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Doña Juana,“La Mala Vecina”

Doña Juana ha sido por más de 30 años una vecina incómoda para las comunidades del sur de Bogotá, Usme y Ciudad Bolívar, particularmente los barrios Mochuelo Alto y Bajo.

En esta ciudad donde abunda el caos, la contaminación, la  construcción urbanística desmedida y un sin número de problemas ambientales, contamos con una pésima vecina que huele mal y se ha instalado para quedarse por muchos años, hablo de Doña Juana; el botadero que ha causado problemas de salud a las poblaciones del sur de ciudad.


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Pero, cómo no ser un foco de insalubridad sí diariamente recibe 6.200 toneladas de basura, las cuales provienen de la ciudad y de 7 municipios aledaños. En consecuencia, al año recibe alrededor de 700 mil toneladas de basura, una cifra que a más de uno sorprende.

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Sin embargo, lo que más afecta a la comunidad son los gases y lixiviados (desechos arrojados por las basuras, los cuales son altamente tóxicos) lo que genera fuertes problemas de salud y segregación a las familias que allí han vivido. Aparte de las familias que rodean el botadero, otro gran afectado, es el río Tunjuelo, porque allí desembocan todos estos desechos.

Pese a todo lo que se ha dicho anteriormente, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, insiste en ampliar este botadero, afirmando que todo está bajo control y que no existe contaminación en las localidades de Usme y Ciudad Bolívar. Claro está, olvidando lo ocurrido en 1997, cuando un derrumbe de basuras causó una explosión afectando a 4 localidades.

Para entender sobre lo que ocurre con este botadero, Voces en Movimiento invitó a Wilmer Albornoz, integrante de “Párese Duro Por la Ciudad”, quien nos contó sobre las diferentes movilizaciones que ha hecho el sur de la ciudad como la marcha del 27 de septiembre de 2017, Paro Cívico desde el Sur”, para rechazar un proyecto de ciudad construido históricamente y que ha desencadenado múltiples consecuencias ambientales, sociales y de violación de derechos humanos, aumentando las inequidades y desconociendo las comunidades que lo habitan.

Finalizando, Wilmer recalcó que la ampliación del botadero es una bomba de tiempo; el terreno donde se construirá es inestable y afectará en mayores proporciones a los habitantes de barrios Mochuelo Alto y Bajo.



| Nota del editor *

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