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Tras la cámara: el precio de una mirada

“Incluso en los momentos más oscuros, siempre hay un espacio para la esperanza”, Kimmy, protagonista de esta historia.

Por: Luna Vargas Montero. 3.er semestre

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Kimmy, a sus 26 años, era un reflejo sobrio de las luchas que había enfrentado. Criada la mayor parte de su vida por su madre; una mujer fuerte, trabajadora y decidida que amaba a sus hijas tanto como el sol ama calentar la tierra al amanecer. Creció junto a su hermana en un ambiente inestable debido a la falta de su padre, ausente en gran parte de su vida. A corta edad Kimmy asumió la responsabilidad y cuidó a su hermana con el propósito de ayudar a su madre, a pesar de que cargaba una gran desilusión en su corazón por la falta de cariño, amor y empatía de su padre.

A la vida de su madre llegó un hombre que se convertiría en su padrastro y en el padre de su nueva hermana. Sin embargo, a Kimmy no le agradaba su padrastro; él tampoco demostró interés en ella, así que no se desarrolló ninguna relación cercana. Después de unos meses, su madre empezó a tolerar abusos por parte de su padrastro los cuales Kimmy no podía aceptar, lo que la llevó a mudarse con su padre. Durante su adolescencia, Kimmy buscó en múltiples relaciones amorosas el cariño y la estabilidad que le faltaron en su infancia. Sin embargo, cada relación terminó en decepciones y abusos, convirtiendo el amor en una fuente de dolor.
A los 19 años quedó embarazada de su primer hijo; a pesar de que no estaba lista para ser madre, contó con el apoyo de sus padres. Dos años después quedó nuevamente embarazada de su segundo hijo. La relación con el padre del niño era tormentosa, llena de abusos físicos, psicológicos y verbales. Como consecuencia de esta situación, Kimmy se alejó de su madre y de sus hermanas. Quedó sola, sin estabilidad económica ni emocional.
Impulsada por el deseo de cambiar su destino y hallar un propósito, Kimmy decidió estudiar enfermería con el objetivo de encontrar una vida estable y llena de sentido. Para ella, esta profesión representaba una vía de escape de su dolorosa realidad, un intento de construir un futuro en el que pudiera ofrecerse a sí misma y a sus hijos una mejor vida.

Aunque la vida tomó un rumbo distinto para Kimmy, ella luchó por avanzar en su carrera y equilibrar sus responsabilidades como madre soltera de dos hijos. Su relación había terminado, obligándola a enfrentar todo por sola, y a pesar de los obstáculos, logró graduarse y obtener un trabajo estable.

En un momento crítico, el estrés acumulado y el dolor intenso se manifestaban en un desesperado intento de suicidio. Deseó restablecerse de nuevo en su trabajo; no obstante, recibió una respuesta negativa, que la consideraron no apta para continuar. Era 2015, el descenso en los precios del petróleo había dejado el país en una situación económica complicada, y Juan Manuel Santos mantenía el foco de atención por el proceso de paz con las FARC. El país se movía entre la esperanza de una paz duradera y la necesidad urgente de estabilizar su economía; al mismo tiempo, la inestabilidad en el mercado reducía las posibilidades de conseguir trabajo; fue por eso la responsabilidad de ser madre hizo que Kimmy se viera obligada a mudarse de nuevo con su madre, su padrastro y sus 2 hermanas.

Sin embargo, la vida de Kimmy estaba a punto de dar un giro inesperado cuando conoció a Mariana, una mujer que se movía en la industria del modelaje Web Cam desde hacía más de dos años. Tras hablar durante horas con ella, entendió de qué se trataba el trabajo. Kimmy lo vio como una opción acertada, así que decidió hablar con su madre sobre su intención de entrar al mundo del modelaje Web Cam. Con una mezcla de valentía y temblor en la voz, expuso su plan e inesperadamente obtuvo una respuesta positiva de su madre, quien le brindó su amor y sin prejuicio la apoyó.

El maquillaje fue una herramienta social en el trabajo de Kimmy, permitiéndole expresarse creativamente y conectar con su audiencia.

En el trascurso de la semana, Kimmy visitó StellarLine, lugar de trabajo de Mariana donde conoció a Maia, una mujer que pertenecía a la industria WC no como modelo sino como dueña del estudio, y quien les proporcionaba trabajo a las mujeres que querían hacer parte de ese mundo. El lugar era un espacio vibrante, glamuroso, lleno de luces de neón, de cámaras de última tecnología y de un equipo profesional que trabajaba a ritmo frenético. Maia supo que ella sería su próxima modelo estrella. Al ver su belleza inédita, le hizo una audición que incluía preguntas sencillas y una prueba de cámara. Al terminar, Kimmy obtuvo su nuevo trabajo. Maia le explicó el manejo de las páginas donde realizaría su trabajo: MyFreeCams, Chaturbate, Cam4, entre otras, el significado y el manejo de los tokens (dinero virtual utilizado en páginas webcam) y cómo debía comportarse en el tema sexual.

Ese día, Mariana y Kimmy fueron al centro de Bogotá a comprar los implementos básicos que necesitaría para su primer espectáculo. Al llegar a casa sintió un hormigueo en sus piernas y manos, angustiada se miró al espejo y con altas expectativas se acostó a dormir.

Al día siguiente, al llegar al estudio, Kimmy se maquilló, se cambió su ropa y se dirigió a su habitación; al entrar se sintió como en casa. En el lugar destacaba una cama matrimonial como centro de la habitación, con sábanas rosadas y cojines de color palo de rosa que combinaban con el cabecero acolchonado beige que llegaba hasta el techo. La iluminación con luces cálidas y los cuadros a juego eran de cuento de hadas. Se sentó frente a la cámara con dos aros de luz a sus costados, que emitían un fulgor brillante. Nerviosa acomodó sus juguetes, vibradores, lubricante y empezó el espectáculo.

Al iniciar la trasmisión, el ambiente estaba tenso. Por tratarse de una nueva modelo no tenía reconocimiento en las listas, pero en cuestión de horas Kimmy comenzó a subir su posicionamiento. Se soltó más en su espacio y con los usuarios, tanto que esa noche cerró el espectáculo con un millón de pesos colombianos. Para ser su primera noche, había logrado un posicionamiento destacado en las listas y había ganado una suma favorable.

Desde ese momento, la vida de Kimmy dio un giro de 180 grados, y sus quincenas, por bajas que fueran, eran de un millón de pesos colombianos; sus hijos empezaron a tener una vida más estable en cuestiones económicas. Esto le permitió ayudar a su madre en con dinero; asimismo, se daba una vida de lujos con la cual siempre soñó, pero, aunque avanzaba en términos de visibilidad y estabilidad económica, no estaba encontrando la paz que anhelaba.

Pasaron varios años hasta 2019 y Kimmy estaba cansada de ese estilo de vida que había llevado por más de cinco años, y por el que había sacrificado aspectos de su vida. Trabajaba más de 15 horas diarias, no dormía, no comía, no pasaba tiempo de calidad con su familia ni con sus hijos, todo por cumplir en su trabajo. Se cuestionó qué estaba sucediendo, qué quería para sus hijos y para sí misma como mujer.

Llegó el viernes, el día más difícil de la semana. Se presentó en el trabajo sin ánimo, sin ilusión; agotada por la noche anterior, tenía un sueño que la consumía. El hambre hacía sonar su estómago; llevaba más de cinco horas sin ingerir alimentos, el consejo de otras modelos para lucir una figura más delgada durante la transmisión. Preparó su vestuario, maquillaje, cabello e inició el espectáculo. Se encontraba en su jornada habitual de trabajo. Hacía mucho calor debido a las sofocantes luces que la rodeaban desde el inicio del turno.

Frente a la pantalla, el maquillaje comenzaba a caer de su piel por el sudor que rodaba desde su frente hasta sus senos. Desesperada por el cansancio, Kimmy sostenía una conversación tranquila, con peticiones sexuales, nada extraordinarias, por parte de sus usuarios. Se acercaba el final de su turno cuando a su sala ingresó Mario, que en la página se hacía llamar Yourdaddy87, usuario que no ingresaba con frecuencia a los espectáculos, pero que cada vez que lo hacía, le dejaba más de 300 dólares. Por costumbre Kimmy ya sabía que se iba a un privado con él; este consiste en un espectáculo donde el usuario y la modelo tienen interacción exclusiva más personalizada en comparación de un espectáculo público, que suelen tener un costo por minuto, que les brinda a las modelos una fuente adicional de dinero.

Un día, Mario solicitó una sala privada y activó su cámara. Kimmy quedó en shock al ver que él estaba con una niña de aproximadamente 10 años, cuya expresión era de serenidad y tranquilidad. El hombre la acariciaba. Todo se quedó en un absoluto silencio en la sala, y una mezcla de asco y miedo invadieron los pensamientos de Kimmy, quien, a pesar de que su primer instinto fue reclamarle al hombre que abusaba indolentemente de la niña, no supo cómo reaccionar.

—¿No te gusta mi pequeña? Repetía él. Desesperada Kimmy terminó el privado. Desconcertada por lo que acababa de pasar, se desconectó de sus páginas y se sentó en la cama a llorar por la impotencia, el asco y la preocupación que sintió por esa niña.

Kimmy estuvo semanas en casa tratando de procesar lo que había sucedido. No lograba comprender ni cómo, ni por qué estuvo alejada de todo; no podía dejar de pensar en esa sensación de miedo, pánico, asco y repulsión que pasó por su cuerpo y mente al observar una violación.
Por semanas intentó sacar de su cabeza lo que había vivido; logró comprender que necesitaba un tiempo para descansar y reflexionar sobre su futuro. Reconoció que necesitaba escapar del ciclo en el cual había estado atrapada para sanar. Tomó la decisión de abandonar el modelaje Web que le había dado lo económico, pero que le robó mucho de sí misma. Dio paso hacia la libertad que tanto anhelaba, una oportunidad para buscar un propósito más a fin a ella. Llegó la pandemia, momento perfecto para irse, agradeció a todas sus compañeras que la apoyaron durante seis años consecutivos, agarró sus pertenencias y renunció oficialmente al estudio que la vio durante tanto tiempo.

Kimmy estuvo haciendo trabajos remotos, nada serios, lo que le recordó sus épocas de cuando tenía 19 años. Así fue su vida hasta 2022 cuando tomó la decisión de dejar a su familia y a sus hijos en Colombia para irse en busca de un mejor futuro a España. No fue un proceso sencillo; debió despedirse de sus pertenencias y de lo más importante, su familia.

En la actualidad, Kimmy es dueña de un salón de uñas acrílicas y lleva una vida amena en España. Lucha diariamente por reencontrarse con sus hijos. No ha sido sencillo; aún la atormentan muchos recuerdos de su pasado. Sin embargo, una imagen permanece en su mente: incluso en los momentos más oscuros, siempre hay un espacio para la esperanza. A través de sus desafíos y triunfos, sabe que el verdadero renacimiento es posible cuando se encuentra el coraje para reinventarse y abrazar un nuevo comienzo

*Los nombres de los protagonistas de la anterior historia fueron modificados.

| Nota del editor *

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