Por: Tatiana Rodriguez Forero
Si tuvieras que definir a Rigoberto en una palabra ¿Cuál sería?
“Tendría que pensarlo, pero creo que sería nostalgia”
Y así es como Nicolás Restrepo Torres, actual pareja de Rigoberto Jaimez Olarte lo define, pues aun cuando la expresión de su rostro parece siempre reflejar felicidad, su interior resguarda un mundo mucho más denso y oscuro, mundo que se puede ver plasmado en múltiples de sus obras. Pues cuando se empieza a leer La hora muda [1] un mundo nuevo se abre frente a los ojos de su lector, ya que, no solo es un simple cuento, sino que es una obra que posee la capacidad de transportar a su público a otro mundo, de vislumbrar aquellos seres lovecratianos, que solo se podrían ver en las más oscuras pesadillas. Pero eso no es lo único que hace a Rigoberto un escritor destacable, pues aquel joven aprendiz de estudios literarios posee de una gran cualidad, y es precisamente el hecho de poder transmitir, dado que, y como él mismo lo declara, lo más
[1] Un cuento corto de su autoría, que aun cuando no ha sido publicado en ninguna plataforma, si ha sido leído por varios de sus allegados, y en este caso, por mí, para conocer un poco más de su obra literaria.
importante no es el vender sino el conectar con sus lectores y es por lo que los símiles son no solo su punto fuerte, sino también su arma más utilizada.
No obstante, aquel mundo de la literatura, no es tan fácil como muchos pueden llegar a pensar en un inicio, pues éste también requiere métrica, estilo, y parámetros a seguir, tanto así, que incluso un escritor tan pulido y publicado (tanto en escritos universitarios, como en revistas, seminarios y páginas web) como lo es Jaimez, aún el día de hoy considera que no está listo para hacer público su segundo amor, la poesía; puesto que, en sus propias palabras “es bastante complicada, porque debes ser muy preciso, debes llevar unas normas de métrica y de rima y todo eso cuesta mucho más trabajo”.
Sin embargo, ese gran reto no publicado, sí se encuentra plasmado; pues su extenso bagaje no sólo se limita al conocimiento de poesía existente como el Haiku[1] y la Tanka [2], sino que se extiende hasta la creación propia. Y aunque, como lo proclama Nicolás Restrepo “tristemente no han visto la luz del mundo, sino que se resguardan en sus cuadernos” son poemas capaces convertir el lenguaje en música.
Ahora bien, esto último resulta ser un aspecto de gran importancia, ya que es aquél, el que en un inicio hace que, Jaimez se enamore de ella. pues, lo que hace de esta su género literario favorito es el poder transmitir tanto en tan poco espacio y con tan pulcro lenguaje; pues cada palabra, tiene un porqué, una razón y un significado.
Pero el transitar hasta este punto no es tan utópico como podría parecer en un inicio, pues si bien, aquella carrera causó no solo que la visión que Rigoberto Jaimez tenía de la vida cambiara; sino también la de sí mismo, pues como lo declara: “siento que esta es una carrera que me hizo como persona, ya que me transformo como individuo”; también lo hizo percibir de una forma más reflexiva, aquella nostalgia con la que lo definen.
Dado que, en sus escritos “ha plasmado mucho de lo que carga, de lo que tiene en su interior y que no puede exponer ante el mundo en general” (Restrepo, 2020). Y es en aquellas obras en donde realiza esa catarsis, que no solo le da la posibilidad de respirar y desahogar toda la densidad que guarda dentro de sí, sino que a su par (como si de “matar a dos pájaros de un tiro” se tratase) contagia a sus lectores, adentrándolos en su mundo, y generando una gran empatía, pues todos en algún momento se han sentido igual.
Y es precisamente esa empatía la que hace que Jaimez, sea tanto un gran escritor y pareja (como lo afirma Nicolás Restrepo) como un muy buen amigo, pues por un lado se encuentra el hecho de que para Jaimez sus amistades han sido “sus lectores y sus más importantes críticos” y por el otro, es que para ellos, él es un hombre con un talento inigualable, quien debe publicar cada una de sus creaciones, incluso las que aún no han visto la luz del mundo.
Finalmente, aun cuando Jaimez sabe que es casi imposible vivir de la escritura pues “realmente lo que ganas con un contrato en editoriales es entre el 10 y si tienes suerte el 18%” (Jaimez, 2020) afirma que no cambiaría esta carrera, ni mucho menos los pasos que lo han llevado hasta lo que es hoy pues “el éxito personal no es equiparable con el éxito monetario” (Jaimez, 2020)
[1] Tipo de poesía japonesa que consiste en un poema breve de diecisiete sílabas, escrito en tres versos de cinco, siete y cinco líneas.
[2] Tipo de poesía japonesa, que Consta de cinco versos compuesto con la siguiente forma: 5-7-5-7-7