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Pequeños detalles que no se pueden descuidar en la visita del papa

Hace unas semanas decía monseñor Fabio Suescún: “Nadie está preparado para una visita Papal”. En efecto, la agenda se analiza y se perfecciona a cada instante, pero siempre habrá el pequeño detalle que a nadie se le ocurrió o que hubo un plan B para suplirlo.

Siete meses después de la tragedia de Armero, san Juan Pablo II pisó suelo tolimense. Ese 6 de julio de 1986 se quedará en la memoria del país que sufría dos tragedias recientes: la toma del Palacio de Justicia de Bogotá por el grupo subversivo M-19 y el deshielo del nevado del Ruiz que ocasionara la muerte de más de 20 mil personas.+

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Fotografía: Radio Santa Fe

El santo Padre llegó en un helicóptero y acompañado de su comitiva se acercó a la gigantesca cruz de cemento, construida donde antes estaba la iglesia del municipio. Se quedaron impávidos al ver que Juan Pablo II no tuvo dificultad para inclinarse, puso sus rodillas en el duro cemento y permaneció orando varios minutos. Los organizadores pensaron de inmediato, “!cómo no se nos ocurrió poner un reclinatorio allí o al menos una almohada!”.

No pudieron cantar

Catherine González recuerda que tenía solo 10 años cuando conoció de frente a una de las personas que más han marcado su vida: Juan Pablo II.

“Varios colegios católicos de la ciudad nos reunimos y durante un mes ensayamos muchas canciones dedicadas al papa Juan Pablo II, el coro se llamaba el de los 100, porque éramos alrededor de 100 jóvenes. Nunca olvidaré que el día de la presentación en Chambacú, los organizadores nos colocaron en un lugar donde no podíamos ver al Papa y nos bajaron y no pudimos cantarle. Todos lloramos desconsoladamente, pero luego él bajó y a todos nos saludó y nos dio la mano. Fue inolvidable”, le contó a El Universal.                      

Cuando el papa pide una manzana

En su visita a Cartagena, el Papa Juan Pablo II hizo un recorrido que contempló cenar en el Club Cartagena. Quienes le acompañaron aseguran que a pesar de ser una apetitosa comida costeña con arroz de coco y pescado, el invitado principal, comió poco. Cuando llegó a la casa arzobispal, expresó su deseo: antes de irse a la cama quería una manzana.

“No había en la Casa Arzobispal. Me tocó salir como bola de fuego a comprarla. A dos cuadras vendían pero en la calle, cerca del Ley, había unos tipos de esos que les echaban agua. El que me las vendió no creía que eran para el Papa. Se la llevaron en un platico con un cubierto y una servilleta”, contó a El Universal, entre sonrisas el padre Rafael Castillo.

Para no recordar

Cuando el Papa Francisco estuvo en Brasil, una serie de errores de logística ocasionaron varios líos, aunque, por fortuna se pudieron remediar.

El lunes 22 de julio 2013 cuando Francisco se desplazaba desde el aeropuerto hacia el centro de Río de Janeiro, su conductor tomó un camino equivocado y el automóvil del Papa fue acosado por fieles que intentaron tocarlo. El Papa lo tomó con tranquilidad y nunca dejó su característica sonrisa.

Al día siguiente, una falla en el metro dejó algunas estaciones fuera de servicio durante más de dos horas, haciendo que muchos visitantes no pudieran llegar a tiempo a la misa inaugural de la Jornada Mundial de la Juventud.

Para completar, a mediados de la semana las lluvias convirtieron Guaratiba, un barrio en las afueras de Río, donde había un gigantesco escenario para las últimas misas del Papa, se convirtió en un inmenso lodazal. Y los organizadores no tuvieron más remedio que trasladar los eventos para la playa de Copacabana. Fue un plan B que salió de inmediato y todo salió bien.

| Nota del editor *

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