Son pocos los estrenos destacados del género de terror este año, como Un lugar en el silencio: día uno (2024), o la joya que es La primera profecía (2024), claramente lo mejor del año. Es esta última el punto de partida para hablar de una cinta de corte independiente con temática y atmósfera parecidas, pero que resulta una buena sorpresa también.
El director estadounidense Michael Mohan se hace cargo de esta cinta, que pretende una factura estética más allá del promedio para este tipo de películas, su segundo largometraje, al lado de Sydney Sweeney, con éxitos de taquilla con la comedia romántica Con todos menos contigo (2023), o la galardonada serie de HBO, Euphoria (2019), que en este caso, además de protagonista, se suma el rol de productora en Inmaculada.
La película presenta a Cecilia (Sydney Sweeney), una monja fervientemente devota, que se aventura hacia un remoto convento en la campiña italiana en busca de la consagración espiritual. Sin embargo, lo que inicialmente prometía ser un encuentro espiritual se transforma en una oscura y aterradora pesadilla. A medida que explora los pasillos y los rincones ocultos del convento, Cecilia descubre secretos siniestros y horrores indescriptibles que desafían toda lógica y razón.
Inmaculada no pretende ser más de lo que puede ser, y eso es positivo ya que nunca exagera en su propuesta ni es desmedida en lo que su presupuesto de 9 millones de dólares puede hacer, y gracias a esto es una historia con un tono sobrio y que, por virtud de su director de fotografía, Elisha Christian, construye atmósferas más que propicias para su intención, con líneas de tensión que le entregan un buen ritmo.
La cinta sin duda retoma muchos lugares comunes del género, pero nunca intenta negarlo y logra más de una sorpresa agradable, con una convincente actuación de Sweeney, en un papel que le exige más de lo que tenía acostumbrado al público, sin ninguna sexualización, enfocada en la construcción del personaje y en cómo los otros personajes, como el del Padre Sal Tedeschi (Álvaro Morte), recrean de buena manera la intriga dentro del convento, así parezca convencional.
La relación con el fanatismo y la religión se ve de nuevo expuesta en clara necesidad de encontrar la salvación para un mundo que se ve resquebrajado desde afuera, que este tipo de temáticas predican que está por terminar. Inmaculada en la premisa del nuevo salvador, tiene puntos de giro interesantes y un final con un riesgo que personalmente aplaudo, delineando dos caminos: tener un buen cierre o aceptar una continuación. La taquilla lo dirá.
Inmaculada logra una película lo suficientemente seria y que se sostiene con buenas actuaciones sin que sobresalga nada, manteniéndola equilibrada y sobresaliendo en comparación de muchas otras cintas de este año en el género.
Aunque no logra el altísimo nivel de La última profecía en estética y dirección, con la que tiene tantas similitudes, sí logra destacar y entretener en una agradable hora y 29 minutos sin necesidad de rezar para que termine.