No cabe duda de que lo que ocurre con el Coronavirus es de especial cuidado, se trata de un germen que tiene la enorme capacidad de camuflarse con la forma sintomática de una gripe común, eso lo hace difícil de identificar porque no tiene un patrón especial que destaque.
También es difícil contener la oleada de información que circula sobre el virus en redes sociales digitales, minuto a minuto se produce una noticia, video o meme que pone en alerta conspirativa a las personas, incluso exacerba la xenofobia, y algunos dicen que es culpa de los chinos porque “comen todo lo que se mueva“.
Es difícil obviar que la situación es delicada y compromete al resto de países en el mundo, ahora más que antes, nada es exclusivo de un país. El gigante asiático tiene una de las economías más robustas, y al entrar en este paro por cuenta de un asunto de salud pública, su producción también se afecta. Seguro que algunos compradores en Internet han corroborado que los productos chinos (que son casi todos) están represados en puertos y podrían demorar semanas en llegar a sus destinos. Hay contracción económica, nadie lo duda. Apple, por poner un ejemplo, anunció que la producción de sus dispositivos se ha visto ralentizada y no cumplirá sus metas.
Difícil es también creer todo lo que dicen las autoridades de salud mundial y más las del gobierno chino que, desde el principio, ha querido matizar la tragedia que significa la muerte de personas a causa del COVID-19. De hecho, el médico Li Wenliang, el doctor que intentó alertar sobre el brote (y cuya muerte causa indignación) fue silenciado con ordenes oficiales porque sus comunicaciones eran supuestos “rumores”.
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Al establecimiento chino le cuestionan sus líderes y métodos, ya se habla de control social excesivo y arbitrario semejante a estrategias de represión más que de salud pública. Algunos expertos en epidemias han dicho (esta y otras veces en el pasado) que las acciones autoritarias podrían ser contraproducentes porque las personas infectadas temen y prefieren ocultarse, con un escenario así, es más difícil contener el brote.
La emergencia está cerca de cumplir 50 días, van más de 70 mil casos identificados y 1770 muertes. Varios países (incluido Colombia) han confirmado la presencia del virus en sus conciudadanos.
Desde luego que la estadística asusta, pero no está ni cerca del promedio de muertes que se producen en China por distintas causas, nada más en accidentes de tránsito mueren al día unas 500 personas, y de problemas respiratorios a causa de la contaminación del aire (el mismo problema de Bogotá, Medellín y Cali) son más de 4 mil muertos al día.
Seguro que cada 24 horas mueren más personas en el mundo a causa de una gripe común, sobre todo por ausencia de formulación de políticas públicas de salud serias.
Hay epidemias que están cobrando más muertes y pasan de forma silenciosa ante nosotros, y se relativizan en lo siguiente: una tendencia con cifras, unos datos más para anunciar en comunicados de prensa, “Un muerto es una tragedia, un millón es una estadística”, decía el terrorífico Stalin.
Colofón
En Colombia tenemos una epidemia desde hace 60 años que ha cobrado más de 260 mil vidas, se llama ´Conflicto Armado´, y el director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Darío Acevedo, debe reconocer su existencia no solo con palabras sino con acciones que dignifiquen la memoria de los asesinados y sus familiares con vida.