Por: Jhonattan David Ruiz Tenganan
Domingo 29 de marzo de 2020, en la ciudad de Bogotá. Fabián Giraldo se ahogaba en un mar de emociones. Se encontraba desayunando en la casa de la abuela de su novia; ese fin de semana se había quedado ahí. Era una mañana tranquila y departían en familia. En cuestión de minutos Sharon, la novia de Fabián, fue al baño y luego llamó a su abuela.
— ¡Fabián! Sharon rompió fuente —. gritó la abuela, mientras se cogía la cara.
— No teníamos nada preparado, yo estaba muy asustado y casi no hablaba —, recuerda Fabián.
Los años pasan y las sociedades evolucionan. Colombia no es el mismo país de hace cien años; hombres y mujeres se han visto abocados a procesos de cambios y transformaciones: “El núcleo de la sociedad es la familia”, comenta Edison Salazar, director de la Fundación Padres por Siempre, que desde hace 12 años brinda orientación legal, a fin de lograr la paternidad responsable y el cumplimiento de los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes.
El reconocimiento del rol del padre en la crianza de sus hijos se ha enfrentado a múltiples retos, como los estigmas sociales y la ideología de género. Ser padre o madre supone grandes cambios respecto a los modelos de origen, es por eso, que la paternidad tiende a tener rasgos más afectivos, es decir, el hombre se reconoce en el cuidado y desarrollo del menor, señala el ICBF en la guía La maternidad y paternidad responsable son un compromiso de por vida, es así, como se puede hablar de nuevas masculinidades.
Más allá de la transformación que los hombres han experimentado en una sociedad machista, se les minimiza al ejercer esta tarea, tanto por la pareja como por entidades de salud, entes gubernamentales, comisarías de familia, altos tribunales, más la inexistencia de instituciones que los apoyen. Héctor Ramírez, psicólogo pedagogo de la Universidad de Envigado, menciona: “Muchos hombres no van a las instituciones porque se sienten discriminados, los estigmas solo fragmentan los roles”.
Esta situación es el diario vivir de Fabián al enfrentarse a una sociedad estereotipada. “Me he sentido discriminado por ser papá joven y por ser papá soltero, no es muy común. Yo no he visto a un hombre solo con su bebé en una consulta médica, y las veces que me ha tocado me preguntan por la mamá o la abuela, siempre en femenino”, afirma el joven.
Precisamente, esta situación es contraria a lo que menciona la guía La maternidad y la paternidad responsable son un compromiso de por vida, del ICBF: “El rol del papá, es igual de importante y esencial al de la mamá, porque es insustituible y permite que niños y niñas reconozcan e identifiquen los roles que contribuyen en la formación de su identidad y personalidad”. Aunque, en realidad es todo lo contrario, al hombre se le excluye de los cuidados del menor. Una idea que fomenta la inequidad y esconde el verdadero problema de las nuevas masculinidades en las familias tradicionales.
En Colombia hay una idea de familia, dependiendo de la región de origen y de su nivel de industrialización. Normalmente la familia tradicional tiene mayor dominio en ciudades pequeñas y rurales, en cambio en ciudades industrializadas es posible encontrar nuevas familias como separada, compuesta, tradicional y monoparental, estas dos últimas con mayor dominancia. Por ello se puede comenzar a hablar de tipología familiar, no netamente de un solo modelo de familia.
Colombia no tiene registro de cuántos padres solteros hay que conformen hogares monoparentales. Un aproximado en cifras, no tan reciente, que se puede tener en cuenta, son las estadísticas entregadas por el DANE. En 2013 la edad promedio de los padres del 68,4% de los nacidos correspondía entre 20 y 34 años. El censo de 2017 muestra que de todas las familias colombianas, el 12,6% corresponde a hogares monoparentales, pero este mismo estudio no revela cuántos corresponde a familia monoparental con padre cabeza de hogar.
Las directivas de la Fundación Padres por Siempre señala que la custodia de los menores en aquellos hogares que por diferentes motivos se han separado, en muchas ocasiones no se investigan o estudian los casos a profundidad para determinar cuál de los dos progenitores es el más apto para responder por su bienestar, que por lo regular queda en manos de la madre, ya sea por tradición social o por hábito jurídico, e incluso a muchos padres se les presiona para que esto suceda.
Ramírez, indica que este tipo de comportamientos se da, porque a la mujer en sí misma se le ha atribuido esa idea del cuidado de los infantes, idea que debe ser corregida: “El siglo XXI es la era de transformación de la sociedad. Es una realidad, ya no hay familia tradicional, sino monoparental”, afirma Ramírez.
Más allá de los derechos de los progenitores, priman los derechos fundamentales de niños y niñas, como lo estipula el Artículo 44 de la Constitución Política de Colombia, que conmina a preservar su vida, su integridad física, su salud, su derecho a un nombre, a una nacionalidad y a tener una familia que le cobije y brinde amor. En muchos casos el bienestar del menor está junto a su padre, aunque esto implique una transformación dentro de las nuevas masculinidades.
El hombre cabeza de hogar es víctima de una mirada machista social, que se instaura en la industria cultural, en estereotipos y actitudes de género que se institucionalizan desde que es pequeño, es decir, ciertas conductas se ven normalizadas, se aceptan como patrones y como comportamientos válidos, que hace difícil expresar ciertas actitudes y roles, porque pueden ser vistos como debilidad. El proceso es el cambio, y así como la mujer ha alcanzado nuevos roles en la sociedad, pasa igual con los hombres, incluida la paternidad.
— Usted como hombre aprende cada cosa de su bebé por la conexión que se hace, cada llanto es especial —. Afirma Fabián con nostalgia en su voz.
Aunque el Estado colombiano y los entes de control no manifiesten el interés de promover un censo sobre la paternidad responsable y la existencia de familias monoparentales con un padre cabeza de hogar, esta es una necesidad inaplazable. En un país donde las cifras de ausencia paternal son altísimas, otros desean responder con gozo esta tarea de por vida, e incluso muchos de ellos ven de esta manera la resolución de traumas heredados desde su niñez ante la carencia de una figura paterna, como el caso de Fabián, que por azares de la vida tiene la tarea de ser padre soltero.
— Cada vez soy más consciente de mis sentimientos. Tener un bebé me hace más sensible y me conmueve más. No está mal que un hombre llore y lo diga en su momento, es valiente hacerlo —, asevera, dejando a un lado los prejuicios que algún día tuvo.
— Él es mi vida, está en mi proyecto de vida. Uno aprende a cuidarse también, porque sabe que hay alguien que depende de uno —. Confiesa Fabián refiriéndose a su hijo.
La paternidad y la maternidad son ejercicios que se aprenden por la experiencia, no hay un manual que diga cómo se deben asumir estos roles en la crianza de un menor, ni mucho menos que pueda atribuírsele esta tarea a una persona por su sexo. Es una responsabilidad que se adquiere para toda la vida.
— Yo no me imagino la vida sin él —. Finaliza Fabián.