Por: María Camila Rodríguez
Colombia, pese a los avances que ha tenido en materia de leyes que favorecen y brindan acompañamiento a la mujer, no ha dejado de ser una sociedad machista y conservadora, cimentada en valores doble moralistas y patriarcales, en donde ser mujer constituye un constante riesgo.
Algunas cifras reportadas por el observatorio de feminicidios de Colombia, indican que se han presentado 155 feminicidios a abril de 2020 y durante el 2019 más de 20 mil mujeres fueron presuntamente violadas.
Desafortunadamente el número de agresiones sigue en aumento, y en menos de 48 horas se dieron a conocer cinco nuevos casos: Arly Johana Girón González de 22 años, María Alejandra Meriño Escalante de 27, Nury Esperanza Gelves Lizarazo de 30, Sugey del Carmen Guerra Blanco de 45, y Daniela Quiñones Pimienta de 23 años, fueron asesinadas a manos de hombres violentos y machistas.
Pese a esto, es a las mujeres a quienes se sigue culpando y señalando, incluso luego de haber sido asesinadas y violentadas, cuando todo el cuestionamiento debería recaer sobre los hombre agresores, sobre la cultura y el estado patriarcal que cobija a Colombia, sobre aquellos que justifican y normalizan la violencia, reproduciendo así la misma.
Además, no se debe dejar por fuera el papel de los medios de comunicación en estos casos, pues la responsabilidad de los mismos frente a la problemática es enorme, siendo estos formadores de opinión, se encuentran en la obligación de visibilizar y dar cuenta de que se trata de violencia sistemática y no de hechos alejados, pues, por medio del lenguaje justifican y normalizan comportamientos que no deben ser aceptados, y generan así violencia simbólica, lo que a su vez, es otra forma de control sobre las mujeres.
No hay justificación alguna para asesinar a una mujer, los celos en una relación afectiva no son normales, las mujeres no están en relaciones violentas porque quieren, los comportamientos agresivos o violentos por parte de un hombre no hacen parte de su naturaleza.
Todas tenemos autonomía sobre nuestros cuerpos, y tal como lo mencionaban las tesis, (colectivo feminista de Chile) “la culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía”, la culpa será siempre del agresor, de la sociedad que lo encubre o justifica, de los medios, que a través de sus discursos, promueven el amor romántico como única forma de amor posible y difunden contenidos en los que reproducen estereotipos de género.
Empecemos a deconstruir para construir una sociedad en la que se nos respete, en la que no seamos objeto de agresión o violación y no nos cueste la vida ser mujeres, en la que no se nos señale cuando salimos a romper, gritar o quemar, porque es la vida de una mujer de la que se está hablando, una hija, una amiga, una hermana, una esposa, una madre.
Lamentamos los hechos ocurridos con las mujeres mencionadas y todas aquellas que han sido silenciadas víctimas de feminicidio, nos solidarizamos con sus familiares y amigos y esperamos que todo el peso de la ley recaiga sobre los agresores.
Si es mujer y se encuentra en situación de agresión o violencia, se puede comunicar a la línea púrpura distrital gratuita 018000112137.
#NiUnaMenos