Por: Jiovanny Andrés Ojeda Bohórquez

Tumaco es conocido como la Perla del Pacífico y uno de los sitios más turísticos de Colombia, con temperatura de más de 25°C, pero también escenario de delincuencia, asesinatos, violaciones y hurtos.
Willington Preciado de 31 años de edad y su hermano Wilser Preciado fueron víctimas de estas acciones cuando se encontraban yendo a casa de su madre después de haber realizado un par de compras en el centro del municipio, de la nada apareció un atracador armado que amenaza con asesinarlos si no se despojan de sus pertenencias, incluyendo las prendas de vestir que llevaban puestas ese 17 de agosto de 2004, a lo cual Willinton decide poner resistencia pero teme por la seguridad de su hermano menor.
Un viernes común y corriente, 22 de agosto de 2004, una semana después del robo hacia los hermanos Preciado, se escuchan gritos de los vendedores anunciando sus productos, temperatura estable para los residentes de Tumaco, pero infernal para todos aquellos que vinieran de otras partes del mundo. Willinton y Wilser se encuentran nuevamente en la plaza para hacer el mercado semanal de su madre, cuando de repente Willington mira al suelo y entre la multitud ve los zapatos que le habían sido robados, al alzar la cabeza distingue a sus atracadores y le comenta a su hermano.
Ambos hermanos son hombres criados para no tener miedo y enfrentarse a lo que sea, es por esto que deciden seguir a sus infractores y hacerles su debido reclamo frente a las personas que transitaban por la avenida. Willintong no controló sus impulsos y fue el que habló en un tono recriminante, exponiendo el perfil del ladrón, la gente sigue como si nada, algunos reaccionan, pero solamente se quedan parados alrededor de ellos, no se inmutan sino hasta el momento en que el asaltante responde hostilmente a las acusaciones con un arma en su mano.
Empiezan a sonar disparos que instantáneamente se combinan con gritos y por último un golpe seco contra el piso, Willington Preciado cae muerto en el pavimento y el joven Wilser queda gravemente herido. Mientras ocurre un revuelo impresionante entre las personas que se preguntaban ¿qué hacer?, ¿cómo ayudarlos?, en conseguir alguien que pudiera auxiliarlos, el ladrón y ahora asesino desaparece.
Leider “Tuntun” Preciado, jugador de Independiente Santa Fe y el hermano del medio entre los Preciado que habían sido atacados en Tumaco, se encontraba en Bogotá entrenando con el equipo albirojo para afrontar dos de los partidos más importantes en el torneo de clausura 2004, los cuales eran contra Deportivo Cali en condición de visitante y el clásico capitalino contra Millonarios. Santa Fe tiene la necesidad de sumar puntos para ascender en la tabla de posiciones, ya que no se encuentra en un lugar muy reconfortarble tanto para sus hinchas como para la imagen de uno de los equipos más grandes de Colombia.
Después del entrenamiento realizado el mismo día que asesinan y hieren a sus hermanos, Leider recibe una llamada proveniente de su casa, más específicamente de su mamá, con un mensaje que lo dejó pálido (afirmación un tanto contradictoria ya que “Tuntún” es afroamericano), su madre le dijo con un sentimiento profundo de tristeza, acompañado de un suspiro: “Asesinaron a Willington y Wilser se encuentra a punto de morir en el hospital”.
En ese momento algo se destroza dentro del delantero santafereño y de selección Colombia, saber que su hermano mayor y más que eso, su “padre substituto”, ya que era la persona encargada del cuidado de Leider y de su hermano, el que se preocupaba por darles un plato de comida, quien se ocupaba de los quehaceres del hogar y hasta cierta edad, de bañar a sus dos hermanos menores, había sido asesinado. La noticia le causó un gran agujero dentro de su corazón.
Preciado realiza todos los procesos con las directivas del equipo para poder ausentarse durante las últimas horas y también para el partido que disputaría contra su ex equipo, todos son muy solidarios con él y con un sí unánime le permiten que emprenda su viaje hasta la ciudad que lo vio nacer, crecer y convertirse en el jugador que es hoy en día, pero cuando regresó no sentía ese mismo clima acalorante que lo abrazaba y lo hacía sentir en casa, el sonido del mar había perdido su tranquilidad, algo le hacía falta, la alegría de su hogar se había desvanecido, todo gracias a un desadaptado que le quitó la vida a su hermano con tal de tener sus necesidades satisfechas.
Se encontró con su madre en la funeraria, un reencuentro lleno de tristeza y nostalgia, llevaban demasiado tiempo sin reunirse entre ellos y con el resto de la familia, la situación que los juntó no era la mejor de todas, pero a fin de cuentas se encontraban todos juntos, no en las mejores circunstancias, claro está, ya que se hallaban en un salón no muy grande, con llantos de fondo, palabras de pésame hacia los más cercanos y con la ausencia de uno de los pilares de la familia.
Parten hacia el Cementerio Municipal de Tumaco para enterrar a Willington, el viento es turbulento, las olas pegan fuertemente contra la orilla y se escucha al padre bendiciendo al fallecido para que así sea recibido en el cielo.
Al finalizar la ceremonia, Leider se acerca a su madre con un sentimiento de responsabilidad, lágrimas y carácter, le dice que debe partir nuevamente a Bogotá para ayudar a salir de la pésima situación que su equipo está pasando e intentar buscar la victoria contra su rival de patio el 15 de septiembre en el Estadio Nemesio Camacho El Campin, el cual había caído contra Cali en el Estadio Monumental de Palmaseca.
Tuntún con un vacío inmenso en el pecho se presenta nuevamente a entrenar en la sede deportiva de Santa Fe para hacer oficial su reintegro, acoplarse nuevamente al clima tan helado de Bogotá y con ello pedir permiso para así poder ser parte de los convocados por el director técnico Fernando “Pecoso” Castro.
La llegada del jugador los sorprendió a todos los que se encontraban allí presentes, cada uno de ellos sabía de la situación por la que estaba pasando su compañero y más que eso su amigo, varios se acercaron a él y le dijeron que no se preocupara, que viviera esa etapa de luto en paz y con la familia, pero al ver que Leider estaba decidido a jugar, simplemente quedó la opción de apoyarlo, y el primero que le dio palabras fuertes, de corazón y animo fue “El pecoso”: “En los momentos difíciles es cuando hay que demostrar de qué está hecho uno”, palabras cortas pero que quedaron marcadas en la vida del jugador.
Llegó el día esperado, 15 de septiembre de 2004 y el clásico capitalino se palpitaba cada vez con más fuerza en toda la ciudad, se veía hinchas de ambos equipos por las calles, no había una cuadra por la que se caminara sin toparse con alguna persona que vistiera una camiseta azul o roja, sin escuchar el pito de los carros que suena al ver un apasionado de su equipo, cornetas, todos esperando a que fueran las 8:30 p.m para ir a alentar a sus equipos.
En otra parte de la ciudad, en el hotel de concentración de Santa Fe, los jugadores oraban a una sola voz por su compañero Leider, quien necesitaba fuerza para salir de esta situación tan dura por la que estaba pasando debido a la muerte de su hermano y para que aportara también con goles y liderazgo al equipo.
Terminada su oración salieron rumbo al estadio a buscar la victoria. Cuando llegaron a la carrera 30 con calle 57 se veían ríos de gente que se dirigían al estadio, hinchas que se encontraban esperando el bus de los jugadores en el puente peatonal e inclusive, por el medio de la calle, intentando que sintieran todo el apoyo que les habían venido a brindar, pero en especial a su goleador “Tuntún” Preciado, para esto lo recibieron con un cantico que decía “Leider Calimenio oh oh oh, Leider Calimenio oh oh oh”.
Salen los jugadores de ambos equipos a la cancha, era una noche fría en la capital del país, pero se tornaría caliente después de iniciado el partido en el que el profesor Fernando Castro decide poner en la formación titular a Leider Preciado. Se da el pitazo inicial al partido, justo después de los actos protocolarios.
Transcurre con normalidad, sin emociones el primer tiempo, los hinchas a la expectativa de ver a su equipo anotar un gol y quedarse con los tres puntos de la victoria, pero en vez de eso llegaron primero los insultos, cantos de ignorancia y burla de personas. La tribuna lateral norte, lugar en el que se ubica la barra brava de millonarios, empieza a gritarle y a burlarse de la pérdida y el infortunio de Leider Preciado, su canto decía: “Leider Calimenio oh oh oh, mataron a tu hermano oh oh oh”, en ese momento el delantero se siente abrumado y cae al piso sintiéndose derrotado hasta que llegan sus compañeros a brindarle apoyo y fortaleza.
Llega el minuto 51 del compromiso y los cardenales se acercan al arco rival, el ataque lo comanda Pablo Pachón desde el sector izquierdo, en la zona del punto penalti el goleador santafereño recuerda aquellas palabras que le dijeron sus compañeros antes del partido, pero en especial las de su maestro y amigo el “Pecoso” Castro, así que decide sacar esa personalidad que lleva adentro y pedir el centro, estaba decidido a marcar y así fue, Leider “Tuntún” .
Preciado anota el gol que le daría la victoria parcial a Santa Fe, pero no solo esto sino que correría hacia la tribuna azul, silenciaria los cantos obscenos que le habían dedicado a él y a su hermano gracias a su gol. Al finalizar el canto de gol se acercaría al banquillo y agradecería al director técnico y a sus compañeros por ese apoyo y esa fe que siempre tuvieron puesta en él.