El 8 marzo de 2020 fue un día extraño en el Vaticano; el papa Francisco se presentó “enjaulado” en la biblioteca rezando el Ángelus para cumplir con las medidas preventivas y evitar aglomeraciones de gente que podían favorecer la transmisión de COVID-19.
En los siguientes días la Plaza de San Pedro y las iglesias permanecen vacías, nunca se había visto así. Las agendas, proyectos, rutinas, prioridades, quedaron escritos, cancelados o aplazados, para hacerle frente a estos “días de prueba”, el papa invitó a responder “con la universalidad de la oración, de la compasión, de la ternura”.
“Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos”, dijo el papa Francisco, 27 marzo 2020.
Durante la misa matutina desde la capilla de la casa santa Marta en los meses de marzo, abril y mayo, hasta el 17, fecha desde la cual no se han transmitido, el papa Francisco con ocasión de la pandemia la presentó como “una hermosa oportunidad para redescubrir los verdaderos afectos con creatividad en la familia (16 marzo 2020), orando por “el miedo de los ancianos que están solos y no saben lo que puede pasar. (27 marzo 2020), por la “gente que tiene hambre, porque no puede trabajar, no tenía un trabajo fijo” (28 marzo 2020), por los que “están solos o porque no saben qué futuro les espera o porque no pueden sacar adelante su familia porque no tienen dinero, porque no tienen trabajo. (26 abril 2020). “Procuremos contactar al que sufre, al que está solo y necesitado”.
Pienso en tanta gente que llora, dijo el papa el papa el 29 marzo 2020; “por aquellos que no tienen hogar, en este momento en el cual se nos pide que estemos en casa (31 marzo 2020). También se ha referido al momento actual donde “hay tanto silencio. Incluso se puede oír el silencio. (21 abril 2020), y al “después” de la pandemia. “A todos los problemas que vendrán: problemas de pobreza, de trabajo, de hambre… (3 abril 2020). Su oración igualmente ha sido demandada “por la gente que en esta época de pandemia comercian con los necesitados. Se aprovechan de las necesidades de los demás y los venden: los mafiosos, los usureros y muchos otros. (8 abril 2020). A los “médicos, enfermeras, enfermeros, monjas, sacerdotes… muertos en el frente”, los asemejó “como soldados, que han dado su vida por amor, resistentes como María”. Oró “por las mujeres que están embarazadas, mujeres encintas que se convertirán en madres y están inquietas, preocupadas. Una pregunta: “¿En qué mundo vivirá mi hijo?”. (17 abril 2020). En la última misa matutina transmitida, el papa argentino elevó su oración por un trabajo que nadie ve; “las personas que limpian los hospitales, las calles, que vacían los contenedores de basura, que recogen la basura a domicilio” (17 mayo de 2020).