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Dulce entre montañas

El campesino que con la frente en alto y sacando pecho se mantiene. “Es por esto que los paneleros somos todos, el que se ha criado comiendo melcocha, un pueblo que entre dulce y dulce creció”.

Por: Nataly Olaya Cifuentes, Brenda Patiño Castrillón, Dewin Vladimir Guzmán Ardila

Todas las montañas que rodean a Útica, Cundinamarca siempre han estado cubiertas de caña de azúcar, que es abundante por todas partes. Nunca ha existido una mañana en los campos donde el motor del trapiche no se sienta, desde las 5:00 am hasta que se acabe el día y en algunas ocasiones hasta medianoche. Siempre se ven las bestias bajando con su carga en el lomo, con sus patas más fuertes que nunca, al igual que el campesino que es capaz de soportar el sol del todo el día

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mientras está cortando caña que está cubierta de pelos que se vuelven insoportables. Algunos escuchan la radio; otros conversan con el perro que siempre los acompaña, amigos fieles que mientras están echados en algún monte, agitados por las fuertes temperaturas que han llegado a superar los 38°C, escuchan a su amo, son el uno para el otro, una dulce compañía.

El que está metiendo la caña al trapiche con todas sus fuerzas; los que están en las fondas sudando y ardientes en calor; el que mete el bagazo a la hornilla; el que está gavieriando, espantando a las abejas que son atraídas por el dulce. Todos poniendo lo mejor de sí mismos, además la señora de la cocina que mientras cuida a los tres o cuatro hijos que tiene, cocina un menú especial para todos los trabajadores y que por cierto le queda exquisito al prepararlo en un fogón de leña, pocos se han dado gustos de probar esto y la infinidad de trabajos más que suelen realizar a la hora de hacer una molienda.

El campesino que suele decir; “la panela es sabrosa, por eso todos han tomado su aguapanelita por la mañana o la limonada endulzada con miel, el quesito con panela, ¡Una delicia!, y la infinidad de dulces que preparan con ella, como el miriñaque. Hasta la cerveza se puede preparar de este producto tan grandioso y que no quede atrás la cantidad de exfoliantes y mascarillas para la piel que se pueden realizar, una belleza todo”. Todos los esfuerzos valen la pena, cuando se sabe qué tan satisfactorio puede ser el crear un producto tan maravilloso y natural.

Todos fuertes, que trabajan de sol a sol para ganarse su sustento, pero sobre todo para tener un producto de calidad al finalizar la semana, sin químico alguno pero lo más importante que es hecho con amor.

El campesino que con la frente en alto y sacando pecho se mantiene. “Es por esto que los paneleros somos todos, el que se ha criado comiendo melcocha, un pueblo que entre dulce y dulce creció”. Palabras sabias y lo que demuestra que un pueblo unido, hace personas invencibles.

No siempre es suficiente, todo esto que luchan estos campesinos se ve opacado, si bien antes miles de campesinos podían llevar el pan a la mesa, hoy en día se ve oprimido por una solicitud hecha por Jorge Enrique Gonzáles Ulloa de patentar la panela, donde se busca un método para procesar la caña de azúcar totalmente diferente al que manejan los campesinos, es decir que extraen el jugo de la caña que preserva el policosanol, de esta manera buscarán obtener jugos o endulzantes para venderlos en las grandes industrias. Un tema que ha generado discordia y muchas discusiones en el gremio panelero y en todas las grandes asociaciones.

Los pequeños productores hoy en día sufren por el bajo precio que se le brinda, aun siendo un producto que tiene mucho provecho por las derivaciones que tiene y por ser tan natural. En algunas oportunidades no se alcanzan a suplir los gastos de toda la semana y de los jornales de todos los campesinos que trabajaron en la molienda. A pesar de esto nadie se rinde, todos siempre en pie trabajando en este quehacer tan especial. Por otro lado, el gobierno le ha dado golpes bajos con las importaciones, los intereses altos y al mismo tiempo con olvido.

Para los campesinos no ha sido fácil el tema, así como ellos día a día elaboran su panela sin descanso, también les toca luchar para que no se adueñen de su trabajo. Un ingeniero frío, calculador y sobre todo astuto, que pensando en el beneficio propio y de las grandes industrias presentó dicha propuesta de patente, sin tener en cuenta los miles de familias que viven de esta producción. Como se sabe los campesinos no conocen la palabra rendirse, son arraigados a sus creencias, pero sobre todo a su trabajo y no iban a permitir que se lo arrebataran así de fácil. Presentaron un absoluto rechazo, no querían que alguien en un abrir y cerrar de ojos les quitaran todos sus esfuerzos, su dedicación y su amor con el que ellos hacen su trabajo.

Por eso todos juntando esfuerzos estaban dispuestos a defender su patrimonio, su tradición y sobre todo su raza, para no permitir la patente de este producto que por beneficio propio de los de arriba querían concluir con esto. No están dispuestos a callar, pero sí dispuestos a luchar. Gracias a todo el rechazo e indignación y a lucha de muchos colombianos, también a Fedepanela (Federación Nacional de Productores de Panela) y a muchos gremios más, la patente se vino al piso, una noticia que celebraron todos, de esta manera podrán seguir trabajando satisfactoriamente.

Colombia un país que muchos no saben lo que esconde en las lejanías y detrás de muchas montañas, es ahí donde está el campesino con sus esposas que son trabajadoras y verracas, con sus hijos que los crían enseñándoles la producción de la panela, inculcándoles valores y principios. Una vida que es digna, donde tienen el placer de respirar aire puro todos los días, donde saben que no faltará el pan de cada día, porque trabajan sin descanso para sostenerse.

Se les ve reflejada una sonrisa por sus esfuerzos, están dispuestos a cada día perfeccionar su trabajo y asimismo producir más. Hasta el momento esta realidad ha funcionado de maravilla y muchos dan fe de eso. Aunque la vida en el campo no es sencilla y se encuentran más de una piedra en el camino, su trabajo resuena más allá de cualquier obstáculo.

En las veredas que se escoden entre tantas montañas, nos enseña muchos secretos de la tierra, nos enseñan valores, principios y a ser echados para adelante y a ponerle pecho a ese maravilloso trabajo que es ser ¡Campesino Panelero!.

| Nota del editor *

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