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El Legado de la Barbería Baquero en el corazón de Bogotá

En la soleada tarde de aquel sábado de octubre de 2023 estaba ante la puerta de la emblemática barbería de Hernán Baquero.

Por: Justin Cárdenas.

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La fachada de ladrillos y de un corete clásico de nuestro corte cachaco, anunciaba que este lugar parecía haber escondido miles de historias durante décadas. Mi curiosidad ardía como una vela en la oscuridad, y decidí cruzar el portón metálico de aquel establecimiento que prometía más que un simple corte de pelo.


Sin embargo, más allá de ser un simple lugar de trabajo, desde el momento en que entré, me di cuenta de que este sitio tenía la capacidad de transportar al pasado, específicamente al corazón de Las Cruces, uno de los primeros barrios obreros de Bogotá. Fue allí, en medio de las calles de este lugar, donde la élite de la sociedad bogotana comenzó a establecer su presencia allá por la década de 1920, antes de los turbulentos días de El Bogotazo.

A pesar de los cambios y los avatares que han afectado a la ciudad a lo largo del tiempo, existe un lugar que ha logrado sobrevivir al implacable paso de los años, conservándose en un estado casi intocado: es la emblemática Barbería Baquero.

El oficio de la barbería tiene profundas raíces en la familia Baquero. Todo comenzó con la bisabuela de Hernán Baquero Junior, la señora Teresa Castillo, que recorría las veredas de su natal Santander en compañía de sus hijos para ejercer su oficio. Su destreza se centraba en atender a capataces, administradores de fincas y campesinos, marcando así el origen de la que con el paso de los años sería la Barbería Baquero.

Fotografía de: @barberiaclasicahb


La familia se estableció en Bogotá en la década de los 40, y su primer hogar fue en una habitación de una casa ubicada en la carrera octava con Calle Segunda, lugar que en la actualidad es conocido como La Tapera, un sitio de entretenimiento nocturno que mantiene su estructura clásica en medio de la modernidad.


Hernán Baquero padre en su pubertad aprendió el oficio familiar y se aventuró como barbero en el barrio San Bernardo, debido a que la competencia en Las Cruces, su lugar de origen. Por esas cosas del destino fue reemplazado por otro barbero, razón por la cual Hernán se trasladó nuevamente a Las Cruces donde se alquiló como barbero en la barbería del señor Gildardo Peluco, ubicada sobre la Calle Segunda con Carrera Novena, donde hoy en día funciona un establecimiento conocido con el sugestivo nombre de El bebedero de las pitufas.


En 1954 un nuevo capítulo comenzó a escribirse en un pequeño local del Teatro de las Cruces. Hernán Baquero y su padre tomaron en alquiler este espacio, que se convirtió en el hogar de algunas herramientas centenarias que habían pertenecido al difunto jefe, Gildardo Peluco. Juntos, padre e hijo, se embarcaron en esta emocionante aventura que se desarrollaría en jornadas de trabajo rotativas.


Este establecimiento de barbería pronto se convertiría en un punto estratégico. Ubicado en las cercanías de la Penitenciaría Policial, la estación Cuarta y del Archivo del Ministerio de Justicia, su clientela estaba compuesta en su mayoría por hombres que laboraban en estas instituciones, incluyendo los dragoneantes de la Cárcel Distrital. La barbería Baquero se especializaba en cortes militares y clásicos americanos, una novedad en aquel entonces que representaba la elegancia y la pulcritud por tan solo 10 pesos.


En 1964 un cliente de Hernán les ofreció la oportunidad de trasladarse a un lugar más amplio para su negocio. Esta oferta fue el punto de partida para una nueva etapa en su vida. Sin dudarlo, Hernán y su padre se mudaron dos locales más adelante, marcando el inicio de un emocionante capítulo en su trayectoria como barberos.
La decisión de mudarse fue un cambio de ubicación, y la base de un negocio que quedaría documentado oficialmente por una notaría. En este acto legal se estableció un valor inicial de 1200 pesos destinados a la adquisición de diversas herramientas de trabajo. Estas herramientas eran esenciales para la barbería clásica, que se remontaba a la década de 1940, y que Hernán y su padre utilizan con pasión hasta la actualidad.


Así, el negocio de la barbería clásica prosperó, gracias a la visión y el esfuerzo de Hernán, respaldados por la confianza de un cliente que les brindó un lugar más amplio para trabajar hasta su fallecimiento en 2019.
Hernán Baquero Junior, a pesar de su vasta experiencia y conocimientos en otras profesiones, incluyendo la fundición y la seguridad, decidió emprender un camino inesperado cuando decidió abrazar una vez más las raíces familiares y darle continuidad al legado de generaciones pasadas, tras el fallecimiento de su padre.
No lo había hecho antes debido a las experiencias de discriminación que Hernán enfrentó durante su adolescencia, tiempo durante el que vivió la pesada carga de los estigmas sociales que rodeaban la profesión del peluquero en una sociedad que los asociaba injustamente con la homosexualidad, razón por la cual Hernán se sintió presionado a alejarse de la tradición familiar para buscar un nuevo rumbo en su vida.


Sin embargo, el paso del tiempo y la madurez personal han llevado a Hernán a reconsiderar su decisión y ahora está decidido a desafiar los prejuicios y estereotipos que lo llevaron a abandonar el oficio en algún momento, pero sobre todo a sentirse orgulloso de ser peluquero.
Tras retomar la batuta de la barbería, o mejor dicho, tras retomar las tijeras, Junior decidió ponerse en contacto con Jhon Ardila, el barbero oficial de Marcel, que además de ser un maestro en su oficio, dirige centros de formación para barberos. Allí decidió complementar sus conocimientos y comprender más sobre la historia de su oficio desde el siglo XVII, donde el barbero realizaba desde las tareas de un médico hasta el uso de afeites y sustancias clave para la estética corporal como la piedra lumbre, la colonia florida y el buen talco.


El oficio de barbero es un legado de la historia y la cultura, y esta barbería en particular ha sido testigo de algunos de los momentos más emblemáticos en la industria del entretenimiento colombiano. Esta modesta barbería fue escenario de un destacado evento en 1990, porque allí se grabó la icónica serie Cuando quiero llorar no lloro, así como la miniserie El Bogotazo, que los llevó a ganarse un reconocimiento de RTI y RTVC, que no solo validó su importancia como lugar histórico, sino que consolidó su estatus como parte integral del patrimonio cultural de Bogotá. Nombres como Edgardo Román y Patricia Grisales han pasado por sus puertas, que con sus anécdotas y experiencias han enriquecido la historia y elevado el prestigio de este recinto.
En la actualidad Junior se erige como un notable contribuyente de la cultura e historia del barrio Las Cruces. Su influencia se hace presente en varios frentes, pues también fue protagonista clave en el lanzamiento del nuevo logo de Nequi, que tuvo lugar en octubre de 2023.


Además, ha desempeñado un papel fundamental en las negociaciones con la plataforma de entretenimiento Netflix. Su contribución se centra en la concepción de una serie original dedicada a la vida y experiencias de los barberos, que promete ser un aporte significativo a la cultura local.
En un giro visionario, Junior ha decidido expandir la historia de su barbería hacia nuevas dimensiones. No contento con ser solo un hábil barbero, se aventuró en el ámbito de la educación y la comunicación. Se ha destacado por sus charlas en centros universitarios donde comparte sus conocimientos sobre el oficio de la barbería. Su influencia también llegó a tierras lejanas con Marcel France, y a centros de formación de belleza e imagen allende las fronteras.


Junior no se limitó al ámbito de la estética: ha incursionado en la asesoría de imagen y ofrece formación de cortes clásicos, consolidando su posición como un referente en su campo. Su visión trasciende generaciones, pues junior planea educar a los niños en los próximos festivales del barrio Las Cruces mediante dinámicas infantiles para dar a conocer el noble oficio de la barbería, a fin de sembrar la semilla de la tradición en las mentes jóvenes.


Este lugar se ha convertido en un punto de encuentro de la cultura, el entretenimiento y el arte en el barrio las Cruces. Su legado es un testimonio de la importancia de los oficios tradicionales en la construcción de la identidad y la memoria de un barrio abandonado por el tiempo y la marginación de las costumbres modernas, recordándonos que incluso las barberías pueden ser guardianes de la historia y orgullo de una comunidad.

| Nota del editor *

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