“Yo te bendigo, Padre, (…) porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños” (Mt 11, 25).
En 1917 la Virgen fue a Fátima, a pedir a los hombres que “no ofendieran más a Dios, nuestro Señor, que ya ha sido muy ofendido”. “Nuestra Madre bendita ha venido desde el Cielo ofreciendo la posibilidad de sembrar en el corazón de todos los que se acogen a ella el Amor de Dios que arde en el suyo” (Benedicto XVI)
En 1967 San Pablo VI visitó Fátima en Portugal para celebrar el 50 aniversario de las apariciones de la Virgen a Lucía, Jacinta y Francisco; San Juan Pablo II, para la beatificación de dos de los “pastorinhos”, y por un renovado gesto de gratitud hacia la Virgen por la protección que le había dispensado durante estos años de pontificado, especialmente cuando fue víctima de un atentado contra su vida. Benedicto XVI en 2010 fue “para gozar de la presencia de María y de su protección materna”. El papa Emérito señaló en su peregrinación que “Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada”. El papa Francisco fue en 2017 como peregrino para canonizar a Francisco y a Jacinta al cumplir cien años de las apariciones de la Virgen.
¿Qué significado tienen para nosotros las apariciones de Fátima? Para San Juan Pablo II, “La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos”; de acuerdo a Benedicto XVI, “El mensaje de Fátima es una llamada a la conversión, alertando a la humanidad para que no siga el juego del “dragón”, que, con su “cola”, arrastró un tercio de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra (cf. Ap 12, 4).Lo importante, dijo, es que el mensaje, la respuesta de Fátima, no tiene que ver sustancialmente con devociones particulares, sino con la respuesta fundamental, es decir, la conversión permanente, la penitencia, la oración, y las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad; precisó.
Los Pontífices de Roma en sus recorridos, de Francisco Marto, el papa de su mismo nombre, señaló que “sólo a él Dios se dio a conocer “muy triste”. Explicaba: “Estábamos ardiendo en esa luz que es Dios y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? No se puede decir. ” Sor Lucia, fue quien interpretó que el “Obispo vestido de blanco” a que hace referencia el tercer secreto es el Papa. De Jacinta mencionan los papas que “Un día -cuando tanto ella como Francisco ya habían contraído la enfermedad que los obligaba a estar en cama- la Virgen María fue a visitarlos a su casa, como cuenta la pequeña: “Nuestra Señora vino a vernos, y dijo que muy pronto volvería a buscar a Francisco para llevarlo al cielo. Y a mí me preguntó si aún quería convertir a más pecadores. Le dije que sí”. Y, al acercarse el momento de la muerte de Francisco, Jacinta le recomienda: “Da muchos saludos de mi parte a nuestro Señor y a nuestra Señora “.