El más reciente caso de señalamiento y petición de censura por corrupción incluye al expresidente de Perú, Alan García, quien pidió refugio en la sede diplomática de Uruguay ante el impedimento judicial de salir de su país.
Casos similares se han vivido en Ecuador y en Brasil, Marcelo Odebrech reconoció su responsabilidad en los hechos de corrupción, pagó dos años de cárcel y ahora continúa con detención domiciliaria en su muy lujosa casa.
Pero en Colombia, pareciera que ningún hecho es suficiente para movilizar las conciencias de mayorías y pedir justicia, incluso, desde la óptica de nuestra dignidad. La dignidad de los colombianos.
Nosotros, por el contrario, mantenemos el voto hacia corruptos históricos. E incluso se aplauden decisiones que están en contra de nuestro bienestar y condición.
Se aceptan con resignación aumentos en los impuestos, disminución en los ingresos pensionales, y se repiten consignas como “el vivo vive del bobo”. Desconocemos nuestras propias decisiones como la adoptada en las urnas a favor de acabar con la corrupción. Nos seguimos inclinando ante los imaginarios de poder.
Para hablar del tema invitamos a esta sección, En Vía Contraria, a la socióloga Estefanía Montoya quien opinó al respecto.
Para concluir con una voz de esperanza hacia el cambio en tiempo futuro próximo. Cuando las generaciones más jóvenes, las que hoy se educan con un conocimiento amplio de acciones que lesionan mayorías y favorecen sólo a pocos. Ellos, los niños, los jóvenes, tal vez, podrían cambiar esquemas tradicionales que aumentan la inequidad, la desigualdad, los ámbitos de mucho para pocos y poco para muchos.
Desde ópticas de Noviolencia, como sería lo ideal
La intervención de Estefanía Moreno, a continuación: