Javier Ortíz Cassiani presentó su libro ‘Un diablo al que le llaman tren’, historia que da cuenta del ferrocarril Cartagena-Calamar, un recuento de las políticas públicas en ese campo y al mismo tiempo un seductor relato sobre cómo esté encandiló la imaginación de los colombianos.
Ortíz es doctor en historia del Colegio de México y magister en Historia de la Universidad de los Andes. Si bien sus padres son oriundos de Hato Viejo en Bolívar, corregimiento de Calamar -zona donde pasaba el tren-, él nació en Valledupar.
‘El título está inspirado en la canción de Rafael Escalona –y entonces me tengo que meter en un diablo que le llaman tren que pasa por toda la zona pasa y de tarde se mete a Santa Marta– pero más allá de eso, el tren es un artefacto que para muchos era una especie de demonio, por el fuego, el ruido, el humo al viento’. Aunque también creía que podía ser un ángel, por el progreso que eventualmente traería el tren. El libro se divide en dos partes, ‘Los ferrocarriles en Colombia’ y la segunda parte que es ‘La historia del ferrocarril de Cartagena y los testimonios de este ingreso’.
El abuelo de Ortíz Cassiani fue empleado ferroviario, ‘mi mamá conoció el ferrocarril, este comenzó en 1894 y se acabó en 1951, lo que hice fue irme de pueblo en pueblo, entrevistando señores y logré entrevistar a un señor de ciento dos años que trabajó en el ferrocarril’, todas estas entrevistas le sirvieron para tener una visión del tren, para tener una mirada de la sensibilidad hacia el ferrocarril de lo que él denomina ‘la gente común y corriente’.
Javier Ortiz a su llegada a Bogotá recibió el primer ejemplar físico de ‘Un diablo al que le llaman tren’ y dijo que ‘la desaparición del libro físico es absurda, porque los placeres que genera tener un libro en las manos no lo produce otra forma de lectura, además lo que estoy viendo me gusta mucho’ afirmó al ver su ejemplar.
Finalizó aceptando ser un enamorado de los ferrocarriles, ‘solo he montado en tren una vez en mi vida’ y considera que sería un medio de transporte fundamental, habló de la huelga de pilotos de Avianca y cree que teniendo ferrocarriles no se hubiese sentido la afectación ya que existiría otro medio de movilización.