Ocuparía demasiado tiempo analizar los documentos del magisterio de la Iglesia acerca de las relaciones entre cristianos y no cristianos; sin embargo, vale subrayar que “mientras que en todas las religiones es el hombre quien ofrece y sacrifica algo para Dios, en el caso de Jesús, es Dios quien ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad” (Ángelus, 19 de enero de 2021).
Cincuenta y siete años se cumplieron de la encíclica de S. Pablo VI, Ecclesiam Suam, en la que manifestó que “no deseamos hacer la vista gorda a los valores espirituales y morales de las diversas religiones no cristianas, porque deseamos unirnos a ellas para promover y defender ideales comunes”; y 56 años de la Declaración Nostra Aeatate, mensaje siempre actual, sobre las relaciones de la iglesia con las religiones no cristianas, principalmente el Islamismo, Hinduismo, Budismo y Judaísmo, que agrupan miles de millones de adeptos.
La Iglesia, abierta al diálogo con todos, “no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero”; “mira con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso; veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente” (Declaración Nostra Aeatate). Refiriéndose a los musulmanes, el Concilio Vaticano II insta a “olvidar el pasado” y “defender y promover conjuntamente la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos”.
“En el hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza” (Declaración Nostra Aeatate).
“Tanto el budismo como el cristianismo enseñan que las mujeres y los hombres poseen igual dignidad y han desempeñado un papel importante en la promoción de la mujer (Mensaje para la fiesta de vesakh 2018).
Con los judíos, “De enemigos y extraños nos hemos transformado en amigos y hermanos” (Catequesis papa Francisco, 28 octubre 2015). Los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío.
“Ninguna religión es inmune del riesgo de desviaciones fundamentalistas o extremistas en individuos o grupos” (Discurso al Congreso EEUU, 24 de septiembre de 2015).
Aunque la religión nos inspira fundamentalmente a “ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar” (Documento sobre la Fraternidad Humana, 4, febrero 2019), el extremismo religioso es uno de los signos de una «tercera guerra mundial a trozos», sobre la cual, “nosotros creyentes no tenemos recetas para estos problemas, pero tenemos un gran recurso”: un diálogo “abierto y respetuoso” y la oración de hermanos y miembros de una familia común”, sobre quienes Dios tiene un proyecto de amor para todas las naciones (Hechos 17: 26- 27). En este camino, siempre se ha reiterado un “no” rotundo “a cualquier forma de antisemitismo y condena de todo insulto, discriminación y persecución”.