mi vida personal. Pero me niego a imponerla sobre otras personas igualmente devotas, cristianas, musulmanas y judías”, afirmó Biden durante una entrevista en el 2012.
Pero el mandatario electo es criticado por miembros de la comunidad católica y, en especial, por el cardenal Raymond Burke, por su apoyo a causas como el aborto. De hecho en 2019, a Biden no se le permitió comulgar en una iglesia católica en Carolina del Sur por su apoyo al derecho al aborto.
El padre Robert Morey, de la iglesia católica Saint Anthony de la ciudad Florence, le dijo al diario Florence Morning News que le había negado a Biden la comunión porque “cualquier figura pública que defienda el aborto se pone a sí misma fuera de la enseñanza de la Iglesia”.
En Colombia, Biden no ha sido ajeno al cuestionamiento de miembros del clero. Por ejemplo, el padre Fernando Cárdenas, miembro del Foyer de Charité en Cogua (Cundinamarca), movilizó una campaña en sus redes sociales personales para que al candidato estadounidense no se le presentara como un candidato-presidente católico, “un hombre a favor del aborto, contra la niñez y la familia nunca puede ser católico”, aseguró.
Ante la controversia por la religión del mandatario, UNIMINUTO Radio consultó consultó con expertos religiosos y políticos para exponer las diferencias, puntos en común y la incidencia de la religión en la democracia.
La religión de Joe Biden
Javier Vergaño, docente en ciencias políticas de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), cree que el dirigente político debe separar sus opiniones personales de las políticas, porque las decisiones que tome son para el pueblo, pero reconoce que de alguna manera Biden reflejará sus convicciones, percepciones y demás. “No está mal sacar a flote los conflictos que tenemos producto de la diversidad de lo que somos, en tanto sean tratados adecuadamente y se busquen escenarios de convivencia”, explica Vergaño.
En ese sentido el fray anglical, Adrián Henao, vocero de la Cofradía Sacerdotal San Pablo Apóstol, considera que nunca habrá un mandatario que cumpla con todas las convicciones de la población, por ello la política y la religión son dos temas que no deberían mezclarse porque generan animosidades en las personas. “Las personas fanáticas de la religión o de ideologías políticas, piensan con las emociones, no con la cabeza, y nos volvemos esclavos de nuestros sentimientos, actuando sin pensar en el futuro”, menciona Henao.
Cómo influye la vocación religiosa de un mandatario al gobernar
Vergaño dice que si bien los mandatarios tienen una vinculación religiosa, acorde con la de la mayoría de la población, la diversidad de personas en un mismo país hacen que un gobierno democrático responda a esa diversidad y no imponga creencias. “Debe haber un sistema político pensado desde la diversidad y la inclusión de todos los credos, respetando la libertad de culto y sin imponer una desde el Estado”, añade.
En contraposición, Henao opina que la religión incide en la política desde el gobierno del emperador Constantino, por eso se le dio la organización política y administrativa a la iglesia, y con el tiempo esos poderes se convirtieron en uno solo, pero aunque en la actualidad parecen estar separados, todavía se imponen doctrinas religiosas.
¿Qué es lo que importa de un presidente?
El párroco de la comunidad eudista, José Martínez, cree que para el caso de Colombia no hay problema de que el país sea gobernado por mandatarios de otras creencias, incluso si son ateos, en tanto trabajen con las instituciones desde la verdad, sin impunidad y a favor del pueblo. Y añade que a veces la iglesia cae en el error de ser “otro títere” de quienes atacan a la oposición por sus ideologías. “Hay una partida de sin vergüenzas que utilizan la fe del pueblo para su provecho y se gritan ser católicos, evangélicos o masones mientras les conviene”, afirma Martínez.
Por su parte, Henao enfatiza que todo presidente tiene que ser ante todo líder e imparcial, además reconocer que el mundo no es confesional, sino diverso y su gestión debe promover la equidad dentro de todos los sectores que conforman al país. “El presidente está para administrar, gestionar y proyectar el desarrollo de un país en general y no para sectores particulares. No puede administrar con el corazón sino con la cabeza”, expresó el vocero anglical.
Por su parte, Vergaño considera que le mandatario representa políticamente a sus habitantes, por lo que sus decisiones deben contar con un alto grado de legitimidad y aprobación social, que según él, “se logra a través de la escucha, el diálogo y la creación de políticas públicas a partir de la diversidad y los consensos”.
Sobre la religión católica y las afines
Martínez explica que el objetivo de la religión católica es que las personas tengan una experiencia de la paternidad de Dios y, como consecuencia, se sientan hermanos, por consiguiente la ley del antiguo testamento está resumida en el amor por Dios y el prójimo.
En vista de ello, enfatiza que los 10 mandamientos pueden ser utilizados por cualquiera, no solo los católicos, pero su aplicación en la política pueden llevar al fanatismo, ya que estos fueron aplicados en un contexto distinto, con una situación sociológica y política diferente a la actual. “No se pueden aplicar las concepciones católicas en una sociedad con pensamientos egoístas y de poder, que están atravesando por nuevas concepciones y redefiniciones modernas”.
Finalmente, Fray Henao no está de acuerdo con que se critique la inclinación religiosa de una persona, ni su forma de pensar, más bien invita a las personas a crear espacios que unan y no que separen para vivir en sociedad armónicamente. “De ninguna manera uno tiene que aprobar acciones que generen espacios de división y controversia, porque una persona no hace o piensa lo mismo que nosotros”.