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El anhelado regreso

Una tarde en Samaniego que transcurría con tranquilidad, terminó en una lucha contra la rebeldía de este frío país.

Por: Alejandra Cañón, Andrea Bernal, Gabriela Vargas

Arturo y sus compañeros de trabajo iban conduciendo hacia un lugar bastante peculiar en Pasto, Nariño, cuando fueron abordados por miembros del ELN, quienes empezaron con una conversación muy normal preguntando “¿Para dónde se dirigen?” Ellos, con total tranquilidad, les respondieron que iban en busca de un área para colocar una antena de transmisión; estos personajes decidieron retener el automóvil en el que se transportaban y en ese momento les manifestaron que todos quedaban privados de su libertad por temas de seguridad del territorio en el que se encontraban.

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En lo que menos se pensaba

El sábado 4 de marzo de 2006, empleados de una empresa de Telecomunicaciones salieron de la ciudad de Popayán en una camioneta Chevrolet rodeo de color blanco modelo 2000 a la que llamaban La ambulancia. En ella iban los señores Arturo Cañón, un hombre nacido en la ciudad de Bogotá, de estatura baja, pelinegro, con bigote, delgado, de piel blanca, quien se desempeñaba como conductor. Jorge Cepeda (Ingeniero electrónico) de estatura alta, pelinegro, de piel morena. José David Méndez (Ingeniero civil) bajito, de piel blanca y delgado. Ellos iban rumbo a Samaniego, Nariño. Arturo tenía bastante experiencia para poder llegar a su destino, porque ya había transitado esta ruta en varias ocasiones. A eso del mediodía llegaron al municipio de Samaniego. Arturo describe este territorio como un lugar montañoso; además, cuenta que en esa época era un pueblo en donde se evidenciaba desorden público debido a que allí producían la hoja de coca.

Como todo conductor, Arturo manejaba el automóvil a 60 km/H. Cuando se acercaba a Samaniego, salieron 2 muchachos, altos, de piel morena, delgados, detuvieron el carro y les preguntaron a estos empleados para dónde iban, a lo que ellos respondieron que iban a hacer una identificación del área para poder montar una antena de transmisión. Acto seguido, uno de los jóvenes le dijo al conductor que se estacionara detrás de una camioneta Grand Cherokee de color negro. De allí, el otro joven recibió instrucciones del que, aparentemente, era un comandante. Uno de los jóvenes le dijo a Arturo: “Compa, vamos a coger aquí para arriba, necesito que no le pare a nadie, ni que voltee a mirar a nadie, ni que le diga a nadie absolutamente nada” a lo que Arturo respondió: “Mire, por esta carretera no podemos andar rápido porque el carro es bastante fuerte y el camino es bastante feo, delicado, muy rizado, entonces nos podemos accidentar, debemos subir a una velocidad de 20km” Jorge y José no decían absolutamente nada e iban ubicados en la parte de atrás de la camioneta, mientras que Arturo iba conduciendo y de copiloto tenía a uno de los jóvenes que habían retenido la camioneta. Este joven, al ver que Arturo intentaba hacer una maniobra para explicarle que no se podía andar rápido en aquella carretera, sacó un arma e hizo un disparo al aire por la ventana tratando de intimidar al conductor y a sus compañeros.

Alrededor de las 6pm, el joven guerrillero le indicó al conductor: “Pare aquí”. Era una gallera donde se encontraban muchas personas escuchando música y consumiendo licor.  Más o menos 20 minutos más tarde, Arturo empezó a sentirse angustiado y desesperado. Pensaba que la situación en la que se encontraban ya no era normal. A eso de las 7pm, siguieron conduciendo hasta encontrar otro lugar.

Una noche de angustia

Cuando eran aproximadamente las 8 de la noche, llegaron a la casa de una familia humilde del sector, integrada por 2 niñas menores de edad, la mamá, el papá y otro hijo adolescente; el joven guerrillero le dice a la señora de la casa “Ármeles cama por esta noche” a lo que ella respondió: “No tengo donde acostarlos ni nada, solo está la cama de las niñas y la de nosotros”. El joven le dijo en un tono brusco: “Póngales cobijas, o acuéstelos en donde sea”. Aquella noche era más fría de lo normal, pues los lograron acomodar en el piso con un par de cobijas. Esa misma noche a eso de las 10pm, uno de los guerrilleros entra en la casa y llama a Jorge y le dice: “Venga usted conmigo” allí Arturo le preguntó: “¿Para dónde se lo llevan o qué?” a lo que el guerrillero responde: “No tranquilo, ahorita vengo”, allí no se supo más de Jorge. Al siguiente día, a las 10 de la mañana salieron a seguir caminando y a lo lejos se veía que venía un hombre armado y con un radio, él les dijo: “Ya nos vamos”. Después de haber caminado durante 20 minutos, Arturo y José ven a Jorge y se percatan que está lleno de barro de pies a cabeza, además se dan cuenta de que sus pertenencias como lo eran su ropa, sus papeles, sus celulares y sus herramientas de trabajo estaban en el piso dando a entender que los habían esculcado. Uno de los comandantes encuentra revistas, periódicos, cámaras fotográficas, celulares, mapas y una considerable cantidad de dinero en las maletas de José, Arturo y Jorge, el comandante les pregunta: “¿Ustedes son petroleros o por qué tienen todo esto?” A lo que Arturo responde: “Yo soy el que transporta al ingeniero Jorge y a José, ellos son los encargados de estudiar el área en donde se va a instalar la antena de comunicación”. 

La trágica noticia

El viernes 24 de marzo de 2006, Camilo, un sobrino de Arturo, se entera por medio de un Ingeniero que trabajaba en la empresa de Telecomunicaciones que Arturo, su tío, estaba secuestrado. Al momento de recibir esta noticia, Camilo se dirige rápidamente a informarle a Celia (esposa de Arturo) lo que estaba sucediendo, golpea de manera insistente en aquella casa, Celia, una señora de piel morena, de estatura baja, con cabello corto, crespo de color café, pregunta: “¿Quién es?”. “Soy yo Celia, por favor ábrame rápido la puerta” agrega Camilo. Al momento en que Celia abre la puerta, nota a Camilo asustado, tembloroso y muy nervioso, Celia le dice: “¿Qué le pasa Camilo? Cuénteme ” ¡Celina, a mi padrino lo tienen secuestrado! grita Camilo entre lágrimas y angustia. Celia entra en un estado de shock y con la cabeza empieza a darle golpes a la pared. Por otra parte, María, una señora de 80 años, de estatura baja, cabello blanco y largo, de piel blanca, además con problemas cardíacos y mamá de Arturo empieza a preguntar por él y su angustia, al no tener razón alguna, crece cada día más. 

¿Y ahora qué?

Montados en un camión, amarrados de una mano, sin saber ya dónde estaban y sin noción alguna del tiempo, Arturo y sus compañeros, en compañía de los guerrilleros iban en busca de otro caserío, era el lugar donde iban a estar por algún tiempo. Hammer, uno de los comandantes del lugar en donde se encontraban, ordenó que les dieran de comer y al instante por medio del radio, le comunica a Elías: “Venga que le tengo 3 personajes de alto cilindraje”. Después de caminar durante media hora, Hammer llevó a Arturo y a sus compañeros a un rancho donde se veían mujeres y hombres adolescentes con camuflaje y armados, allí se quedaron durante una semana. A la semana siguiente, desde las 7am, el comandante Hammer, en compañía de Arturo y sus compañeros, caminaron hasta llegar al lugar donde se encontraba la estatua del Divino Niño, desde este momento Jorge, Arturo y José iban con un escolta, a eso del mediodía llegaron a otro caserío y allí Arturo le indica a Hammer: “Ey compa, necesito ir al baño” a lo que Hammer responde: “Claro, vaya con su escolta”. El baño era una zona llena de árboles y barro, estaba ubicado en el monte, a unos cuantos metros del caserío en donde estaban. En horas de la tarde, se dirigieron hacía una escuelita donde se encontraban niños pequeños, profesores y uno que otro encargado del territorio, allí Arturo le pide el favor a uno de los comandantes que si había la posibilidad de poderse bañar ya que llevaban varios días caminando. Después de que se acabara la jornada estudiantil y de que los niños salieran de la escuela, Gloria, una señora robusta, de cabello corto, pelicastaña, de ojos claros y Leidy, una señorita alta, pelinegra, de tez morena proceden a repartir comida en un par de plásticos y ollas ya que habían recibido instrucciones del comandante Hammer. 

 La gallina turuleca

Roberto, alías Paco un señor paisa, alto, calvo, de piel blanca, campesino de la zona y comandante del territorio, acompañó durante 3 horas a Arturo y a su equipo de trabajo hacía una pequeña casa en el monte. Allí, cerca al mar y al Océano Pacífico, Roberto dió instrucciones a su gente para cocinar y que todos pudieran comer, durante el camino, Diego agarró 2 gallinas y sin temor alguno, cogió su machete y les quitó la cabeza. Arturo y sus compañeros quedaron impresionados al ver este macabro acto. Hammer y Roberto eran los encargados del grupo financiero del ELN que eran los que tenían retenidos a Jorge, Arturo y José, los comandantes tenían horarios establecidos para las comidas; a las 6am les daban tinto con galletas, a las 8 am el desayuno que constaba de chocolate y huevos, a la 1pm el almuerzo que traía garbanzos o fríjoles o lentejas con huevo, pollo o pescado.

¿Miércoles, jueves o …?

 Iban en fila india, en un camino lleno de barro y bastante inclinado, Hammer, Roberto, Jorge, Arturo, José David y unos cuantos más jóvenes guerrilleros llegan días después de la retención a una casa a las 2pm, aquella casa estaba en construcción, de allí recogen algunas tablas y tejas para poder armar una posible cama y para cocinar. Después de caminar varias horas por una zona bastante estrecha, llegaron a una casa grande, llena de animales como caballos, loros, perros y gallinas. Hammer y Roberto organizaron un esquema de seguridad en esta casa, pues eran muy cuidadosos en que los campesinos y la demás gente del territorio no se dieran cuenta de las retenciones que ellos realizaban.

¿Secuestrados por error?

Arturo era el que más tenía confianza con Hammer, este le dice a Arturo: “Mis pupilos me dijeron que ustedes eran petroleros multimillonarios, yo tengo que estar pendiente de mi zona y de las 400 personas que tengo a cargo y por estar pendiente de ustedes no he podido trabajar como se debe” a lo que Arturo le responde: “comandante ¿entonces nosotros qué hacemos acá?” Hammer le dice: “Ahora viene mi cúpula, van a hablar con ustedes y a pedirles disculpas porque hubo un error al momento de su retención”. 

La anhelada llamada

Se encontraban en un lugar bastante despejado, en un caserío abandonado y donde la señal era muy débil. Una joven guerrillera era la encargada de manejar el radio y el montaje de una especie de antena para que el comandante se pudiera comunicar y para que las personas se pudieran contactar con sus familias. Hammer reúne a Arturo y a sus compañeros y les informa: “Tienen que estar pendientes porque vamos a hablar con un familiar de ustedes”. Días después, Arturo logró comunicarse con Celia, su esposa, solo pudieron cruzar un par de palabras debido a que la señal en aquel sitio no era tan buena.

El recorrido esperado

La esperanza de volver que tenían Arturo, Jorge y José, vaciló unos días, noches en las que entre sí debían darse un consejo de apoyo y de fuerza por que claramente la frustración de no saber cuándo podrían recuperar su libertad los llevaba a la desesperación. En el momento en que supieron que serían libres, se llenaron de emoción. Arturo, Jorge y José tuvieron que devolver por todos los caminos, galleras, chozas y ríos por los que habían ingresado.

Al llegar a la escuela, donde una vez los recibieron, les fueron entregadas sus pertenencias, cada uno cogió su maleta, pero estas tenían un olor fétido debido a las lluvias, al barro, tierra, etc.

El camino de regreso fue largo, y aunque estaban cansados y agotados, sus piernas ya aguantaban caminatas de esta magnitud. Arturo mientras avanzaba se percata que a lo lejos hay un grupo grande de personas que se veían en el ejercicio de la recolección de la coca.  Llegando a un extremo del camino, un señor muy amablemente les ofreció gaseosa y les dijo “ustedes tiene que subir esta loma, y se toma de aquí pa arriba por lo menos una hora, hora y media, cuando lleguen allí, encontrarán varias casitas por donde pasan las rutas de los buses hacia Samaniego.” advirtiéndoles que no llegarán luego de las 4 de la tarde porque no encontrarían nada.

Luego de llegar, un campero les dijo “vayan donde el paisa” y allá se arreglan y se visten. Y les comentó que los pasajes de bus para cada uno costaban entre 40.000 y 50.000 pesos. A pesar de que Arturo ya no tenía ninguna de sus pertenencias cuando le entregaron las maletas, logró bañarse y arreglarse. procurando ser un hombre muy desprendido, regaló sus botas y se puso nuevamente esos zapatos que se había quitado 5 meses atrás. 

El reencuentro

El reencuentro fue totalmente inesperado para Arturo, debido a que él y sus compañeros tenían prohibido decir o dar información alguna acerca de su regreso. Pero al llegar allí el 06 de junio en horas de la mañana fue tan grande la sorpresa en el Aeropuerto Internacional El Dorado de la ciudad de Bogotá ya que él se reencontró con su esposa, su mamá, sus hermanas y sus hijos, quienes llegaron con pancartas. Las lágrimas no faltaron, esta vez no de tristeza sino de alegría, al reencontrarse nuevamente con sus seres queridos.                   

A pesar de estar ya en casa, la angustia e incertidumbre de Arturo se apoderaban cada vez más como consecuencia de tan amarga experiencia. Esta sensación permaneció por algunos meses. Permanecía con el temor de ver a algún camuflado borroso a través del vidrio de la puerta de su casa. Es algo que lo marcó a él, y a toda su familia de por vida. Una anécdota que seguramente nunca sonará tan real como él la sintió. Para él, su familia siempre ha sido el eje principal y por ahora no tiene planeado volverse a alejar.

En la actualidad…

Ya han pasado 17 años y en la actualidad la familia ha estado bien, no han vuelto a pasar por un percance similar. Por ahora, Arturo trabaja de manera independiente haciendo acarreos. Su esposa Celia es ama de casa y atiende una papelería de su propiedad. Su hija Alejandra estudia en la universidad, lo mismo que su otro hijo Nicolás. A la familia aún le cuesta hablar del tema; los recuerdos y los desafortunados momentos vienen a sus mentes propiciando instantes de tristeza y a veces hasta de llanto, todos estos procesos han contribuido a mejorar el ambiente y disposición familiar. Lo más importante es que todo ha marchado bien, llevan una vida feliz y más unidos que nunca.

| Nota del editor *

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