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El cese de la horrible noche

Por: Johan Santiago Cardozo Lombana

Durante la Semana Santa de 2002 en el municipio de Salgar, departamento de Antioquia, la familia Quintero viviría uno de los momentos más difíciles. Era el amanecer del martes 26 de marzo, tras haber pasado un fin de semana en familia, la noche del lunes fue secuestrada la señora Fanny de Jesús, esposa y madre de 3 niños, que duraría una semana entera a disposición de las Farc. Después de su liberación la familia dejó su vida en Caldas Antioquia para iniciar una nueva vida en Cundinamarca.

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Antioquia ha sido a lo largo de la década de los 90 y durante el inicio de los 2000, uno de los departamentos más afectados por el secuestro. Sus habitantes han tenido que desplazarse debido al conflicto armado que ha sufrido el departamento. Datos oficiales indican que durante 1998 Antioquia fue el departamento que más expulsó población como consecuencia del conflicto armado, con alrededor de 17.259 personas desplazadas” (Consultoría para el Desplazamiento Forzado y los Derechos Humanos, 1999). Durante la primera década del siglo XXI, Antioquia fue el departamento más afectado por casos de secuestros con 816 víctimas, con una concentración del 12 % de los 6.880 casos de los últimos diez años en el país, señala Cárdenas en su texto El drama del secuestro en Antioquia. Colombia: El Colombiano 2013).

Juan diego, hijo de la señora Fanny de Jesús, que para entonces tenía 9 años recuerda: estábamos en vacaciones de Semana Santa y fuimos a la finca de los abuelos a donde íbamos con mi familia. Vivíamos en Caldas Antioquia y la finca quedaba en el oriente de Salgar Antioquia. Esa noche mi mamá nos cuenta que llegaron las Farc. Sintió que como a las 12 de la noche prendieron un bombillo en el corredor, pero luego lo apagaron.

Llegaron preguntando por ella, pero la sacaron junto con mi tío de la finca y se los llevaron. Al día siguiente mi tío regresó, pero mis tías y mi hermana nos decían a mí y a mi hermano menor que mamá estaba en el hospital. Nosotros seguimos jugando sin ponerle atención al asunto. Pasaron los días y sentíamos la angustia de no ver a mi mamá; ella duró secuestrada una semana y cuando por fin nos contaron la verdad fue el día antes de su liberación.

Mi hermana nos lo dijo mientras íbamos en camino hacia nuestra casa en Caldas; cuando llegamos nos recibió papá y unos primos; en seguida fuimos a la casa donde vivíamos, ahí estaba mamá. Nos cuenta que había noches cuando no podía dormir, la llevaban por lo general en un caballo por los montes; era una zona muy peligrosa por tratarse de territorios donde había grupos armados ilegales como paramilitares, las Farc y el ELN.

En sí fue duro para ella porque, aunque la cuidaban sus secuestradores, era una zona roja, pero por lo menos no la llevaron al Chocó, zona de donde los secuestrados pocas veces vuelven. Para su liberación se pagó una parte para que regresara a nosotros. Luego de un tiempo ellos querían otro pago y sabían dónde vivíamos. Nosotros les dimos la mitad del pago y fue cuando decidimos irnos a vivir a Sopó, en Cundinamarca.

Después ya no supimos nada. excepto de una persona que vivía en Caldas, que nos dijo que mi mamá era un blanco para la guerrilla, y luego de eso mataron a esa persona. Viviendo aquí en Sopó, nos fuimos a Mosquera, luego a Tabio, y en Salgar no se volvió a escuchar sobre el secuestro de mi mamá porque la seguridad había mejorado.

Marisol, sobrina de la señora Fanny que se encontraba con ellos la noche del secuestro: Ese fin de semana nos encontrábamos en la finca de mis abuelos en Salgar Antioquia, yo había ido con mi padre José Quintero y allá llegó la familia de mi tía. Corrían rumores que venía la guerrilla, pero no imaginábamos que venían a preguntar por mi tía. A la madrugada llegaron, mi tía se levantó primero y mi papá la siguió: los sacaron a ambos de la finca y se los llevaron, yo era muy joven, pero comprendía que los había tomado un grupo guerrillero famoso por secuestrar personas.

A la mañana siguiente sobre el medio día mi papá regresó. Sentí un alivio muy grande pero mi tía no había regresado. Los secuestradores se empezaron a comunicar con la familia y exigían un monto grande de dinero; según ellos mi tía era una persona con bastante dinero cosa que era totalmente falsa. Como familia nos ayudamos, mi papá apoyó al esposo de mi tía, ambos vendieron cosas que tenían y reunieron un monto inicial de 5 millones, la negociación se llevó a cabo en otro departamento y a la semana mi tía había regresado a su casa en Caldas, fue un alivio muy grande, ya que no sabíamos la suerte que correría, puesto que la suma de dinero que les entregaron no era la que ellos esperaban.

Después mi padre y yo nos fuimos a vivir a Medellín, pero a mi tía le siguieron llegando amenazas: les pagaron otros 5 millones, pero decidieron dejar su casa e ir hacia Bogotá, a mi tía no la he vuelto a ver después de una vez que vinieron a Medellín, porque aún siente cierta ansiedad al dirigirse al departamento de Antioquia, creo que fue una experiencia que marcó nuestras vidas.

Reynel, esposo de la señora Fanny que tuvo que luchar contra las adversidades económicas para recuperar a su esposa y vivir con ella el desplazamiento por su bienestar: La liberación fue en esta forma, después de largas gestiones y largos encuentros se logró un acuerdo con ellos, gracias a que la persona que estaba gestionando lo del secuestro demostró que ella no tenía cómo pagar lo que pedían. Ellos hicieron un seguimiento en el lazo de los 10 días. Se les entregó una plata, pero no exactamente la que ellos querían, que se consiguió vendiendo enseres personales para reunir lo que ellos pedían.

Después de tantos sacrificios se reunieron 10 millones de pesos: en la primera entrega recibieron 5 millones y en la segunda otros 5 millones. Ese proceso se realizó en las montañas del Chocó, en lugares donde había muchas personas secuestradas. Allí había personas que no tenían cómo pagar por su liberación. En el caso de mi esposa fue duro porque no contábamos con los recursos que ellos pedían. Era un grupo al margen de la ley y no sabíamos lo que le podían hacer. El proceso quedó en la fiscalía de Medellín. Los captores empezaron un seguimiento, tanto que tuvimos que hacer un desplazamiento cerca de Bogotá porque no encontrábamos paz ni seguridad para vivir tranquilamente.

| Nota del editor *

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