Por: Daniel V. Rojas Chia

¿Qué es la maldad? Un resultado de las acciones de los seres humanos, como la inconformidad de millones de personas que son víctimas del sistema y que no han pedido nacer.
‘Joker’ de Todd Phillips luego de todo lo dicho sobre lo grande que ya es la película para el cine, lo icónico de sus escenas como esa especie de baile ceremonial de victoria en la escalera del 1150 W 167th St, en el Bronx, Nueva York o el icónico traje que reclutara a millones de Joker’s alrededor del mundo durante años.
La película que se produjo en el universo de los súper héroes, pero que, en este caso, deja por un momento toda la extravagancia y los presupuestos inflados de Marvel Productions Ltd. y se concentra en el conflicto de lo que puede ser el villano más significativo de los comics y un renovado símbolo de revolución para el público acostumbrado a consumir productos de “súper héroes”.
El duro y actual relato de Arthur Fleck, que muchos nombrarían como “patética cotidianidad” nos ofrece una de las actuaciones más memorables en la carrera del actor nacido en Puerto Rico, Joaquin Phoenix. Esta actuación estereotipada por un mundo de héroes se acerca al público de una manera más sensible y profunda que la simple historia de un villano de un comic, para convertirse en el desesperado relato de una sociedad real y actual que vive acosada por sus propios miedos, en donde los individuos se encierran en la cotidianidad de su trabajo, para sobrevivir cada día, motivados por su tarjeta de crédito y sobrellevando el mito del éxito con una máscara.

Precisamente ese es uno de los puntos más valiosos de la película, la máscara de Arthur Fleck, el artificio que completa su transformación hacia su verdad, hacia un rostro “real”, por el que intenta luchar porque le permite mantenerse frente a la sociedad, escondiendo su dolor detrás del instrumento social más popular, la risa, esa risa deformada por un dolor y por la falta de compasión de todo su entorno, que ni siquiera encontró en su mente, pues la única muestra de compasión que pudo percibir para sí mismo tampoco fue real.
Qué espera la sociedad de un sujeto cuando no sabe quién es, de dónde vino o cómo puede encontrar su felicidad con todos los matices que el término implica. La rabia contenida y profunda de Fleck lo convirtió en un símbolo de inconformidad, en un símbolo de protesta y de revolución en privado para muchas personas alrededor del mundo.

Joker es la transformación y la transmutación de una sociedad demasiado lastimada por un sistema cruel diseñado para que lo disfruten unos pocos, en tanto que al resto les corresponde sobrevivir.
Toda esta violencia y justicia poéticas reivindicadas por su protagonista surgen como una licencia para pertenecer a un mundo ficticio construido por el cine y justificado por los comics para que irónicamente se acerque mucho más al espectador porque tal vez refleje su realidad en muchos sentidos, que en lugar de salir satisfecho de la sala ha sido confrontado por una realidad que lo persigue, incluso hasta atormentarlo.