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“No, yo por allá no voy… ¿o sí?”

Desde hace ocho años, todos los viernes a las 6:00 de la tarde, un auto, de marca Chevrolet Sonic, sale a recorrer las calles de Bogotá.

Por: Daniel Alejandro Ramírez Granados

La motivación de su conductor no es otra diferente a la de llevar unos cuantos pesos de más que le permitan generar un complemento a sus ingresos, ayudándole a pagar arriendo, servicios y algunos otros gastos personales. 

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Esta persona, a quien llamaremos Don Henry, es uno de los miles de conductores de plataformas que utilizan este medio como forma de trabajo. Según el diario Portafolio en un informe de 2022, a finales de ese año “había más de 60.000 arrendadores activos en la aplicación de Uber en el país”. La plataforma de Uber ha estado disponible en Colombia desde el año 2013, es decir, poco más de 9 años, periodo en el que, de acuerdo a la información suministrada a Portafolio por Ángela Mendoza, gerente general de Uber en Colombia: “la aplicación (…) ha facilitado más de 350 millones de recorridos, que equivalen al traslado de más de 6 millones de personas”.

Ahora bien, una aplicación que permite generar trabajo, y que además, logra brindar a los ciudadanos más opciones para movilizarse por la ciudad, parece una buena opción para ayudar a solucionar problemas como el desempleo y la movilidad; no obstante, su operación en Colombia se ha visto truncada durante todos estos años, por el hecho de no haber sido aprobada como un servicio legal de transporte. Es más, en Enero de este año, la Superintendencia de Transporte presentó un borrador de proyecto de ley que buscaría, según palabras de Alianza In, sacar del mercado a estas plataformas, acabando con la fuente de ingresos de 100 mil conductores y sancionando con una multa de aproximadamente 10 millones de pesos a las personas que tomen el servicio. 

Esta situación tomó por sorpresa a muchos conductores que trabajan con estas plataformas, provocando que ese mismo día salieran a manifestarse en contra de este proyecto de ley. Durante esa noche se presentaron enfrentamientos entre algunos conductores y la Policía. En las noticias se podía observar cómo uno de los policías rompía el vidrio delantero de uno de los carros de los manifestantes, para luego bajar, de manera brusca, al conductor del vehículo. El policía que realizó la acción se defendió con el argumento que tuvo que hacerlo porque el conductor había intentado embestirlos.

Don Henry estaba sorprendido por lo que veía, y no era el único, muchos usuarios y no usuarios estaban impresionados por lo que sus ojos presenciaban. Algunos defendían la causa de la manifestación, al fin y al cabo, consideraban a las plataformas como un mejor servicio que el brindado por las compañías de taxis, y pensaban que ya era hora de que se legalizara su operación en el país. Algunos otros pensaban de manera similar, sin embargo, se diferenciaban en el hecho de que sus opiniones conllevan la palabra regulación, es decir, era necesario, no solo legalizar el servicio y ya, sino que también, era importante que el gobierno se enfocara en regular, tal y como se ha hecho en otros países. 

Por otro lado, se encontraban aquellos que defendían la propuesta de sacar a las plataformas del mercado, claramente, los asociados al gremio de taxistas, que defendían su postura bajo el argumento que dichas plataformas compiten de una manera desleal, puesto que sus costos de operación son mucho menores a los costos e impuestos que los taxistas deben pagarle al Estado. Por ejemplo, uno de los mayores defensores de la no regulación de las plataformas es precisamente el líder del gremio de taxistas. Ospina, que en varias ocasiones ha declarado a diferentes medios que “le parece injusto que (las ya mencionadas plataformas) funcionan con una tarifa dinámica a diferencia de los taxis quienes deben cumplir con una tarifa plana”.

No obstante, a pesar de ello, no todos los taxistas están de acuerdo con los argumentos de Ospina, y se inclinan más por la idea de la necesidad de instaurar una regulación para estas plataformas, permitiendo crear un mercado más justo para todas estas modalidades de transporte público.

Precisamente, lo anterior se ve reflejado en todos los gastos que tiene que cubrir un taxi para poder salir a rodar legalmente por las calles, que incluye un gasto inicial que abarca la compra del vehículo y del Cupo, que supone una inversión aproximada entre 120 a 140 millones de pesos, según declaraciones de Cesar Rodríguez, conductor de taxi, a un medio de alcance nacional. Rodríguez señala la obligación que tienen los taxistas de comprar dos seguros obligatorios, que se suman a otros gastos tales como la necesidad de contar con una licencia C2, cuya renovación es obligatoria cada 3 años; las tarifas planas, ya antes mencionadas, y los gastos diarios, tales como gasolina, mantenimiento del vehículo, etc. Gastos que las plataformas no tienen que suplir, con excepción de los gastos diarios.    

En no pocas ocasiones, tanto en redes sociales como en las calles, ha resultado evidente un mayor apoyo hacia las plataformas que hacia los taxistas. ¿Pero cuáles son las posibles causas de esto? Mucho se debe a que los usuarios suelen ver en las plataformas un mejor servicio, en comparación con los taxis, por ejemplo, en la ciudad existen muchas experiencias como la de Camilo, un usuario frecuente de plataformas como Uber y Didi, según él, la palabra que define su preferencia sobre un taxi es “confiabilidad”, es decir, se siente mucho más seguro en un Uber; considera que las tarifas son las adecuadas y el conocerlas con anticipación es de gran beneficio puesto que, tal como lo menciona: “independientemente que haya trancón, esté lloviendo, esté haciendo sol, esté lejos, esté cerca, tú ya sabes, desde el momento en que te subes, cuanto vas a pagar”, de igual modo, el hecho de contar con información sobre el vehículo y el conductor, le permite tener mayor confianza al momento de abordar su transporte.

En pocas palabras, hay personas que tienen la idea de que las plataformas no solo están preocupadas por el conductor, sino que también, su interés primordial es el pasajero, algo que algunos taxistas no desean entender, y, por el contrario, piden sanciones para su competencia, exigencia que no tiene en cuenta el hecho que ellos mismos pueden mejorar su servicio.

Esta batalla entre plataformas y taxis ha dado muchos dolores de cabeza, sin embargo, no ha sido tema de debate únicamente aquí en Colombia, existen muchos otros países que ya llevan un buen tramo recorrido en materia de legalización de las plataformas, tales como, Estados Unidos, México, Indonesia, España y Australia. Cada uno, ha adaptado diferentes normas y regularizaciones para las plataformas, a saber, Estados Unidos tuvo diferentes respuestas en cada Estado, por ejemplo, en el Estado de Nevada se cobra un 3 por ciento por cada viaje realizado, tanto a las plataformas como a los taxis. Otros Estados como California, han implementado proyectos de ley en donde las empresas deben asignarles un seguro a los conductores en caso de lesiones o incluso la muerte.  

Países como Indonesia, no solo han implementado el uso obligatorio de seguros, sino que, además, han abarcado también el tema de las tarifas, definiendo el rango de precios que las plataformas pueden cobrar; además, incluye la cantidad total de vehículos que pueden circular, en donde no pueden haber mas de un número, ya estipulado, de autos trabajando en la misma zona.

Otro país que se puede tomar como ejemplo es México, donde según el diario digital chileno, El Definido “fue el primero de América en regularizar la situación de Uber de manera oficial” mediante un decreto gubernamental donde se indica que los conductores deben contar con licencias profesionales, la compañía debe pagarle al Estado el 2% de lo que recaude, se debe pagar un derecho de circulación (por una única vez), y los conductores deben contar con un permiso de circulación que se renueva anualmente.

Podría ser el momento para que Colombia tome cartas en el asunto y formalice las plataformas digitales. El tenerlas por ilegales no ha servido mucho, y bastantes personas siguen usándolas como forma de trabajo, y como su manera preferida de transportarse por la ciudad. Tal como lo menciona Don Henry: “puede que continúen poniendo inconvenientes para aquellos que trabajamos y usamos las plataformas, pero eso no quitará que las personas sigan buscando los beneficios de las mismas: el tener ingresos fijos, costos asequibles y seguridad para los pasajeros y el conductor. Las plataformas son un buen trabajo”. Y sin olvidar a usuarios como Camilo quienes mencionan que: “el mundo está en constante cambio e innovación y sucede lo mismo con las plataformas, la tecnología hace que uno tenga mejores servicios, tales como el transporte”. Puede que sea momento de dejar la frase “yo no voy por allá” por “déjeme y busco la ruta con menos trancón”.

| Nota del editor *

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