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Acoso sexual en universidades, un fenómeno sistemático

El acoso dentro de universidades es difícil de medir, pero según la Fiscalía General de la Nación, durante los últimos 10 años se registran 10.830 denuncias, que involucran a estudiantes universitarios y de otras instituciones educativas.

Por: María Camila Vásquez Rojas

En enero de 2017, Juanita Díaz, estudiante de la Universidad Javeriana, denunció haber sido violentada sexualmente al interior de la universidad por otro estudiante. Cuando empezaron las indagaciones sobre este estudiante, fue evidente que el acusado había sido denunciado por una larga lista de mujeres.

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El acoso sexual en las universidades es un problema real, que viene sucediendo desde hace un buen tiempo en universidades del país, que afecta principalmente a mujeres, mediante distintas manifestaciones de violencia, problema que no tiene la atención que merece.

El acoso dentro de universidades es difícil de medir, pero según la Fiscalía General de la Nación, durante los últimos 10 años se registran 10.830 denuncias, que involucran a estudiantes universitarios y de otras instituciones educativas.

Desde 1997 hay estudios en muchas universidades de Colombia interesados en darles respuestas al impacto de esta problemática. La mayoría de estos estudios concluyen que el tipo de violencia más frecuente son agresiones verbales, como burlas, piropos, chistes, propuestas inadecuadas, e insinuaciones sexuales del tipo “yo le subo la nota porque usted es linda”, “discutamos el parcial en mi oficina”, o “quédese y lo discutimos con una cerveza después de clase”.

Para 2018 la Universidad Nacional realizó una encuesta con 1.600 mujeres estudiantes, y encontró que más de la mitad había sufrido algún tipo de violencia sexual, sin embargo, apenas 54 habían denunciado. También recibieron testimonio de 138 casos de violación dentro del campus o en alguna actividad relacionada con lo académico. Si esto pasa en la Universidad Nacional, es normal preguntarse si pasa en las otras universidades del país.

Estadísticas del Ministerio de Salud y Protección Social, muestran que cada 20 minutos una mujer es víctima de violencia, cada 30 minutos hay una víctima de agresión sexual, cada hora 5 niñas son abusadas. Y en las universidades el 70% de casos de acoso ocurren durante los primeros semestres y se dan entre profesores y alumnas. Pese a que muchas organizaciones estudiantiles se han quejado, las universidades no siempre actúan con diligencia. 

Una de estas víctimas es Mariana Monroy, que fue acosada sexualmente por un profesor de diferentes materias del pregrado en Artes Dramáticas de la universidad del Bosque.

Monroy recuerda que una vez un profesor se contactó con ella para que fuera parte de su grupo de investigación, y desde entonces comenzó el acoso: “el momento de quiebre y cuando me sentí más intimidada, fue el día de la penúltima clase del semestre; el profesor me pidió que me acercara al tablero, y luego de pasarme el marcador, me indicó que me girara mirando al tablero. Luego de unos segundos me dijo que me podía volver a sentar, porque solo quería verme parada de espaldas. También consiguió mi número y me escribía para decirme si podía invitarme a tomar algo con la excusa de hablar de la materia, o me preguntaba quién era la persona de mi foto, me decía que se preocupaba por mí, por mi futuro y se tomaba atribuciones que me incomodaban”.

Monroy es una de las tantas víctimas que no denuncian ante las autoridades competentes el acoso que sufren: “No lo hice porque tenía miedo, y no sabía si me iban a creer porque el profesor era uno de los más antiguos en la universidad. Lo viví en mi facultad, porque desde los primeros semestres pude evidenciar cómo profesores y estudiantes tienen actos de acoso hacia compañeras, y es algo que se normaliza”.

En Colombia este es un problema que las universidades siguen callando, e incluso protegen a sus docentes, en tanto que las víctimas siguen sin denunciar. Actualmente no se conoce la totalidad de casos de acoso en las universidades, por una cultura de “silencio” y una desconfianza hacia lo que la víctima cuenta, y esto impide las denuncias, o solo son tenidas en cuenta cuando existen pruebas contundentes.

Para María Luisa Rodríguez, Abogada, Doctora en derecho y profesora, el origen del problema no tiene una única explicación: “Hay muchos problemas a la hora de documentar las situaciones de acoso y violencia que se dan en las universidades, y esos problemas empiezan por la naturalización de las conductas vulneradoras de los derechos de las mujeres, que están naturalizadas por la sociedad; esto lleva a que haya roses, propuestas indecentes, acciones inadecuadas, inoportunas e incómodas”. Añade Rodríguez: “Hay muchas fases previas para llegar a una denuncia, como reconocer el acoso, aceptar que hay violencia para pasar a la denuncia, y las universidades tienen dificultades para documentar esta información porque no se quiere llegar a la denuncia, y aunque la persona decida denunciar no hay garantías suficientes, y es un trabajo que está por hacerse, que trae burlas y señalamientos hacia la víctima”.

El informe de la Comisión Feminista de Asuntos de Género del departamento de Antropología de la Universidad Nacional, puso en evidencia más de 30 testimonios: de acuerdo con los relatos recopilados, a estos maestros se los señala de utilizar su posición para tener comportamientos indebidos, como insinuaciones de índole sexual, tocamientos sin consentimiento e incluso afectación en la parte académica a manera de represalia. Los testimonios provienen tanto de exalumnos como de estudiantes activos.

Las últimas denuncias conocidas por la opinión pública de acoso dentro de las universidades, han sido difundidas principalmente en redes sociales o por colectivos de mujeres que se organizan para tal fin, que en muchos casos alegan no tener mecanismos efectivos para que sus casos sean investigados

En el ámbito de políticas públicas se han dado algunas victorias, como la sentencia T-239 de 2018 de la Corte Constitucional, que ordenó al Gobierno expedir protocolos para la atención de este tipo de violencia en los entornos universitarios.

| Nota del editor *

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