Norma Leidy Ramírez Cárdenas licenciada en Biología de la Universidad Nacional, prefiere presentarse como mamá, mujer y profesora de biología del Colegio la Victoria en la jornada de la mañana, a diario piensa cual es su lugar en la ciudad, y que puede lograr con sus estudiantes, pues para ella, el educar con el ejemplo es fundamental, le fascina hablar del campo y la vida y es por ello que se ve como la profesora de la vida. Desde hace 5 años viene trabajando con huertas en el colegio la Victoria la cual le ha permitido desarrollar procesos de educación inclusiva e integraciones comunitarias.
Al iniciar este año, la profesora Norma abre e inaugura la primer Aula Ambiental con una siembra de hortalizas que involucra a toda la comunidad educativa del colegio la Victoria; el Aula Ambiental está pensada como ese espacio distinto a un salón de clase, en el cual se puede tener la experiencia y conexión con la naturaleza; así mismo, ella viene desarrollando otro proyecto distrital en la localidad de San Cristóbal por medio de un colectivo de 34 instituciones que se dedican a pensar y trabajar por el ambiente, ello permitió que se conozca el nodo ambiental del Triangulo y el Corinto primer Eco Barrio de la ciudad que convive con el cerro posibilitando pensar otra forma de ciudadanía ya que esto implica considerarse parte del cerro y no como dueño de ese territorio.
Para ella, esta nueva forma de construir ciudadanía, implica el no daño con el ambiente y con todo lo que en el se encuentra, es un educarse constante en donde el yo está presente con el ambiente, relación que permite pensarnos como especie producto de la naturaleza, y no como elaboración de la economía, lo social, o de jerarquías que hacen entender que ciudadanía es vivir en la ciudad, contario de ello, Norma considera que somos parte de un sistema que debe fluir entorno a la naturaleza y ella hacia nosotros, idea que confluye con el pensamiento de Edward Abbey, pues “La naturaleza no es un lujo, sino una necesidad del espíritu humano, tan vital como el agua o el buen pan”.
Asimismo, esa manera de dar sentido a la naturaleza se encuentra en esa estrecha conexión de los ancestros con la naturaleza, de ahí que todos puedan entender que el territorio es de todos y para todos y cuyo fin no es no es económico, sino el de la vida, finalmente, educar a un futuro ciudadano desde esta manera de ver el mundo implica una postura personal y una reflexión por el ejemplo de las acciones que tengo con los que me rodean, la invitación es al cuidado de uno mismo y del planeta, y esto se logra desde nuestro cuerpo que es territorio.