La Semana Santa que comenzó el Domingo de Ramos, terminará el Domingo de Resurrección, un tiempo para reflexionar y orar por nuestras falencias y buscar nuevos caminos desde la espiritualidad, para vivir.
Conocida en el mundo católico como la Semana Mayor, es importante debido a que se da un tiempo que permite a las personas alejarse de la cotidianidad, para conectarse con Dios y reconocer su presencia real en cada uno y en la vida misma que se desarrolla en el que hacer diario, en nuestras relaciones personales, profesionales, familiares y enmarcar nuestra vida en las palabras del Evangelio y del ejemplo que nos da La Pasión, muerte y resurreción de Jesús en nuestra existencia.
Para muchos es un tiempo de turismo para descansar, pasear, disfrutar. Pero, el sentido de éste tiempo va más allá de lo físico y de la recreación material. En un momento en el año que los católicos de todo el mundo, buscan renovar sus compromisos espirituales que se manifiestan en la cotidianidad de cada uno, por ello, es una semana de reflexión interior y del reconocimiento del amor de Dios en nosotros.
Son escasos 4 días para reafirmar nuestra fe, restaurar nuestra relación personal con Dios, a través de los sacramentos y por supuesto en el servicio y la misericordia con nuestro prójimo.
Estos días buscan que cada uno deje de lado los estereotipos frente a las costumbres de una religiosidad popular, que de suyo es importante, pero no es el centro ni el motivo de éste tiempo. Es necesario mirar nuestro interior más que lo exterior y las formas que se han desarrollado a través de la cultura. Es un momento privilegiado de reflexión, oración y búsqueda de un cambio de vida.
Para este tema conversó en el programa El último café, la hermana Rosa, quien hace parte de la comunidad de las Misioneras de Santa María. Conduce Carlos Cantor.