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Un plan para salvar al oso andino de su extinción

Crean estrategias de conservación para esta especie, que está catalogada como vulnerable.

En el 2007 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturales (IUCN) dio una cifra alarmante: seis de las ochos especies existentes en el mundo podrán desparecer en las próximas décadas. Ese mismo año entró en categoría de vulnerable el oso andino, el único que vive en Sudamérica.

El oso andino (Themarctos ornatus), que aparece como símbolo de nuestra moneda de 50 pesos, habita en la cordillera Andina de Venezuela, Colombia. Ecuador, Perú y Bolivia hasta el norte de Argentina, en ecosistemas que oscilan entre los 200 y los 4.750 metros sobre el nivel del mar.

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La reducción de sus hábitats se da principalmente por la minería, ganadería, agricultura y otras actividades que desarrollan los seres humanos en lugares donde habita el oso, generando conflictos que amenazan la vida de los animales silvestres y en general la destrucción ambiental.

No hay cifras exactas que puedan identificar cual es el número de su población. “La cifra oscila entre 3.000 a 10.000 osos, eso significa que no tenemos ni idea. Si no sabemos del oso, que es grande y está en nuestra moneda de 50 pesos, entonces derivemos esta reflexión al resto de especies que habitan uno de los países más biodiversos del planeta ¿cómo crees que estamos? Se pregunta Mailyn González, directora de genética de la biodiversidad en el Instituto Humboltd.

La investigadora lidera un proyecto en Colombia, en alianza con Universidad de los Andes, Colciencias, Instituto Earlham del Reino Unido, el Museo de Historia Natural de Londres y Bridge Colombia para estudiar detalladamente al oso de anteojos y así modelar su historia pasada, conocer el estado en el que se encuentra actualmente y crear programas más efectivos que permitan su conservación.

Los investigadores han determinado cinco núcleos de conservación en regiones geográficas protegidas por los Parques Nacionales Naturales de Colombia. Los núcleos son: Orquideas-Paramillo, Tamá. Cocuy-Pisba, Tatamá-Farallones-Munchique. Nevados-Doña Juana y Chingaza-Sumapaz-Picachos.

El megaplan estudiara los diferentes escenarios naturales protegidos por PNN, en especial el Parque Chingaza, en donde los investigadores encuentran un escenario propicio para sus investigaciones, considerando que en este lugar es un hábita natural del oso andino.

Chingaza

Para resolver algunas de las preguntas que tienen los naturalistas, tendrán que tomar muestras de material orgánico de los animales y capturar su ADN, lo que resulta difícil porque las muestras que han realizado hasta el momento, también contiene ADN de sus alimentos o de bacterias y hongos. La investigadora explica que es un proyecto innovador, desafiante y con muchos retos.

El grupo de investigadores que tiene el parque Chingaza busca determinar cuáles son las zonas por las que el oso de anteojos se mueve y qué factores inciden en su ruta. Para ello ha recorrido cerca de las 42.000 hectáreas que contiene el área protegida. Buscando rastros que llevan a precisar su ausencia o presencia como huellas y comedores.

También los funcionarios quieren saber cuál es el número de su población en Chingaza. Según la líder del trabajo de campo, Ángela Parra, gracias a 40 cámaras trampas que tienen y que cambian de lugar cada 50 días, se estima que hay 60 individuos.

“El oso andino es una especie que cuando la remueves del sistema, corres el riesgo de que todo colapse. Podemos decir ‘no importa, hay otras especies dispersoras que pueden sustituirlo’, pero la pregunta es ¿Queremos correr ese riesgo? Tal vez podamos vivir sin el oso de anteohjos, pero ¿queremos vivir sin él?”.

Los resultados que arrojen los estudios del ADN serán importantes para permitir saber si existen cuellos de botellas, es decir si los osos se están empezando a reproducir entre familiares y lo que genera la endogamia. Si esto es así el oso estaría viviendo problemas de salud que puedan inferir en la viabilidad reproductiva del mismo, si estas genéticas malas empiezan a dominar la especie, presentará menos resiliencia para adaptarse a los cambios de su entorno.

Los científicos que hacen parte de la alianza Grow Colombia esperan que los resultados de Chingaza estén listo a finales de año. Esta estrategia es importante porque a partir de los datos que recopilen se permitirá indagar y conocer como es su reproducción, hábitat, la estabilidad del ecosistema y sobre todo evitar que ésta especie, endémica de Suramérica, no desaparezca.

| Nota del editor *

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