Las mayores víctimas han sido personas en condición de especial vulnerabilidad: indígenas, campesinos, mujeres y jóvenes, para destacar a los más afectados, sin que ello implique excepción por cuanto, todos los colombianos somos víctimas de una violencia que permitió vislumbrar esperanzas con la firma del Acuerdo de Paz en diciembre de 2016. Una esperanza que por se concretó luego de varios intentos a través de la historia reciente del país. Una esperanza que en otras circunstancias se expresaron, como el poema de Maya Angelou

Hay que reafirmar sin embargo y con dolor, que el Ejército no fue ajeno a la guerra. Entre muchos casos, se destaca la foto de una madre –entre muchas madres- Fabiola Lalinde, quien lloró la muerte de su hijo Luis Fernando, asesinado en la Operación Orión:

La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) tampoco sale bien librada de hechos atroces. Ana Cecilia Duque fue asesinada porque su padre no cumplió la orden de matar a un jefe paramilitar:

Y las ahora – el alto porcentaje- las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-Ep) causaron dolores intensos a lo largo de la historia:

Y de nuevo el Estado, responsable del asesinato del profesor Alfredo Correa de Andréis:

Acercarnos a la historia reciente de violencia en Colombia, que parecería renovarse, reactivarse, con el asesinato de líderes sociales, periodistas, mujeres, nuevos desplazamientos y la que sería la renovación de asesinatos extrajudiciales, duele y convoca. Convoca a querer la paz.
En su búsqueda, los llamados han sido inconmensurables, y se han hecho incluso con nombre propio por parte de las víctimas que a veces parecen ser eternas:
