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Don’t look up: Una sátira apocalíptica

Una película refrescante con una clara crítica hacia la sociedad de consumo de la cual todos hacemos parte.

Por: Daniel Rojas Chía

En la aparente ausencia del tiempo, como se percibía hace apenas dos años, la pandemia agudizó ciertas características de la sociedad y del ser humano, logrando que se involucren aún más en el infinito de las redes sociales y en el consumo masivo y continuo de imágenes que convierten a la realidad en algo que pareciera, se puede moldear.

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Gracias a todos estos cuestionamientos desde y hacía una sociedad que, aparentemente, se reduce a pantallas brillantes, el estadounidense Adam McKay propone una comedia apocalíptica llena de satira y un alto contenido de humor negro que sorprende con un sólido guion y un contundente mensaje a una sociedad que se cree sus propias mentiras para no afrontar cosas que son inminentes.

Netflix supo esperar pacientemente el lanzamiento de lo que parece ser su mejor película de este año, al lado de The power of the dog de Jane Campion, para poder competir firmemente por algún premio Oscar.

Luego de las taquilleras No way home y Matrix Resurrections, la plataforma de streaming supo esperar para que se disipara la atención mediática y lanzó en paralelo la cinta en la plataforma y en salas de cine.

Don’t look up nos cuenta la historia de dos astrónomos. Uno es el Dr Randall Mindy  (Leonardo DiCaprio) y la estudiante de maestría Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) los cuales descubren que, a pocos meses, un meteorito destruirá la tierra. Desde ese momento deberán advertir a la humanidad, a través de los medios de comunicación, el peligro que se avecina.

La cinta, desde su inicio, propone una comedia llena de sátira y críticas por doquier sin dejar nada guardado, en especial a todo el sistema político resultadista y poco consciente de la humanidad como es el de los Estados Unidos. Se refiere a una crítica hacia ese sistema global tan defectuoso, corrupto y egoísta, sólo que dentro de las ironías de la mentalidad estadounidense de querer siempre salvar a la humanidad en las películas, construye una elaborada ridiculización de ese patriotismo desmedido el cual es tan importante en las campañas políticas.

Es muy llamativo todas las estrellas de cine de Hollywood que se sumaron a este proyecto. Además de los dos reconocidos personajes que se nombraron antes, se puede ver a la maravillosa Meryl Streep en uno de los papeles más “ácidos” de su carrera, pero con una apropiación del personaje.  

También encontramos a un Jonah Hill contundente, logrando una gran recordación y una Cate Blanchett maravillosa que no puede dejar más en evidencia la manipulación de los medios de comunicación y de cómo aligeran o evitan simplemente la información que no conviene a las grandes fuerzas económicas.

No se puede olvidar a un Timothée Chalamet (Yule) que está en lo más alto de Hollywood en este momento gracias a éxitos como Dune o The French Dispatch de este 2021. 

Puede que por momentos y en su dos horas y veinticinco minutos de duración de la película (lo cual ya parece un estándar de tiempo para las películas) se sienta un poco la extensión del largometraje, pero afortunadamente su dirección le da un ritmo ágil y, sin necesidad de puntos de giros abruptos, logra la atención del espectador, construyendo una historia que abarca muchos puntos débiles de la humanidad y, como esta misma, se niega a creer y a tener conciencia de las catástrofes que están aquí, ahora.

Don’t look up propone una visión irónica del mundo pero que mientras avanza, esta sátira se convierte en preocupación y en profundos cuestionamientos hacia lo que consume cada uno y cómo estos grandes conglomerados económicos solo buscan enriquecerse aún más logrando estar, inclusive, con un mayor poder de decisión que un gobierno.

También se hace evidente que exista ese universo de las mentiras, tantas veces nombradas hasta que se convierten en algo verdadero en las redes y en lo que parece ser ahora, el manejo de la verdad en el mundo con una sociedad que se acostumbró a que le dijeran todo el tiempo qué pensar y a dónde mirar como, por ejemplo: no mire hacia arriba.

Una propuesta fresca y necesaria con un muy buen final, en una cartelera post-pandémica llena de irrealidad que no exactamente brilla por su calidad narrativa y que le da visos diferentes a una parrilla que, en ocasiones, también se siente con mucho “relleno” como lo es Netflix últimamente.

Siéntese, relájese y vea un posible fin del mundo que parece estar más cerca de lo que parece. 

| Nota del editor *

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