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Por una mística de ojos abiertos

Mística de ojos abiertos es el título de una gran obra del teólogo alemán Johan Metz, donde plantea que una fe coherente y sólida debe estar anclada en el corazón de Dios y en el de la sociedad desgarrada por el sufrimiento y la injusticia. Una mística de ojos abiertos, es decir, que tiene en cuenta el sufrimiento de los hombres y se solidariza con ellos. Esto es justamente lo que vive Marín Castellanos quien, desde los micrófonos de El Puente, nos contó acerca de una fe que, como dicen las mismas Escrituras, se comprueba a la luz de las obras. Martin, es líder de una Fundación llamada Hombres de valor. En esta Fundación se busca dar una segunda oportunidad a hombres y mujeres que, por las vicisitudes de la vida, y sobre todo por la injusticia social y la falta de oportunidades, cometieron un error y terminaron en una cárcel.

Desde allí se les brinda apoyo integral apostándole fuertemente a la reinserción social, buscando con ello no solo fortalecer las capacidades cognitivas, sino sobre todo recomponer la dimensión emocional, esa subjetividad que se rompió con la afrenta cometida. De manera que, mediante la educación, la fundación le apuesta a componer a los sujetos que fueron víctimas de sus propias acciones, con el fin de reestablecer también a sus familias y a una sociedad que es al mismo tiempo víctima y verdugo de unas dinámicas de exclusión, competitividad y violencia sistemática.  Recomponer lo roto, las fracturas y las heridas que dejan los actos delictivos, y brindar una segunda oportunidad a hombres y mujeres que, por la inequidad social y el abandono por parte del Estado, fueron empujados a cometer algún delito.

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Se trata de un proyecto integral que más que resocializar, busca reeducar a los sujetos para que vuelvan a creer en sí mismos y se conviertan así en agentes de su propia emancipación. “Buscamos no simplemente ofrecerles una educación a los jóvenes, sino darles la oportunidad para que ellos puedan participar en la ejecución de proyectos reales, bien sea desarrollando software, bien sea trabajando en mecatrónica, robótica, haciendo nuevos descubrimientos…”, aseguró Martín. Es una apuesta conjunta y continua por vertebrar sujetos capaces de levantarse de las caídas, volver a creer y empezar a gestar un futuro mejor para todos.

Esta apuesta educativa y social le valió el doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Milán, y no era para menos. Una labor de más de 12 años puesta al servicio de los que fueron y son excluidos de la vida, de aquellos que son relegados a la clandestinidad y al anonimato, y a los que se les cierran todas las puertas, merece este y todos los reconocimientos. Y es que Martin hace viva las palabras de quien sería uno de los teólogos más influyentes del siglo pasado, cuando afirmó: “el cristiano del siglo XXI será un místico o no será cristiano”. En efecto, Martín es un místico, un místico del siglo XXI, un místico de ojos abiertos que descubre a Dios desde dentro y desde abajo, desde el devenir cotidiano, desde donde se presenta lo humano en toda su profundidad y pluralidad; porque es precisamente allí, en la vida, en lo humano, en la autoridad de los que sufren, donde acontece la gracia y donde Dios es realmente conocido.

Conduce Merceditas Beltrán, Erika Acosta y Karen Arias

| Nota del editor *

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