El naufragio del barco artesanal en el que viajaban entre 150 y 180 personas ocurrió en las costas de Mauritania, a 25 kilómetros de la ciudad de Nuadibú, en plena línea fronteriza con el Sahara Occidental.
Los pasajeros de esta embarcación serían, en su mayoría, migrantes provenientes de Gambia, quienes buscaban llegar a las costas españolas tratando de buscar refugio tras huir de la tensa situación de miseria que se registra en muchos países de la zona central africana, según el reporte del ministro de interior mauritano Mohamed Salem Uld Merzoug.
“El barco chocó contra una roca en el mar, comenzó a entrar agua y el motor dejó de funcionar. No estaban lejos de la orilla, pero el fuerte oleaje les impidió llegar a tierra. Tenían hambre, tenían frío e intentaron nadar hasta la orilla”, afirmaron las autoridades del país norafricano.
La Organización Internacional para la Migraciones (OIM) atendió el llamado del gobierno mauritano para atender a las víctimas y sobrevivientes del hundimiento del navío. Según lo que recopiló el organismo internacional, la población que viajaba en la barcaza, zarparon de Gambia el pasado 27 de noviembre y que la mayoría de los que viajaban allí eran jóvenes de entre los 20 y 30 años, además de mujeres y niños.
Posiblemente 83 personas pudieron escapar de una muerte segura al nadar hacia la costa más cercana, estas personas serán recibidas por el Estado Mauritano en calidad de refugiados: “Fueron acogidos con solidaridad, fraternidad y hospitalidad africanas”, afirmó el Ministro.
“Esta situación recuerda, por si fuera necesario, las tragedias que está causando el fenómeno de la inmigración clandestina, que diezma la juventud africana, y subraya también la necesidad de conjugar esfuerzos para poner fin a esta espiral mortal”, agregó el ministro de Interior mauritano.
Las cifras de la OIM revelan que en lo transcurrido del año, más de 700 personas han muerto o desaparecido al tratar de atravesar de forma ilegal el Mar Mediterraneo y tratar de desembarcar en las costas europeas.