Reflexionar y trabajar constantemente con la comunidad, generar tejidos sociales y tener un pensamiento crítico en función con la sociedad, permite desarrollar y consolidar aprendizajes colectivos que puedan llevar a provocar cambios efectivos en una organización; facilitando conversaciones que satisfagan la necesidad de aprender y progresar a través del diálogo.
En ese mismo sentido, al hablar de de comunidades de diálogo, inmediatamente se promueve el desarrollo de un pensamiento crítico, creativo y ético, como medio para formar personas conscientes de su actuar, razonables y autónomas. Es entonces, donde la Filosofía para niños entra a jugar un papel importante, pues esta fomenta la disposición al diálogo, las actitudes de cuestionamiento y las habilidades de razonamiento, logrando que los niños y niñas piensen sobre temas relevantes para la experiencia humana.
Ahora bien, para una comunidad de aprendizaje, la fuerza radica en la palabra y el lenguaje; esta es la forma de acercamiento al otro, pues las habilidades, las actitudes y los valores que se desarrollan en las personas en la interacción con los otros, personas y objetos de conocimiento, son las que les permiten comprender, interactuar y transformar al mundo en el que viven.
Por ende, esta Filosofía pensada para los niños, promueve un concepto de persona y de sociedad donde existe congruencia entre lo que se piensa, dice y hace, para crear una sociedad con conciencia social más justa y más humana.
Finalmente, la escuela es un escenario de formación y socialización para la construcción de identidad moral y en un mundo que evoluciona constantemente es importante romper paradigmas, educar pensando en conducir a los niños a otros horizontes de posibilidades, lograr una socialización y construcción de sentidos de identidad y de esa manera, más adelante puedan desarrollar esa capacidad ante el cambio para resolver las situaciones problemáticas que en su comunidad se puedan presentar.