Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el impacto del COVID-19 “podría ser mayor en ciertos grupos de la población, como las personas con discapacidad, pero su impacto se puede mitigar si los principales interesados adoptan medidas de protección apropiadas”. Ante esto, resulta relevante mencionar que en Colombia, según el DANE, hay 1.784.372 personas con discapacidad, correspondientes al 4,07% de la población del país.
Por lo anterior, la OMS indicó que los gobiernos se deben asegurar que las personas con discapacidad “siempre tengan acceso a servicios de salud, agua y saneamiento, así como a la información de salud pública que necesiten”. Teniendo en cuenta que el 14,1% de ellas tiene acceso a fuentes de agua no convencionales mientras que el 85,7% tiene acceso a fuentes de agua convencionales (acueducto), el no acceso a dichos servicios se convierte en un obstáculo para emplear las medidas básicas de higiene como el lavado constante de las manos y la desinfección frecuente de los dispositivos de ayuda (como bastón, silla de ruedas, caminador) que se toquen a menudo o se usen en sitios públicos.
Otra problemática podrían ser las situaciones de vulnerabilidad por morbilidad y ciclo vital, ya que el 16,49% de las personas con discapacidad presentan problemas cardíacos o respiratorios que dificultan la realización de sus actividades diarias, además, 14,92% de 60 años o más vive en hogares unipersonales. Esto se vuelve un peligro mayor al tener en cuenta que estos grupos poblacionales son los de mayor riesgo en la actual pandemia.
También está la posible interrupción en las redes de apoyo, pues es posible que ante la crisis actual algunos no cuenten con el apoyo de otras personas, ya sea por las imposibilidades de desplazamiento propias del aislamiento o por el aumento de la carga de trabajo ante las dificultades. Esto afecta más ante la evidencia de que 34,62% recibe ayuda de otras personas para realizar sus actividades básicas diarias y que 41 mil hogares colombianos recibían ayuda de personas externas al hogar.
Entre los otros retos están las dificultades para mantener el distanciamiento social debido al apoyo adicional que necesitan o porque están institucionalizadas, la necesidad de tocar cosas para obtener información del entorno o para apoyarse físicamente, los obstáculos para acceder a la información de salud pública, los problemas de salud preexistentes que subyacen a la discapacidad y los obstáculos para el acceso a la atención de salud.
Ante estos retos, la OMS le sugirió a las personas con discapacidad y a los integrantes de su hogar que reduzcan su posible exposición al COVID-19, pongan en marcha un plan para asegurar la continuidad de la atención y el apoyo necesarios, preparen a los integrantes del hogar por si alguno contra covid y aseguren la salud mental y física de los integrantes del hogar y de los cuidadores o asistentes personales.
Finalmente, le recomendó a los gobiernos que se aseguren que la información de salud pública y la comunicación sean accesibles, que tomen medidas dirigidas a las personas con discapacidad y sus redes de apoyo, que tomen medidas dirigidas a los proveedores de servicios para personas con discapacidad en la comunidad, que presten más atención a las personas con discapacidad que se encuentran en entornos donde podrían correr un mayor riesgo de contraer la enfermedad y que se aseguren de que las medidas de emergencia abarquen las necesidades de las personas con discapacidad.