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De caída en caída

Manuel asumía su papel de policía sin importar lo que le pasara. En 1989 llega a Medellín, tal vez, el peor lugar para ser policía por causa del narcotráfico.

Por: Santiago López Ortega

Manuel, un hombre de 53 años nacido en Ciénaga, Magdalena, mide 1,66, moreno, parece una persona seria y gruñona ya que siempre que va caminando, en su rostro se marca un ceño fruncido, pero en el mismo instante en que lo saludas, rápidamente el ceño fruncido se convierte en una sonrisa sincera, te saluda con alegría, aunque haya tenido un mal día y si es así dirá que estará ocupado y se ira rápido, si no rápidamente querrá conversar, te hará alguna broma o chiste y seguirá su camino.

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Fanático del boxeo y las luchas, le encantan las películas de Rocky, se sabe todas las escenas de lucha de esta película con sus respectivos diálogos, por la cantidad de veces que se ha visto esta saga; su vida también parece una pelea de boxeo, llena de fuertes golpes, caídas, pero lo más importante, no se rinde y siempre se levanta.

Desde niño él quería ser policía y nadie le podía quitar esa idea de la cabeza, en 1988, a sus 20 años, decidió prestar servicio en la policía, su madre Sandra, trató de mandarlo a estudiar cualquier cosa, algo que a ninguno de sus 3 hermanos se les brindó, pues prefería eso a que fuera policía.

Él como siempre muy decidido escogió seguir su sueño, empezó siendo policía en Santa Marta, donde, aunque era una época azotada por la violencia, no había mucho ajetreo, pero cuando debía arriesgarse por ayudar a otros lo hacía sin titubear; fue muy querido en los sectores en donde prestó servicio, su hermana menciona que le decían el “todero”, porque para cualquier cosa que lo necesitaban, ya sea para ganarse algún dinero extra o ayudar, él estaba para todo.

En Santa Marta se ganó un pequeño título como héroe que no le quedaba pequeño ya que como un gran acto intrépido y peliculesco, entró en una casa que estaba en llamas a salvar a un niño que se había quedado atrapado, salvándole la vida. Asumía su papel de policía sin importar lo que le pasara. En 1989 llega a Medellín tal vez el peor lugar para ser policía por causa del narcotráfico.

En sus primeros meses en Medellín, en una persecución a un ladrón, recibe un balazo que entra por su boca rompiéndole algunos dientes y sale por su oreja, milagrosamente el tiro no lo hirió de muerte, tampoco le dejó algún tipo de daño que lo afectara para seguir con su preciado oficio. En 1990 el alza del narcotráfico y la caza de policías por parte de Pablo Escobar llevaron a Manuel a sus peores momentos. En una mañana llegaron 4 personas en moto que empezaron a disparar a una pequeña Estación de Policías donde Fabio estaba haciendo su recorrido como parrillero junto con otro compañero; en el tiroteo vería cómo su colega y amigo recibía un disparo que atravesaría el casco. Después de eso, los ataques contra la policía se hacían cada vez más constantes, cada semana que pasaba había alguien muerto.

Manuel no pudo dormir durante varios días, en ese momento recurrió a las drogas para refugiarse, su hermana Bibiana menciona que unos compañeros fueron los primeros en ofrecerle, no se sabe qué droga, él no menciona mucho al respecto, pero dice que ayudó un poco en los momentos duros.

En el 2000 dejó de ser policía por una limpieza que estaban haciendo dentro de los cuarteles, por la gran cantidad de policías corruptos en esta época y cualquier error que se ocasionará, sería motivo de ser despedido, lastimosamente Manuel empezó a ser más desorganizado y descuidado, y en una revisión se da cuenta que perdió un revolver, esto ocasiona que lo despidan. Por sus años en la labor, le dan una gran cantidad de dinero, él se lo da a guardar a su hermana, la persona en la que más confía, porque él sabía que en sus manos esa plata desaparecería en las drogas.

En el 2001 logra formar una familia con una mujer llamada Marta, tuvo un hijo al que le puso Jesús David y se fueron a vivir a Soacha; en sus primeros meses viviendo juntos con su esposa empezó a dejar la droga, le pidió a su hermana el dinero que le mandó aguardar para montar un restaurante; al negocio no le iba bien pero tampoco mal, Manuel se asoció con Andrés, un amigo de él, para mejorar las ventas en el negocio, pero el “socio” aprovechó un descuido para robarle las cosas que tenía en el restaurante, dejándolo solamente con unas cuantas mesas y sillas.

En ese momento sufrió una recaída, llegó a su casa drogado y en una discusión golpea a su esposa, Bibiana al saber lo ocurrido llega al otro día, convence a Marta para que no lo demande con la excusa que lo iban a enviar a rehabilitación. Fabio todavía aturdido, no sabía qué estaba pasando, solo sabía que la había embarrado, tal vez por vergüenza o por otras razones no volvió a ver a su esposa ni a su hijo.

Apenas salió de la casa, lo llevaron a un sitio para rehabilitarlo, su hermana y él no recuerdan el nombre del centro de rehabilitación, duró un año en ese lugar y en el 2002 convenció a su hermana de que ya estaba sano, ella confió en él, le encontró un trabajo como vigilante en Bogotá, él por su parte, trató de mejorar, o eso parecía, no mostraba síntomas que estuviera consumiendo algún tipo de droga, así duró algunos años, Bibiana mantenía comunicación con él pero se veían poco

En el 2006 Bibiana fue a visitar a Fabio a su apartamento, pero él no estaba ahí, ni siquiera seguía viviendo en ese lugar, el dueño del apartamento le dijo que él llegaba muy mal a la casa y hace más de una semana se fue y no volvió.

Después de unos días, Manuel llamó a su hermana, ya no tenía nada, había vivido en el Bronx, en un pequeño cuarto lleno de gente acabada por la droga, estaba flaco, pálido, había tocado fondo. Bibiana le tendió otra vez la mano, lo ayudó, no podía costear otra rehabilitación y el dinero que le había quedado a Manuel por sus años en la policía, ella se lo dio a la exesposa; le dio una habitación en su casa y le dio trabajo, cuidar a sus 3 hijos. Todo iba bien, era un muy buen tutor, cuando estaban tristes los alegraba con sus ocurrentes chistes, les ayudaba con sus tareas y los llevaba y recogía del colegio, pero en el 2014 sufrió otra recaída, volvió a perderse durante una semana, su destino fue el mismo cuarto en el Bronx. Cuando volvió sus maletas estaban listas, ya no lo aceptarían en la casa, en ese momento la sonrisa que lo caracterizó ya no existía, su boca parecía que todavía estuviera adormecida ya que no podía articular una frase completa.

Su hermana movió cielo y tierra para conseguir dinero y llevarlo a la fundación de rehabilitación “Rompiendo Cadenas”, de este se acuerdan bien porque en el 2017 fue noticia, pues el director y dueño de este lugar le hicieron una investigación por estafas y falsa publicidad de esta fundación. Después de estar año y medio en este centro de rehabilitación, Manuel se escapa y llega a la casa de su hermana pidiéndole perdón y rogando que le diera otra oportunidad, no soportaba la soledad que sentía en ese lugar, alejado de lo poco que le quedaba.

Después de varios años, Manuel parece sano, recuperó su color moreno, aumentó de peso, su sentido del humor y alegría todavía son parte de su personalidad, trabaja en un Sauna médico haciendo de todo, pero ganando apenas para poder pasar el día a día.

| Nota del editor *

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