Por: Daniel Rojas Chía
Muchas veces el cine es una herramienta de denuncia, cuando entra en rincones oscuros de la sociedad, que alimenta los horrores que se convierten en un negocio multimillonario como el tráfico sexual infantil y lo convierten en espectáculo, cuando es un cáncer latente de todos los días.
La película de Angel Studios, narra la historia de un agente federal que se embarca en una peligrosa misión con el objetivo de rescatar a una niña que ha sido captada por una red de trata de personas. Con el tiempo, agotado, deja su trabajo y viaja a lo profundo de la jungla colombiana, arriesgando su vida para liberarla de un destino peor que la muerte, reza la sinopsis de la cinta.
Las imágenes que desde el inicio de la cinta muestran esa fragilidad infantil que está tan latente, recrean una angustia aterradora que se constituyen en un thriller sofocante, que pone a prueba la moral del espectador, para develar un problema de enormes proporciones desde su protagonista, el agente Tim Ballard (Jim Caviezel), que se embarca en una cruzada para detener este horror que sucede en todo el mundo.
Gran parte de la cinta que se rodó en Colombia, propone una desalentadora sensación de desasosiegoo frente a este problema, ya que la historia tiene origen en hechos reales, incluida la forma como el agente encontró la manera de luchar contra este flagelo.
Vale la pena aclarar, que, si bien la película es una denuncia, insinúa peligrosamente que son los temas religiosos los principales motivadores de los hechos, que por momentos se convierten en propaganda que puede cruzar líneas muy delgadas con quien lo esté viendo, esté o no de acuerdo.
La propuesta visual del director mexicano Alejandro Gómez Monteverde, encuentra un tono adecuado y dramático para construir puntos de giro que continuamente conmueven, a fin de llevar el mensaje y la intención que dinamizan esta historia, acompañados de buena manera por la música, además del componente más impactante: los niños y las buenas actuaciones de todos los actores, que se suman a apariciones de grandes figuras como Mira Sorvino (Katherine Ballard). Destaca también la gran actuación de la actriz colombiana Cristal Aparicio (Rocío), que se convierte en eje conductor de la cinta, sin desviar el tema central de la denuncia del tráfico sexual infantil.
Sound of fredom busca crear conciencia global sobre un problema tan perverso como verídico, y que, por encima de toda crítica en su intención, logra conmover de tal forma, que al salir de la sala de cine muchas de sus formas se quedan de manera desgarradora por mucho tiempo.
Una cinta valiente que quiere proponerle al espectador que el séptimo arte es una herramienta de difusión que va mucho más allá que solo entretener, pero eso solo depende de quien la pueda ver y de la manera que la entienda, juzguen ustedes.