La explotación sexual y la vulneración de los derechos fundamentales, ha sido y es un problema global que afecta a un gran número de personas en el mundo y, por supuesto, de colombianos. Y pese a que en nuestro país es una realidad latente, lo lamentable es la indiferencia tanto del ciudadano de a pie como del Estado, que llegó incluso de disfrazar una situación de explotación, con la excusa de garantías laborales. Es por esto que en el día de hoy nos acompañó un grupo de personas que, desde sus saberes, sentires y profesiones, ayudan a erradicar un problema tan difícil, pero tan naturalizado como este, y que quisieron visualizar desde los micrófonos de El Puente.
Paola, Paula, Miguel, Daniela y Daniel, hacen parte de una congregación católica llamada Adoratrices. Esta congregación, nace en España en 1856 gracias a Micaela Desmaisiéres López de Dicastillo y Olmeda. Llega a Colombia en 1929 y enfoca sus actividades asistencialistas a mujeres jóvenes en la modalidad de internados en Pereira, Armenia, Manizales y Cúcuta. Esta congregación busca acompañar procesos de desarrollo humano integral a mujeres en situación vulnerable o víctimas de la trata de personas y su núcleo familiar, ofreciéndoles un espacio de acogida, capacitación, atención psicosocial y evangelización. Esto para que, desde el conocimiento y ejercicio de sus derechos, la dinamización de sus potencialidades sea competentes en su entorno familiar, social y productivo, asumiendo autónomamente su proyecto de vida[1].
De manera que no se trata de llevar a cabo una labor a partir del juicio, la condena o la recriminación moral; antes bien, cada uno de los integrantes de esta fundación, intentan brindar un acompañamiento amigable, cercano, caluroso, que sea capaz de trastocar las vidas tantas veces afectadas por una estructura desigual de género que las condenó a la explotación y la vulneración de sus derechos. Lo que este grupo de hombres y mujeres buscan es erradicar la prostitución y todas las formas de explotación e injusticia desde la infancia, pues es allí donde se encuentra la potencialidad de la vida; pero, así mismo, la vulnerabilidad donde las condiciones económico-sociales de los infantes muchas veces los exponen a todo tipo de explotación.
Para Paula, sobreviviente de la prostitución, es fundamental empezar por el lenguaje, pues, como ella misma afirmó, “se entiende que la sociedad, por desconocimiento, quiere dignificarnos al llamarnos trabajadoras sexuales, pero nunca ha sido un trabajo; para nosotras es una situación de desigualdad de género la que nos obliga a estar en esta situación de explotación sexual”. Es mediante el lenguaje como se empieza a normalizar una violencia de genero. Por esto, aseguraron nuestros invitados, es que es fundamental empezar a pensar cuáles son las causas y los efectos de la explotación sexual. Ir a la raíz de esta situación, desmantelar la estructura que la causa y trasformar sus efectos. Pobreza, vulnerabilidad, desigualdad de género. Lo que hay que mirar es que en el fondo se trata es de explotación sexual, que se convierte en un continuo de violencia que hay que cortar.
Sin duda, la explotación sexual inicia a muy temprana edad. Por eso el proyecto quiere prevenir desde allí, desde la infancia, esa que quiere soñar, jugar, imaginar nuevos mundos; pero que, por cuestiones externas, se ven forzados a ejercer los distintos tipos de explotación, como la prostitución infantil, la pornografía, el matrimonio servil, la utilización de los niños en los grupos armados ilegales, entre otros. En consecuencia, esta fundación se piensa seriamente a los niños para potenciar toda la capacidad crítica y creativa de manera que, una vez adultos, puedan visualizar distintas posibilidades y crear proyectos de vida buena. Niños entendidos como sujetos políticos, que toman sus propias decisiones y que merecen ser protegidos; pero, ante todo, escuchados. Por ello, nuestros invitados, a partir de esta fundación, le apuestan a una ética de la infancia en la que tanto niños como adultos sean conscientes de sus propias situaciones para transformarlas; que aprendan a tomar buenas decisiones; ya que desde niños se pueden forjar un buen carácter que posibilite construir nuevas y mejores formas de vida. Un claro ejercicio político, ético, y ciudadano encaminado a la transformación de vidas individuales y colectivas.
[1] Recuperado de: http://religiosasadoratrices.org/web/quienes-somos/
Conducen Alejandro Montaño, Wendy Sánchez (Estudiante de Trabajo Social) y Lina Rachen (Estudiante de Psicología).
