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Veinte años esperando un milagro

El Hospital San Juan de Dios sigue esperando el plan de reapertura de sus instalaciones como parte del Patrimonio Histórico y Cultural de la Nación.

Por: Tatiana Rodríguez Forero

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En 1723 nació el Hospital San Juan de Dios, un recinto médico que le brindaría a toda la comunidad un servicio de salud público, un empleo estable y, en muchos casos, un lugar donde residir. No obstante, doscientos setenta y ocho años después, en 2001, el hospital fue cerrado y posteriormente abandonado.

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Este cierre duró trece años, hasta noviembre de 2014, cuando durante la alcaldía de Gustavo Petro, se adjudicó el predio del Conjunto Hospitalario San Juan de Dios a la administración de Bogotá; hecho que marcó el inicio del plan de reapertura de las instalaciones de este Patrimonio Histórico y Cultural de la Nación. 

Sin embargo, la alegría no duró mucho, pues como afirma uno de los guardas de seguridad: “El hospital solo reabrió en una de sus alas, la principal y funcionaba como un punto central para la atención de citas prioritarias de Capital Salud”. En agosto de 2020, sus puertas volvieron a cerrar y actualmente se encuentra totalmente abandonado; a pesar de que se supone está en estado de construcción. 

El Exgerente de Metro Vivienda en la alcaldía de Gustavo Petro, Nicolás Corso Salamanca, encargado de las contrataciones para la reapertura del hospital, comenzó a ser investigado por la Procuraduría General de la Nación por presuntas irregularidades en dichos contratos, y, el 7 de diciembre del 2020, oficialmente le fueron imputados cargos por la Fiscalía. 

Sin embargo, a la fecha no hay respuesta de los resultados de la investigación, y de qué ocurrió con los más de 7 mil millones de pesos destinados para la reparación del predio hospitalario; que en la actualidad no da muestras de avance.

En el lugar apenas se encuentran laborando alrededor de 20 personas, según afirmaciones de los mismos trabajadores; entre los arquitectos y los maestros de obra no superan esa cifra para una obra que abarca una manzana entera.

Fotografía de Tatiana Rodríguez

Como afirma Vanesa, empleada de un puesto de comidas rápidas ubicado al costado norte del hospital, respecto al abandono de la obra: “La inseguridad por esta zona es sorprendente; apenas llevo tres meses laborando en este sector y ya he presenciado varios hurtos a mano a armada, de noche y a plena luz del día. Para no irme tan lejos, a mi hermano lo atracaron aquí mismo, le quitaron el celular y sus pertenencias y eso que todavía estaba de día”. 

Señala otra residente de la zona: “El problema es que las porterías están muy separadas unas de las otras, y como los guardias de seguridad se encuentran dentro del hospital no se percatan de lo que pasa en los puntos ciegos, porque cuando alguno de ellos observa algo extraño, se involucra y todos en el barrio nos unimos, pero es rara la vez cuando uno se da cuenta”.

Como se ya dijo, esta estructura abarca una manzana completa y tiene apenas 3 entradas vigiladas, por lo que resulta imposible salvaguardar la seguridad de los transeúntes de la zona. No obstante, ese no es el único inconveniente existente alrededor del cierre del hospital. Como indica Jorge Acosta: “Yo puedo soportar la inseguridad, pero no la falta de un sistema de salud gratuito; ese hospital nos brindaba a todos los residentes de Cundinamarca una atención médica gratuita.

Recuerdo que a mi hermana la operaron allí, pues en esa época no teníamos ningún sistema de salud y mucho menos ingresos económicos que nos permitiera costearnos su operación por medicina particular.

El hospital era el punto más cercano de atención para todos los habitantes del sur de Bogotá, y cuando esta fundación médica era propiedad de Cundinamarca, brindaba la facilidad de acceder a la salud sin necesidad de traslados largos y complicados, como ocurre hoy en día”.

Y aunque el cierre, la apertura y el posterior cierre continuos del Hospital San Juan de Dios, trajeron consigo respectivamente tristeza, alegría y decepción a los habitantes del sector, ellos no pierden la esperanza de recuperar su punto de encuentro, de seguridad, de salud y de empleo.

Es por ello que cada cierto tiempo se reúnen con carteles y pancartas alrededor del hospital, solicitando su reapertura, mientras pintan sus mensajes de apoyo y unión, a la espera que el siguiente gobernante imparta la orden definitiva de reabrirlo. 

| Nota del editor *

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