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La desaparición del profesor en reventones

Bonifacio hijo había desempeñado la labor de profesor durante 27 años, y según sus conocidos, se destacaba por su espíritu crítico y revolucionario, razón por la cual había recibido amenazas por grupos al margen de la ley.

Por: Samuel Romero Varon

El lunes 2 de julio de 1984, durante un San Pedro, estábamos en reventones en la finca de mis suegros, cuando mi esposo Bonifacio varón dijo que, se iba a Anolaima a llevarle un trasteo al cuñado. Se fue en el carro a llevar el trasteo, en compañía de Luz Dary, la hija mayor; no se demoraron mucho, y cuando llegó, me dijo: ¡mija, tráigame una taza de leche! Yo se la llevé al cuarto donde permanecía acostado. Yo estaba en la ventana asomada, cuando escuché que me decían: “¡vieja hijueputa, no mueva la cabeza porque se la vuelo!”. Lo recuerdo como si fuera ayer, porque desde ese día mi vida cambió. 

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Luego de eso escuché que preguntaron: ¿Quién es Bonifacio Varon Olmos? Mi suegro respondió diciendo: Soy yo, a la orden. El militar con bayetilla roja en la cara, respondió diciéndole: usted no es el que buscamos. Estábamos rodeados por cerca de 20 militares, todos con armas de fuego, lo cual obligó a mi esposo a salir de la habitación y decir: Soy yo. En un comienzo hubo confusión porque padre e hijo tenían los mismos nombres y apellidos. El militar moreno le indicó que saliera, que no hiciera nada raro. Lo escoltaron 2 militares, uno a cada lado y lo subieron a un Toyota de la época. Mi hija mayor Luz Dary salió del baño y gritó: ¡mami! y uno de esos militares le dijo: “china hijueputa, no se mueva o le pego un pepazo”. Se lo llevaron con dos hermanas que también eran profesoras, todos quedamos anonadados, porque no entendíamos por qué se los llevaban. El militar con bayetilla roja dijo: si preguntan quién se lo llevó, digan que fue el ELN. Desde ese día nunca vieron de nuevo a Bonifacio Varon hijo. 

Bonifacio hijo había desempeñado la labor de profesor durante 27 años, y según sus conocidos, se destacaba por su espíritu crítico y revolucionario, razón por la cual había recibido amenazas por grupos al margen de la ley. Según FECODE, desde 2016 al 25 de octubre de 2020, han desaparecido 16.825 personas, de ellos 700 son profesores.

A 2 kilómetros de la finca, empezaron a tirar en la carretera costales con botellas para que no los siguiéramos, y saliendo de Reventones dejaron en la carretera a las hermanas de mi esposo, que llegaron caminando adoloridas y angustiadas al casco urbano, para poner el denuncio en el puesto de policía que había en esa época. Dos días después de que se llevaran a mi esposo, yo me fui para Bogotá con mis hijas y una cuñada. Al llegar a la capital no sabía qué hacer, solo sabía que mi familia se encontraba reunida en el barrio Santa Marta. Estaban almorzando para irse a jugar tejo, yo llamé y les conté lo que había pasado con Boni, le dije a mi mamá que, estaba en el parque de Puente Aranda; ellos me recogieron y me llevaron a la casa.

Según Medicina Legal, desde 1938 hasta el primero de enero de 2020, la cifra de víctimas de desaparición forzosa en Colombia asciende a 30.212 casos.

Al cuarto o quinto día de estar en Bogotá, recibí una llamada: me pedían recompensa para dejar a mi esposo en libertad; me indicaron el punto donde debía entregar el dinero y me dieron 24 horas para conseguir la suma. La persona que hizo la llamada le dijo a mi hermana Hermida que la esperaba a las 12 del mediodía, en Bavaria, por los alrededores del barrio Castilla. Yo no estaba en casa, mi hermana sacó de mis ahorros de meses el millón y medio que pedían. Para mayor seguridad, ella me contó que, pidió hablar con mi esposo Boni; él pasó al teléfono y dijo: sí, mija, tráigame la plata; mi hermana le preguntó por la chaqueta, y él le dijo: no, esa chaqueta está más fría. 

Llevó la plata al lugar y se la entregó a unos tipos; preguntó cuándo lo entregaban y los señores dijeron: puede ser hoy, podría ser mañana, en un año, en cualquier momento. A los dos meses nos mandaron una foto y una carta donde me contaba cómo estaba; me dijo que me extrañaba mucho. Al ver esa foto me dio mucha tristeza porque mi esposo se veía flaco, barbudo y triste; se notaba que no la estaba pasando bien, y que lo que había plasmado en esa carta eran engaños de parte de sus secuestradores, pues mi esposo, en su carta, me aseguraba que los secuestradores le decían que ellos habían hablado conmigo, y que yo no les había creído que él se encontraba vivo, aunque nunca se contactaron conmigo. 

El 25 de agosto, mi hermana Herminda recibió una llamada donde le pedían que me presentara en el Hotel Casablanca en Medellín. Mi familia no me contó en ese momento, porque me encontraba enferma de la vesícula; me contaron cuando me había recuperado: yo tenía ganas de ir a ese hotel con la esperanza de encontrar vivo a mi esposo, pero temía que me hicieran algo; me puse a pensar con mi familia, y como vimos que no entregaron a mi esposo, tomamos la decisión junto con ellos de no ir. 

En informe presentado por la Comisión de Derechos Humanos de FECODE ante la JEP, REVELA que entre 1986 y 2016, 3.170 docentes fueron amenazados, 1.549 desplazados, 124 sufrieron detenciones arbitrarias, 89 sufrieron hostigamientos, 40 fueron secuestrados, 22 torturados, siete vivieron allanamientos ilegales, 990 fueron asesinados, 78 fueron desaparecidos y 49 sufrieron atentados con o sin lesiones.

Al salir de mi cirugía de vesícula, se acercaron a mi casa tres agentes de la Fiscalía para tomarme indagatoria: me preguntaron por la profesión de mi esposo Bonifacio, así como por hechos puntuales del día del secuestro; yo les respondí que, para qué querían saber eso, si con eso no me iban a devolver a mi esposo. Les insistí en que lo que necesitaba, era que se pusieran a buscarlo 

Ya todos habíamos perdido la esperanza de volver a ver a mi papá con vida, porque no habíamos obtenido nada a cambio de la recompensa que ellos nos pidieran, pensando en que nos lo iban a devolver. Yo era muy pequeña, tenía 9 años, me acostaba al lado de mi mamá a orar y pedirle a Dios que me devolviera a mi papá, tanto así que se me escurrían las lágrimas al ver que mi mamá no dormía y al ver que mi papá nada que llegaba.

Para mí, como hija, fue muy difícil crecer sin un padre que me orientara, que me escuchara. Mi papá, era a la que más regañaba, porque decía que anhelaba que fuera una doctora. Fue duro cumplir 15 años y no tener un padre para bailar el vals y muchas cosas más.

Las familias son las principales afectadas por la desaparición de sus seres queridos, porque quedan condenadas a vivir con la sensación de no saber dónde están sus familiares, tanto así que la señora Ubaldina, esposa de bonifacio padre, cuenta que en la actualidad adelantan la sucesión de una herencia del abuelo paterno, y es posible que no la reciban, porque no tienen cómo demostrar que su hijo Bonifacio Varon Olmos está muerto.

El último recuerdo que le quedó a la familia de Bonifacio Varon Olmos fue una carta y una foto, como prueba de supervivencia que les enviaron los secuestradores, y desde ese día hasta el presente, los Varon no volvieron a saber nada del señor Bonifacio. 

Agosto 11 de 1984

Querida ubaldina:

Reciba un cordial y efusivo saludo, unido a muchas caricias, besos y abrazos, de la misma manera para Luz Dary y Nydia que las recuerdo y extraño a todo momento.

Mi amor estuve hablando con Darío y me comentó que él estuvo hablando con usted y que mi amor no le cree que estoy vivo. para que esté segura de que si le digo lo siguiente: Por favor, démele muchos besos y abrazos a mi consentida y querida Nydia que la pensé mucho el 27 de julio, día de su cumpleaños. A luz Dary que estudie con juicio que estoy bien, y que ruegue a dios, para que el día de su cumpleaños 9 de septiembre esté con 

ustedes ………….  

| Nota del editor *

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