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“El hoyo”: desde un infierno conocido a una esperanza idealizada

Análisis de cómo el simbolismo en el cine construye una representación de un sistema que es bueno para unos pocos.

Por: Daniel Rojas Chia

El mundo, un espacio tan peculiar como nosotros mismos, donde nos encontramos retos constantes que nos definen y nos hacen construir cómo percibimos el mundo y cómo esta visión particular de nosotros mismos perfila nuestras existencias en él.

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Este es uno de los cuestionamientos que nos presenta la película “El hoyo” del director español Galder Gaztelu-Urrutia, estrenada en febrero de este año 2020 en la plataforma de streaming Netflix.

“El hoyo” nos cuenta cómo su protagonista Goreng (Iván Massagué) se despierta en una celda completamente cerrada por cemento, marcada con el número 48. Su compañero de celda, Trimagasi (Zorion Eguileor), explica que están en una prisión tipo torre en la que los alimentos se entregan a través de una plataforma flotante que viaja de arriba hacia abajo a través de grandes agujeros en los pisos y techos. Cada mes los prisioneros son asignados a un nuevo nivel, y cada prisionero puede traer un objeto al inicio de su confinamiento: el protagonista lleva consigo una copia del Quijote.

Los personajes que poco a poco se presentan como una alucinación nunca dejan de serlo; llegan a escena sin preámbulos. Gracias a la historia, los personajes se presentan oscuros y lúgubres; cada uno se desarrolla en cuanto avanza la transformación interna del personaje.

Quienes están en los niveles inferiores solo pueden comer lo que los de arriba les dejan y los de abajo solo pueden comer sobras o simplemente, no lo hacen, una alegoría cruda y directa al sistema capitalista que se mantiene durante la trama.

Muchas veces nos hemos encontrado con la codicia, y sin duda nos hemos preguntado qué hacer si pudiéramos cambiar el mundo, así fuera un poco, o simplemente a nosotros mismos.

Los personajes caracterizan a la sociedad misma.

Trimagasi (Significa, agradecimiento en malayo) personifica a esa sociedad que cree y normatiza las circunstancias y simplemente las acepta como “obvias” dentro de nuestros patrones sociales, dentro del conformismo que construye un sistema lleno de competencia y acepta las “sobras de los de arriba” y maltrata a los de abajo. Este personaje caracteriza al grueso de la sociedad: no ejemplifica ningún hecho para hacerse mejor, solo sobrevive porque para él lo que sucede es justo porque eso fue lo que se le enseñó toda la vida.

El protagonista, Goreng (etnia indígena australiana que vive en el extremo sur-oeste), inicia su transición desde ejemplos cotidianos que una vez más normatiza la sociedad: la violencia, la ventaja sobre el otro, el desinterés y la intención individual de sobrevivir se hacen cada vez más evidentes en “el hoyo”. Se encuentran luces de bondad en la locura y la crueldad de la supervivencia, (spoiler) compartiendo su misma carne en la proyección de una visión cruel de la sociedad, que simboliza la realidad del sistema neoliberal capitalista.

En su transición Goreng encuentra en su desesperación y gracias a su segunda compañera, cierta luz sobre sus ideales propios. Imoguiri (nombre de un cementerio real ubicado en Indonesia) muestra el sentido de la compasión desde dentro del sistema, ya que no se ha corrompido todavía por la sociedad completamente. Ella accede voluntariamente a “El hoyo” al igual que él, haciéndola de cierta manera una igual y sacrificando su propio ser por sus ideales sociales para salar a Goreng. Ella simboliza en la película el sacrificio para una humanidad más justa que no tendría que morir si no fuera por un sistema despiadado donde se motiva solo la supervivencia del más fuerte sobre el más débil.

Un personaje hace transición en la trama y simboliza la lucha de un ideal que para muchos parece perdido o una locura. Miharu (nombre de una casta hindú de varna) desciende a los pisos más aislados por la comida (el poder temporal) la cual es proveída por “El hoyo” (el sistema). Esto hace que se empiece a delinear el propósito heredado para con Goreng y su transformación interna. Es complejo no describir partes de la película para poder analizar su contenido, así que intento ser lo menos descriptivo posible, ya que la cinta está cimentada sobre simbolismos que la hacen construirse a sí misma más allá de lo que se muestra en pantalla.

La sociedad de consumo recibe una fuerte crítica, fácilmente identificable por los niveles en cómo “El hoyo” muestra la mesa flotante de comida, con la idea que, entre más alejados de las elites y de los beneficios del consumo cruel y despiadado, más cercano se está del hambre y la locura en muchas de sus facetas negativas.

En ocasiones recuerda el simbolismo cinematográfico de Andrej Tarkovsky, con Stalker de 1979 pero no llega a ese nivel de maestría. Es importante resaltar que la locura, el arrepentimiento y hasta la muerte, son beneficios de elites sociales que están construidas “arriba” de nosotros.

“El hoyo” muestra que puede existir una esperanza de transformación, que sin embargo tiene muchos obstáculos. Sin duda uno de sus mensajes más directos es que ese cambio está en las generaciones jóvenes y las futuras, con su capacidad para construir un mundo sin lugar a las diferencias que plantea la película.

| Nota del editor *

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