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Historia de un ludópata en cuarentena

Su inició en el mundo de las apuestas se da en la época de su infancia, cuando de las monedas que sobraban en su viaje a la tienda pasaban a ser opción de juego en las tragamonedas del barrio.

Por: Dairo Castañeda

De ser en su infancia quien apostaba monedas en las máquinas de juego en tiendas barriales, pasando por su adolescencia como jugador de cartas y billar a tres bandas, y hoy, a puertas de cumplir 34 años y en lo que parecía el ocaso de sus apuestas debido al confinamiento, Fernando sorpresivamente continúa jugando desde la comodidad de su cama, vive de lo poco que retira del juego pues sus ganancias siempre fluctúan en grandes cantidades para luego seguir apostando durante toda la noche en el póker virtual.

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Su inicio en el mundo de las apuestas se da en la época de su infancia, cuando de las monedas que sobraban en su viaje a la tienda pasaban a ser opción de juego en las tragamonedas del barrio, más tarde, en su adolescencia, pudo conocer más a fondo billares en lugar de sus clases en el colegio militar al cual estaba inscrito, su época de bachillerato no fue la misma que la de sus compañeros, pues faltaba a clase constantemente por recorrer el centro de Bogotá conociendo billares donde jugar y apostar. Aún sin tanta frecuencia y antes de cumplir la mayoría de edad, ya sabía jugar cartas, pero no se inclinaba por grandes apuestas, cuenta que corrió en varias ocasiones con suerte de ser parte de riñas causadas por el juego y de perder la vida en ajustes de cuentas que por esos días era tan comunes.

Egresado como cabo primero en las instalaciones del Colegio Antonio Nariño de Bogotá en el 2001, para luego hacerse vendedor de servicios de internet por más de 13 años, el hoy conductor de Uber y padre de cuatro hijos se describe como “adicto a la noche” horario en el que, según él, son más fluctuantes las apuestas. No lo acompaña ya ninguna de sus dos parejas, duerme en una colchoneta en el suelo, no gusta cocinar su propia comida y nunca ha pagado ninguno de los créditos que ha solicitado en su vida porque dice que no pagar no es sinónimo de robar.

El póker goza de un aforo a nivel mundial que, según la revista Forbes, es clasificado como uno de los juegos que más lucran a sus practicantes, pero para Fernando es casi una forma de mantenerse con vida, Myriam su madre habla de la situación como un vicio que llevó a su hijo a vender dos automóviles, tres apartamentos y solicitar créditos bancarios por más de 70 millones de pesos, y cuenta que lo apoya incondicionalmente así esté “enfermo”, como ella suele llamarlo. Susana, su última pareja sentimental, lo recuerda con evidente desprecio por no dedicar tiempo a la infancia de sus dos hijos, además, cuenta anécdotas de cómo, en sus travesías entre casinos y mesas de póker, acompañaba al que era su esposo, perdían y rara vez ganaban grandes sumas de dinero, entre las más recordadas para ella está presente “cuando perdió la suma de 17 millones de pesos” fruto de un préstamo bancario a nombre de su empresa de telecomunicaciones.

En cuarentena su día inicia alrededor de las 4pm, hora en la que habitualmente llama a uno de los restaurantes alrededor de su residencia en Suba. Del almuerzo que compra solo come la mitad y guarda el resto para esa misma noche terminarlo. A las 7pm se conecta virtualmente a un sitio de apuestas llamado PPP Póker del cual se jacta en ser miembro premium.

Su jornada de juego suele transcurrir toda la noche hasta acabar a las 6am y su promedio de apuesta va desde los 250 mil pesos hasta 1 millón diario, hace parte de varios clubes de juego y conoce, en gran medida, a todos los apostadores frecuentes de la zona que, en su mayoría, son conductores de Uber y taxi.

Fernando ya no apuesta en partidas de Billar o en las máquinas tragamonedas de diferentes casinos pues, según él, no es suficiente el premio, se ha decantado por el Póker de mesa para sufragar su sentido de competitividad y como forma de ganarse la vida. Una partida puede dejar a su favor el precio de los abarrotes de todo un mes para sus hijos, pero su evidente atracción por el juego lo llevan a lo que describe en sus palabras “no enfriar la mesa”.

Hoy, como la mayoría de nuestros hábitos dentro del aislamiento, encontró una manera de virtualizar aquellas labores, en este caso en particular, dejar de asistir a los múltiples clubes para empezar a ser parte de una APP desarrollada para dispositivos móviles, que después de usar por toda la noche, sale en búsqueda de un desayuno que periódicamente compra en una pastelería donde solo ofrecen artículos de 1.000 pesos, para luego dormir entre las 7am y las 4pm.

Espera que el aislamiento se acabe lo más pronto para retomar su trabajo como conductor y asistir en el horario nocturno a sus sitios más frecuentados como el casino Hollywood ubicado en Bulevar, mesa de póker Black Jack 21 en la localidad de Suba, Billares Leo, Billares Bola 8, Casino Liverpool, entre otros sitios de libertinaje que ofrecen servicio las 24 horas.

| Nota del editor *

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