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“Cuando toca, ni aunque te quites y cuando no te toca, ni aunque te pongas”: Refrán popular

Por:María Fernanda Muñoz Puerto

Luis Martínez, amigo de Albeiro comenta; “nosotros teníamos la costumbre de ir a trabajar juntos en el taxi, a veces nos turnábamos el volante, y esa madrugada, Albeiro era el que iba manejando y yo iba en el asiento del copiloto. Estábamos haciendo una carrera aproximadamente a las 4:00 de la mañana llevando a una abuela que recogimos en el centro, al Hospital de Kennedy, se suponía que era la última carrera que hacíamos, así que cuando la dejamos ya eran casi las 4:30 am; subimos el puente de la Primera de Mayo con Boyacá, allí había una pareja haciéndonos el pare, así que dijimos que, si era cerca, la hacíamos. Ellos dijeron que era para el Quiroga y como pasábamos por ahí, pues dijimos que sí; la mujer se hizo detrás de Albeiro y el hombre se hizo detrás de mí; nos fuimos conversando con ellos todo el camino.

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Cuando llegamos a la Alquería, Albeiro volteó a mano derecha y luego iba a voltear a mano izquierda para llegar al centro de la Alquería, pero ellos dijeron que no, que volteara a mano derecha, él lo hizo y luego volvieron a decir que a mano izquierda; me acuerdo que era una calle totalmente sola, en donde cabía un solo carro, en eso Albeiro dijo: ‘pero esto aquí es como una boca calle’, quiere decir, una calle cerrada en su totalidad; entonces ellos dijeron: ‘Sí, ahí adelante, déjenos en ese poste’. Cuando se detuvo el carro, nuestra pesadilla empezó”.

En ese poste había cuatro hombres aparentemente esperando a la pareja, Luis continúa relatando:

“Lo primero que la mujer hizo fue ponerle un revolver en la cabeza a Albeiro y nos dijo: ‘hasta aquí llegaron’, el hombre que iba con ella hizo lo mismo conmigo y me pasó a la parte de atrás del taxi para él hacerse adelante, apagar el carro y quitarle las llaves. Nosotros sabíamos qué nos esperaba; eran seis contra dos, así que la primera reacción de Albeiro fue decir: ´llévense lo que quieran, pero no me hagan nada que yo tengo dos niñas pequeñas’. Fue ahí cuando nos amarraron, nos vendaron los ojos, y nos metieron al baúl del carro; hoy en día sigo sin entender cómo hicieron, porque los dos somos grandes, no podíamos ni dar el más mínimo movimiento de lo apretados que quedamos”.

El carro anduvo con los taxistas dentro del baúl alrededor de una cuadra, hasta que se detuvo el carro: “escuché que uno de los hombres dijo: ‘sabe qué, pensándolo bien, tiren a uno allá en ese hueco y a el otro a ese otro lado, pero si alguno levanta la cabeza, péguenles un par de tiros’. Se bajaron, abrieron el baúl, uno me agarró del pecho y otro de los pies.

No sabía en donde nos habían tirado, tenía miedo y solo estaba a la expectativa de escuchar un tiro, pero cuando menos pensé escuché el carro arrancar a toda marcha; a Albeiro le había quedado mal tapado el ojo izquierdo, así que como pudo se arrastró hasta una casa que había cerca de puertas blancas, ahí vivían unos costeños que fueron testigos de todo el atraco, así que llamaron a la Policía, y justo cuando Albeiro estaba golpeando la puerta como podía con los pies, llegó la patrulla, nos soltaron y se radió el carro, es decir, se dan los datos del taxi a la Policía para poder encontrarlo, pero nunca apareció.

Después de que llegó la Policía, Albeiro y Luis fueron llevados a una Estación para poner la respectiva denuncia y, posteriormente, la Policía se encargó de llevarlos a la casa de cada uno, puesto que no tenían dinero “no nos dejaron ni una moneda de 50 pesos, se llevaron hasta nuestros documentos personales y una chaqueta de Albeiro, pero lo más importante fue que no nos pasó nada grave, gracias a Dios”.

Laura Puerto, ex esposa de Albeiro; “me acuerdo muy bien que a las 4:40 de esa mañana, estaba soñando que atracaban a Albeiro. Él normalmente llegaba de trabajar a las 5:30 am y cuando me levante fui a mirar su habitación y el no estaba, la cama estaba perfectamente tendida, me preocupé y más o menos a las 8:00 de la mañana me levanté y desperté a John, el hijo de Albeiro, le conté que él no había llegado a la casa; yo tenía un presentimiento muy feo, así que los dos lo empezamos a llamar al celular y entraba inmediatamente al buzón correo de voz, sin embargo seguíamos intentando”.

Aproximadamente a las 10:00 de la mañana Albeiro llama a Laura para contarle dónde estaba y qué había pasado: “el me llamó y me dijo que estaba en la sexta poniendo un denuncio porque lo habían atracado. Apenas supe eso, nos fuimos para allá, pero ya no estaba, al rato él llegó a la casa, nos contó todo lo que le había pasado, nos dijo que le habían amarrado los cordones de los zapatos, y como por ahí dicen que, por lo general, a las personas que están robando se les amarran los cordones de los zapatos para matarlos, inmediatamente le dimos gracias a Dios porque él estaba sano y salvo. Después de contarnos toda esa pesadilla, abrazó a nuestras dos hijas y se puso a llorar, él dijo que Dios le había dado otra oportunidad para vivir y que mientras sucedía el atraco, pensó en Minfa, la hermana que recién había fallecido, él dijo: ‘yo pensé en mi ojona, ella fue la que me cuidó’.

Jhon Muñoz, hijo de Albeiro; “Yo estaba en la casa cuando Laura me despertó y me dijo que mi papá no había llegado a la casa, así que lo empezamos a llamar desesperadamente y mi papá no aparecía por ninguna parte, por obvias razones cada vez estábamos más preocupados, hasta que por fin se comunicó con nosotros y nos dijo que estaba en la sexta porque lo habían atracado, pero que lo más importante era que estaba bien.

Cuando lo vimos nos volvió el alma al cuerpo, sentimos tranquilidad, nos abrazamos y él se puso a llorar, nos dijo que sentía que era otra oportunidad que le había dado Dios para criar a sus hijas pequeñas, nos dijo que iba a empezar de cero, que la forma en la que lo habían amarrado era para que lo hubieran matado, porque lo amarraron con cordones negros, dijo que pensaba que estaba vivo porque le imploraba a los ladrones que lo dejaran vivir, pues tenía dos niñas pequeñas. Luego de eso él se puso a tomar y no paraba de repetir que era otra oportunidad que la vida le había dado”.

| Nota del editor *

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