Por: Vanesa Marín
Una región montañosa del oeste de Colombia, donde se puede apreciar la vista hacia el volcán Nevado del Ruiz. Es una ciudad escondida entre las montañas y la cordillera central de los Andes, oculta entre los cafetales para tomar el mejor café de este país, conocida como la ciudad de las puertas abiertas y la fábrica de los mejores atardeceres, allí se encuentra Manizales, capital del departamento de Caldas catalogada también como el mejor vividero de Colombia.
Pero son muy pocos los que conocen el secreto que guardan estas montañas y es que dentro de la ciudad se encuentra un depredador suelto que va arrasando con cuanta vida triste y solitaria se le atraviese en el camino, como un animal hambriento que va en busca de comida.
Los cafetales fueron testigos de un amor de adolescentes, donde todo parece perfecto y se siente un vértigo en la barriga, a lo que muchos llaman “mariposas en el estómago” la emoción de sentir por primera vez ese amor que deja una huella imborrable en la vida.
Pero a Luis Felipe, un joven de 17 años, se le convirtieron en lombrices, cuando tocan fuertemente la puerta de su casa y su cuñado, parado en frente de él con la cara empapada de lágrimas, con una voz agitada como si hubiese recorrido todas las calles empinadas que caracterizan a Manizales le dice: –marica mi hermana se mató por su culpa.
El mismo día que se realizó un foro en contra del suicidio, se ahorca un hombre en el puente La Estampilla. Manizales es la ciudad de Colombia con el índice más alto de suicidios, siendo la segunda causa de defunción en esta región, en muchos casos se desconocen los motivos que lleven a las personas a tomar esta decisión, pero los más comunes son la falta de empleo y, en su gran mayoría, problemas pasionales, como el desamor, motivo que llevó a Estefanía a tomar esa fatal elección.
Luis Felipe Castrillón de 17 años de edad, era un joven con pocas oportunidades, por ello se dedicó desde muy niño a delinquir por las calles de la ciudad, cuando tenía 13 años conoció a Leidy Estefanía Arroyave, un año mayor que él, tenía el cabello largo, negro y la mayoría de veces lo llevaba peinado con una cola de caballo que le llegaba un poco más abajo de la cintura, unos ojos grandes almendrados adornados por unas pestañas que parecían un ramillete de alfileres, pero lo que más cautivó a Felipe fue su tierna cara, parecía la cara de un bebé, inspirando tanta ternura e inocencia.
En el eje cafetero es muy común escuchar las famosas “pandillas”, son grupos de amigos que se reúnen en las esquinas de los barrios para hacer alguna actividad negativa y muchas veces ilícita. Así mismo, en Manizales existen las llamadas “fronteras de barrios”, en donde los habitantes de un sector no pueden ni siquiera pasar cerca del barrio enemigo porque se forman tiroteos.
Felipe pertenecía a una de esas pandillas que era de un popular sector de la ciudad, La 31, en donde conoció a Estefanía, quien era hermana de Cristian, unos de los integrantes del “combo”. El 01 de abril de 2006 comenzó el idilio de amor de esta pareja de adolescentes.
Estefanía siempre fue una niña muy juiciosa, de su casa y se mantuvo muy alejada de los negocios de su hermano, pero cuando conoció a Luis Felipe empezó a ir a los parches donde pertenecía su hermano, lo que empezó a traer inconvenientes con sus padres, e hizo que que la mamá de Estefanía, la señora Sonia, no estuviese de acuerdo con la relación, pues ella era consciente de las andanzas de su hijo y sabía qué clase de amigos tenía.
La relación de Felipe y Estefanía tenía altibajos como cualquier otra, y más entre adolescentes, un día estaba todo el “combo” reunido y de pronto Felipe vio en la punta de la loma que llegaban los de La Isla, un barrio con el cual tenían fronteras, sin pensar en que su novia estaba a su lado, desenfundo un arma de fuego y empezó la “plomacera” entre los dos barrios.
En medio del enfrentamiento Estefanía agarra por la camiseta a Felipe y lo entra a una tienda cerca de donde estaban. Cuando después de unos largos minutos por fin se calmó la balacera, la pareja tuvo una discusión, Estefanía se pone de cuclillas, se lleva las manos a la cabeza y con la voz a punto de quebrarse le dice a Felipe:
-No aguanto más esta situación, en cualquier momento lo matan, o nos matan a los dos.
-Nia (como le decía de cariño) usted me conoció así, no trate de cambiar mi mundo porque yo muero así- replicó Felipe.
-Si es que no me mato yo primero-. Le contestó Estefanía mientras iba saliendo de la tienda.
Felipe quedó asombrado, pero sin prestar mayor importancia corrió al lugar donde se encontraban sus amigos y olvidó por completo a Estefanía quien había regresado a su casa sola después de la discusión.
Pasaron los días y hubo reconciliación, la relación siguió como siempre, pero hubo algo que empezó a llamar la atención de Felipe y era que cada vez que discutían, Estefanía amenazaba con quitarse la vida si éste la dejaba, Felipe al notar estos comportamientos trataba de solucionar el altercado y así transcurrieron 4 años.
Enlace para continuar con la segunda parte: https://www.uniminutoradio.com.co/lo-que-ocultan-las-montanas-segunda-parte/